EL GLORIOSO EVANGELIO

DEL DIOS BENDITO

 

 

 

 

“Según el glorioso evangelio del Dios bendito,

que a mí me ha sido encomendado”

(1 Timoteo 1:11)

 

 

 

Hay mucha confusión hoy en día en cuanto a lo que es realmente el verdadero evangelio. Los que creen en la “Salvación por Señorío” han complicado el mensaje del evangelio presentando al pecador toda clase de requerimientos adicionales: someterse a Su Señorío, cumplir las condiciones del discipulado, amar a Dios por sobre todo, apartarse del pecado, obedecer Sus mandamientos, etc. Esto hace quitar la mirada de Cristo y del verdadero evangelio y ponerla en nosotros mismos y en nuestra vacilante fe y en nuestro dudoso compromiso. En este estudio queremos hacer decir a las Escrituras simplemente lo que dicen de modo que podamos entender nuevamente lo que realmente son las buenas nuevas y cómo un pecador puede apropiarse personalmente la salvación tan grande de Dios y alcanzar el beneficio de la vida eterna, que es el don de Dios.

 

 

 

LA PERSONA CENTRAL DEL EVANGELIO ES JESUCRISTO

 

“Porque no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Jesucristo como Señor” (2 Co.4:5)

 

“Pablo, siervo de Jesucristo, llamado a ser apóstol, apartado para el evangelio de Dios….acerca de su Hijo, nuestro Señor Jesucristo, que era del linaje de David según la carne, que fue declarado Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad, por la resurrección de entre los muertos” (Romanos 1:1, 3-4).

 

“Porque testigo me es Dios, a quien sirvo en mi espíritu en el evangelio de su Hijo…porque no me avergüenzo del evangelio de Cristo” (Romanos 1:9, 16).

 

“Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste crucificado” (1 Corintios 2:2).

 

“Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo” (Hechos 16:31).

 

EL FOCO DEL EVANGELIO ESTÁ SOBRE LA CRUZ Y LA TUMBA VACÍA (la expiación sustitutiva y la resurrección del Señor Jesucristo)

 

“Además os declaro, hermanos, el evangelio que os he predicado, el cual también recibisteis, en el cual también perseveráis; por el cual asimismo, si retenéis la palabra que os he predicado, sois salvos, si no creísteis en vano. Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras” (1 Corintios 15:1-4).

 

“El cual fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación” (Romanos 4:25).

 

“Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados, el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros” (Isaías 53:5-6).

 

“Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado en espíritu” (1 Pedro 3:18).

 

“Porque la palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios” (1 Corintios 1:18).

 

“Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste crucificado” 1 Corintios 2:2).

 

“Que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo” (Romanos 10:9).

 

“¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas, y que entrara en su gloria?...Y les dijo: Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos al tercer día, y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén” (Lucas 24:26, 46-47).

 

EL ÉNFASIS DEL EVANGELIO ESTÁ SOBRE LA SUPERABUNDANTE GRACIA DE DIOS

 

“Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe” (Efesios 2:8-9).

 

“Siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús” (Romanos 3:24).

 

“Pero de ninguna cosa hago caso, ni estimo preciosa mi vida para mí mismo, con tal que acabe mi carrera con gozo, y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios” (Hechos 20:24).

 

“A causa de la esperanza que os está guardada en los cielos, de la cual ya habéis oído por la palabra del evangelio, que ha llegado hasta vosotros, así como a todo el mundo, y lleva fruto y crece también en vosotros, desde el día que oísteis y conocisteis la gracia de Dios en verdad” (Colosenses 1:5-6).

 

“Pues si por la transgresión de uno solo reinó la muerte, mucho más reinarán en vida por uno solo, Jesucristo, los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia” (Rom. 5:17).

“En quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia” (Efesios 1:7).

 

“Quien nos salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos” (2 Timoteo 1:9).

 

“Según el glorioso evangelio del Dios bendito, que a mí me ha sido encomendado…Pero la gracia de nuestro Señor fue más abundante con la fe y el amor que es en Cristo Jesús” (1 Ti. 1:11, 14).

 

“Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente” (Gálatas 1:6).

 

LA RECEPCIÓN DEL EVANGELIO ES POR FE Y SOLAMENTE POR FE

 

“Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego” (Romanos 1:16).

 

“De éste dan testimonio todos los profetas, que todos los que en él creyeren, recibirán perdón de pecados por su nombre” (Hechos 10:43).

 

“La justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él. Porque no hay diferencia” (Romanos 3:22).

 

“Que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo” (Romanos 10:9).

 

“Y los de junto al camino son los que oyen, y luego viene el diablo y quita de su corazón la palabra, para que no crean y se salven” (Lucas 8:12).

 

“Pues ya que en la sabiduría de Dios, el mundo no conoció a Dios mediante la sabiduría, agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación” (1 Corintios 1:21).

 

“sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo, nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la ley, por cuanto por las obras de la ley nadie será justificado” (Gálatas 2:16).

 

“Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios” (Efesios 2:8).

 

“En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa” (Efesios 1:13).

 

LA DINÁMICA DEL EVANGELIO ES EL PODER DE DIOS

 

“Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego” (Romanos 1:16).

 

“Porque la palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios…Mas para los llamados, así judíos como griegos, Cristo poder de Dios y sabiduría de Dios” (1 Corintios 1:18, 24).

“Por tanto, no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor, ni de mí, preso suyo, sino participa de las aflicciones por el evangelio según el poder de Dios” (2 Timoteo 1:8).

 

EL ORIGEN DEL EVANGELIO SE ENCUENTRA EN LA MENTE Y EN EL PROPÓSITO Y EN EL AMOR DE DIOS EL PADRE

 

“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16).

 

“Pero nosotros debemos dar siempre gracias a Dios respecto a vosotros, hermanos amados por el Señor, de que Dios os haya escogido desde el principio para salvación, mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la verdad, a lo cual os llamó mediante nuestro evangelio, para alcanzar la gloria de nuestro Señor Jesucristo” (2 Tesalonicenses 2:13-14).

 

“Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado” (Efesios 1:3-6).

 

 “En él asimismo tuvimos herencia, habiendo sido predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad” (Efesios 1:11).

 

“Por tanto, no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor, ni de mí, preso suyo, sino participa de las aflicciones por el evangelio según el poder de Dios, quien nos salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos” (2 Timoteo 1:8-9).

 

“Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero” (1 Juan 4:19).

 

LA EFICACIA DEL EVANGELIO DEPENDE DE LA OBRA DE DIOS EL ESPÍRITU SANTO

 

“Pues nuestro evangelio no llegó a vosotros en palabras solamente, sino también en poder, en el Espíritu Santo y en plena certidumbre, como bien sabéis cuáles fuimos entre vosotros por amor de vosotros” (1 Tesalonicenses 1:5).

 

“”He aquí, yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros; pero quedaos vosotros en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investidos con poder desde lo alto…Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra” (Lucas 24:49; Hechos 1:8).

 

“Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios” (Hechos 4:31).

 

“Y ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder, para que vuestra fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios” (1 Corintios 2:4-5).

 

“Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuese, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré. Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio. De pecado, por cuanto no creen en mí; de justicia, por cuanto voy al Padre, y no me veréis más; y de juicio, por cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado” (Juan 16:7-11).

 

LA IMPONENTE AUTORIDAD DEL EVANGELIO ES LA PALABRA DE DIOS

 

“Siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la Palabra de Dios que vive y permanece para siempre. Porque: toda carne es como hierba, y toda la gloria del hombre como flor de la hierba. La hierba se seca, y la flor se cae; mas la palabra del Señor permanece para siempre. Y esta es la palabra que por el evangelio os ha sido anunciada” (1 Pedro 1:23-25).

 

“El, de su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que seamos primicias de sus criaturas” (Santiago 1:18).

 

“Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios” (Romanos 10:17).

 

“En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa” (Efesios 1:13).

 

“Y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz…Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios” (Efesios 6:15, 17).

 

“A causa de la esperanza que os está guardada en los cielos, de la cual ya habéis oído por la palabra verdadera del evangelio” (Colosenses 1:5).

 

EL ALCANCE DEL EVANGELIO ES UNIVERSAL

 

“Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura” (Marcos 16:15).

 

“Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre el Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo” (Mateo 28:19).

 

“Y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén” (Lucas 24:47).

 

“De cierto os digo que dondequiera se predique este evangelio, en todo el mundo, también se contará lo que ésta ha hecho, para memoria de ella” (Marcos 14:9).

 

“Y al que puede confirmaros según mi evangelio y la predicación de Jesucristo, según la revelación del misterio que se ha mantenido oculto desde tiempos eternos, pero que ha sido manifestado ahora, y que por las Escrituras de los profetas, según el mandamiento del Dios eterno, se ha dado a conocer a todas las gentes para que obedezcan a la fe” Romanos 16:25-26).

 

“Si en verdad permanecéis fundados y firmes en la fe, y sin moveros de la esperanza del evangelio que habéis oído, el cual se predica en toda la creación que está debajo del cielo; del cual yo Pablo fui hecho ministro” (Colosenses 1:23).

 

“Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador, el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad” (1 Timoteo 2:3-4).

 

“Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan” (Hechos 17:30).

 

“Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él” (Juan 3:17).

 

LA RESPONSABILIDAD DEL EVANGELIO ESTÁ PUESTA SOBRE EL PUEBLO DE DIOS (LA IGLESIA)

 

“Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura” (Marcos 16:15).

 

“Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo” (Mateo 28:19).

 

“Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra” (Hechos 1:8).

 

“Entonces Jesús les dijo otra vez: Paz a vosotros. Como me envió el Padre, así también yo os envío” (Juan 20:21).

 

“A griegos y a no griegos, a sabios y a no sabios soy deudor. Así que, en cuanto a mí, pronto estoy a anunciaros el evangelio también a vosotros que estáis en Roma” (Romanos 1:14-15).

 

“¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quién les predique? ¿Y cómo predicarán si no fueren enviados? Como está escrito: ¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas!” (Romanos 10:14-15).

 

“Pues si anuncio el evangelio, no tengo por qué gloriarme; porque me es impuesta necesidad; y ¡ay de mí si no anunciare el evangelio!” (1 Corintios 9:16).

 

“Sino que fuimos aprobados por Dios para que se nos confiase el evangelio, así hablamos; no como para agradar a los hombres, sino a Dios, que prueba nuestros corazones” (1 Ts. 2:4).

 

“Que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación. Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios” (2 Corintios 5:19-20).

 

“Y por mí, a fin de que al abrir mi boca me sea dada palabra para dar a conocer con denuedo el misterio del evangelio, por el cual soy embajador en cadenas; que con denuedo hable de él, como debo hablar” (Efesios 6:19-20).

 

“Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente y también al griego” (Romanos 1:16).

 

LA OPOSICIÓN AL EVANGELIO ES SATÁNICA

 

“Pero si nuestro evangelio está aún encubierto, entre los que se pierden está encubierto; en los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios” (2 Corintios 4:3-4).

 

“Y los de junto al camino son los que oyen, y luego viene el diablo y quita de su corazón la palabra, para que no crean y se salven” (Lucas 8:12).

 

“Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las acechanzas del diablo. Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes” (Efesios 6:11-12).

 

LA RESPUESTA DEL MUNDO AL EVANGELIO ES HOSTIL

 

Si el mundo os aborrece, sabed que a mí me ha aborrecido antes que a vosotros. Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero porque no sois del mundo, antes yo os elegí del mundo, por eso el mundo os aborrece” (Juan 15:18-19).

 

Porque la palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios” (1 Corintios 1:18).

 

“Y yo, hermanos, si aún predico la circuncisión, ¿por qué padezco persecución todavía? En tal caso se ha quitado el tropiezo de la cruz…Todos los que quieren agradar en la carne, éstos os obligan a que os circuncidéis, solamente para no padecer persecución a causa de la cruz de Cristo” (Gálatas 5:11; 6:12).

 

“Porque vosotros, hermanos, vinisteis a ser imitadores de las iglesias de Dios en Cristo Jesús que están en Judea; pues habéis padecido de los de vuestra propia nación las mismas cosas que ellas padecieron de los judíos” (1 Tesalonicenses 2:14).

 

“Por tanto, no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor, ni de mí, preso suyo, sino participa de las aflicciones por el evangelio según el poder de Dios” (2 Timoteo 1:8).

 

“Así que en cuanto al evangelio, son enemigos por causa de vosotros; pero en cuanto a la elección, son amados por causa de los padres” (Romanos 11:28).

 

“Hermanos míos, no os extrañéis si el mundo os aborrece” (1 Juan 3:13).

 

EL FRUTO DEL EVANGELIO ES EVIDENTE

 

“(el evangelio) que ha llegado hasta vosotros, así como a todo el mundo, y lleva fruto y crece también en vosotros, desde el día que oísteis y conocisteis la gracia de Dios en verdad” (Col.1:6).

 

“Pues nuestro evangelio no llegó a vosotros en palabras solamente, sino también en poder…porque ellos mismos cuentan de nosotros la manera en que nos recibisteis, y cómo os convertisteis de los ídolos a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero” (1 Tesalonicenses 1:5, 9).

 

“Para que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios; para que reciban, por la fe que es en mí, perdón de pecados y herencia entre los santificados” (Hechos 26:18).

 

ES REQUERIDO UN ANDAR DIGNO DEL EVANGELIO

 

“Solamente que os comportéis como es digno del evangelio de Cristo” (Filipenses 1:27).

 

“Para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios” (Colosenses 1:10).

 

“Os predicamos el evangelio de Dios. Vosotros sois testigos, y Dios también, de cuán santa, justa e irreprensiblemente nos comportamos con vosotros los creyentes” (1 Tesalonicenses 2:9-10).

 

“Por lo demás, hermanos, os rogamos y exhortamos en el Señor Jesús, que de la manera que aprendisteis de nosotros cómo os conviene conduciros y agradar a Dios, así abundéis más y más” (1 Tesalonicenses 4:1).

 

“Me he hecho débil a los débiles, para ganar a los débiles; a todos me he hecho de todo, para que de todos modos salve a algunos. Y esto hago por causa del evangelio, para hacerme copartícipe de él” (1 Corintios 9:22-23).

 

“Pablo, siervo de Jesucristo, llamado a ser apóstol, apartado para el evangelio de Dios” (Romanos 1:1).

 

 

“¡¡DÍGALO!!”

 

El Evangelio es un hecho; por lo tanto dígalo con sencillez.

 

El Evangelio es un hecho afortunado; por lo tanto dígalo alegremente.

 

El Evangelio es un hecho encomendado; por lo tanto dígalo fielmente.

 

El Evangelio es un hecho de infinita importancia; por lo tanto dígalo con seriedad.

 

El Evangelio es un hecho de amor infinito; por lo tanto dígalo con sentimiento.

 

El Evangelio es un hecho sobre una Persona; por lo tanto predica a CRISTO.

 

-Archibald Brown.

 

¡SALVO SOLO POR GRACIA!

 

No soy lo que debería ser.

No soy lo que quisiera ser.

No soy lo que espero ser

en otro mundo,

pero ya no soy lo que era,

y por la gracia de Dios

¡soy lo que soy!

(1 Corintios 15:10).

 

- John Newton

 

EL VERDADERO EVANGELIO

 

E. Schuyler English

 

En estos días de confusión religiosa, cuando se abusa de términos bíblicos tales como “nacido de nuevo”, es bueno mantener claras las definiciones, para que nuestro mensaje sea claro. Esto es particularmente pertinente a la palabra “evangelio”. ¿Qué es realmente el verdadero evangelio?

 

Permítame comenzar con una pregunta. ¿Cuál de estas tres afirmaciones define el evangelio? (1) Venga a Cristo y sígalo. (2) Arrepiéntase de sus pecaos y vuélvase a Dios. (3) Pídale a Cristo que lo salve y que venga a su corazón. Si ha contestado que ninguna de ellas es el evangelio, tiene razón. Cada una de ellas es una apelación basada en el evangelio, pero ninguna de ellas es el evangelio.

 

El evangelio, que significa simplemente “buenas nuevas”, es una declaración fidedigna sobre la Persona y obra de Jesucristo. Pablo lo define en su primera epístola a los Corintios: “Además hermanos os declaro el evangelio que os he predicado….que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras, y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras (1 Corintios 15:1-4). Eso es, y cualquier desviación de ello, distorsiona el mensaje y lleva al predicador de “otro evangelio” bajo el juicio de Dios, como lo declara tan rotundamente Pablo: “Si alguno os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema” (Gálatas 1:9).

 

Pablo usa seis términos para describir todo el alcance del evangelio que él predicaba:

 

1. El Evangelio de Dios (Rom.1:1). Aquí está el origen de las buenas nuevas. No se origina en el hombre, sino en Dios, quien “envió a Su Hijo en propiciación por nuestros pecados” (1 Juan 4:10) y envió a Su ángel a anunciar “nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo” (Lucas 2:10).

 

2. El Evangelio de Cristo (Gálatas 1:7). Aquí está el motivo de las buenas nuevas, como ya se ha dicho. Es la declaración de que Jesucristo, el eterno Hijo de Dios “vino al mundo para salvar a los pecadores” (1 Timoteo 1:15), que el Padre “cargó en Él el pecado de todos nosotros” (Isaías 53:6), y que Él resucitó nuevamente y que está a la diestra del Padre, intercediendo por nosotros (Romanos 8:34).

 

3. El Evangelio de la Gracia de Dios (Hechos 20:24). Aquí está la esencia de las buenas nuevas. Dios proclama que Él tiene un don inmerecido para toda la humanidad, salvación por medio de la fe en Su amado Hijo. “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe” (Efesios 2:8-9).

 

4. El Evangelio de vuestra Salvación (Efesios 1:13). Aquí está la acción de las buenas nuevas. Es el “poder de Dios para salvación a todo aquel que cree…” (Romanos 1:16). “Dios os ha escogido para salvación mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la verdad, a lo cual os llamó mediante nuestro evangelio…” (2 Tesalonicenses 2:13-14).

 

5. El Evangelio de la Paz (Efesios 6:15). Aquí está el resultado del evangelio—paz. Es la paz con Dios: “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo” (Romanos 5:1). También es paz de conciencia: “… la sangre de Cristo limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo” (Hebreos 9:14).

 

6. El Evangelio de Gloria (el “glorioso evangelio”) – (1 Timoteo 1:11). Aquí está la meta final de las buenas nuevas, para que quienes lo reciban, puedan compartir la gloria de Dios, tanto ahora como en la eternidad. “Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor” (2 Corintios 3:18). Cristo “gustó la muerte por todos… para llevar muchos hijos a la gloria” (Hebreos 2:9-10). “Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy, también ellos estén conmigo, para que vean mi gloria que me has dado; porque me has amado desde antes de la fundación del mundo” (Juan 17:24).

 

 

LAS BUENAS NUEVAS

 

D.L. Moody

 

No creo que en el idioma inglés haya una palabra menos entendida que la palabra evangelio. La escuchamos todos los días. La hemos escuchado desde nuestra más tierna niñez. Sin embargo, hay muchas personas –incluso muchos cristianos— que no saben lo que realmente significa.

 

La palabra evangelio significa “buenas nuevas”. El evangelio son buenas nuevas de gran gozo.

 

Nunca descendieron del cielo mejores noticias que el evangelio. Nunca han llegado a oídos de la familia humana mejores noticias que el evangelio. Cuando los ángeles descendieron a dar las nuevas, ¿qué dijeron a esos pastores en los campos de Belén? “¿He aquí, os traigo malas noticias?” ¡No! “He aquí, os doy buenas nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo; que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador” (Lucas 2:10-11).

 

Si un hombre recibiera un mensaje urgente, ¿no podría ver en su mirada qué clase de mensaje contiene? Si trajera buenas noticias, lo verías al instante en su cara. Si le dijera que su hijo, que se encuentra lejos en un país extraño, un hijo pródigo, había vuelto en sí, como lo hizo el de Lucas 15, ¿no crees que su cara se iluminaría de alegría? Y si su esposa estuviese con él, él no esperaría llegar a casa o hasta que ella le preguntara por la carta. El se la pasaría y la cara de ella también se iluminaría al compartir su alegría.

 

Pero las noticias que trae el evangelio son más gloriosas que eso. Estamos muertos en delitos y pecados – y el evangelio ofrece vida. Somos enemigos de Dios – y el evangelio ofrece reconciliación. El mundo está en tinieblas – y el evangelio ofrece luz. Por cuanto los hombres no creerán el evangelio, que Cristo es la luz del mundo, el mundo está hoy en tinieblas. Pero en el instante en que un hombre cree, la luz del Calvario ilumina sus pasos y él camina en un eterno día de sol sin nubes.

 

Tuve el privilegio de ir a Richmond con el ejército del General Grant, donde escuché que los negros tendrían una reunión. Esta gente acababa de obtener la libertad; sus cadenas habían caído y estaban recién despertando al hecho de que eran libres. He escuchado a muchos hombres elocuentes, pero creo que nunca había escuchado una elocuencia tal coma la que escuché ese día en esa iglesia de negros, de un capellán del ejército del norte:

 

“Madres”, gritó, “regocíjense hoy. Sus hijos han sido quitados por última vez de sus brazos, para ser vendidos a un estado distante –son libres para siempre”.

 

“Jóvenes” gritó, “Alégrense hoy. Han escuchado por última vez el chasquido del látigo del capataz de esclavos –están libres para siempre”.

 

“Muchachas” exclamó, “Alégrense hoy. Han sido puestas en subasta y vendidas por última vez –son libres para siempre.

 

Nunca había estado en una reunión como esa. Hombres y mujeres y niños y niñas, todos exclamaban, “Gloria a Dios”. Ellos pensaban que eran buenas nuevas.

 

Pero, amigos míos, yo les traigo mejores noticias que esas. Ningún esclavo ha tenido jamás un amo tan miserable, malvado y cruel como quienes sirven a Satanás. Y al pobre pecador, que ha sido tan rebelde y descarriado, el evangelio trae un mensaje de perdón: “Reconciliaos con Dios” (2 Corintios 5:20). Es Su mensaje de amistad. ÉL murió para que nosotros podamos ser reconciliados con ÉL. Este evangelio de reconciliación, ¿no es un evangelio maravilloso?

 

Dios ofrece perdón a todo pecador sobre la tierra, que quiera aceptarlo. No me importa quien él sea ni lo que parezca. El puede ser el libertino más grande que haya caminado por las calles, o el mayor sinvergüenza que jamás haya vivido, o el más grande borracho o ladrón o vagabundo; pero vengo con buenas noticias para él…

 

“El que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente” (Apocalipsis 22:17). Yo sé que las palabras “el que quiera” significan todo hombre, mujer y niño de este mundo. Significa un adolescente, un anciano, una muchacha en la primavera de su vida, un joven que está destrozando el corazón de su madre, un borracho hundido en la miseria y el pecado. Mis amigos, ¿creerán estas buenas nuevas? ¿No creerás que se refieran a ti?

 

(Sermones Selectos, Moody Press)

 

 

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