Del Creyente
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Como
creyente en el Señor Jesucristo y basado en los hechos de la Palabra de Dios,
DECLARO ser REALMENTE LIBRE (Juan 8:36).
Mi
libertad se puede ver en tres ámbitos: Primero, respecto al dios de este siglo,
a quien antes pertenecía, he sido LIBRADO de la potestad de las tinieblas y he
sido trasladado al reino del amado Hijo de Dios (Colosenses 1:13), he sido
llevado de la potestad de Satanás a Dios (Hechos 26:18).
Segundo,
en cuanto a mi relación con el sistema de este mundo, mi Salvador se dio a Sí
mismo por mi, para librarme y rescatarme del presente siglo malo, conforme a la
voluntad de Dios, mi Padre (Gálatas 1:4).
Tercero,
respecto a la terrible esclavitud del pecado, las Escrituras dicen que aunque
antes era un esclavo del pecado, ahora soy un siervo de Dios (Romanos 6:17-22)
y que la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del
pecado y de la muerte (Romanos 8:2).
La fuente
de mi libertad se encuentra en la cruz de mi Señor Jesucristo en la cual
realmente me glorío (Gálatas 6:14). La cruz es mi Estatua de la Libertad. Fue
allí donde mi alma fue libertada. En la muerte de Cristo, yo morí, y ahora vivo
en la vida de Cristo (Romanos 6:4).
Basado en
los hechos inalterables de la Palabra de Dios, declaro con gozo que estoy
muerto al pecado pero vivo para Dios en Cristo Jesús mi Señor (Romanos 6:11).
No soy libre para vivir como yo quiera o guste. Soy libre para servir a Cristo
y hacer lo que a ÉL agrada, y vivir para Aquel que murió y resucitó por mi (2
Corintios 5:15).
Mi
Declaración no ha sido escrita por hombres, sino fue escrita por el Dios vivo.
No fue firmada por hombres, sino por el Señor Mismo y fue sellada con la sangre
de Cristo. Dios me ha declarado
VERDADERAMENTE LIBRE y debo permanecer firme en la libertad con que
Cristo me hizo libre (Gálatas 5:1).
Mi
Declaración no es una Declaración de Independencia, sino una “Declaración de
Dependencia.” Me declaro ser totalmente DEPENDIENTE de Dios. Por mi mismo no
puedo cumplir la ley. No puedo cumplir las justas normas de Dios. “El querer el
bien está en mi, pero no el hacerlo” (Romanos 7:18). Mientras más trato de
hacerlo por mi mismo, tanto más fallo, “porque no hago el bien que quiero, sino
el mal que no quiero, eso hago” (Romanos 7:19). De modo que reconozco que
Jesucristo es la única liberación de mi miserable yo (Romanos 7:24-25).
El Señor
Jesucristo es MI VID (Juan 15). ÉL es la FUENTE DE MI VIDA. Sin ÉL nada puedo
hacer, porque ÉL ES MI VIDA (Colosenses 3:3-4). La batalla es del Señor. ÉL
peleará por mí. La vida es del Señor, ÉL vivirá en mí. “Cristo vive en Mí”
(Gálatas 2:20). “Porque para mí el vivir es Cristo” (Filipenses 1:21). Yo no
puedo, pero ÉL puede. Siempre cuando yo trato, yo fallo; pero siempre cuando
confío, ÉL vence. Por lo tanto, con firme seguridad en mi Dios, reclamaré la
victoria que ÉL ganó y que ÉL me da: “Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da
la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo” (1 Corintios 15:5,7).