CAPÍTULO
5
En la Arena
Los
americanos hacen hoy muchas cosas para entretenerse y divertirse. Muchos acuden
a eventos deportivos como béisbol, fútbol, hockey sobre hielo o boxeo. Otros
asisten al teatro o al cine o a conciertos. Muchos disfrutan del “entretenimiento
en casa” cuando se sientan cómodamente en sus propias salas de estar y ven
televisión, televisión por cable, televisión satelital o videos. Muchos
americanos parecen tener un apetito insaciable (un apetito que nunca queda
satisfecho, que siempre quiere más y más) de entretenimiento y excitación y
placer.
El placer
en sí mismo no es pecaminoso. No tiene nada malo ir a un partido de béisbol o
pasar un tiempo agradable en la playa. El problema se presenta cuando
permitimos que el placer llegue a ocupar demasiado tiempo de nuestra vida de
modo que encubre y desplaza lo que es realmente importante. Este problema se
menciona en la última parte de 2 Timoteo 3:4—“(en los postreros días los
hombres serán) amadores de ___________________________________.” Gastarán su
tiempo y energía en la búsqueda de placeres que duran solo un momento (Hebreos
11:25), mientras que olvidan por completo los placeres que durarán para siempre
(Salmo 16:11).
Los
antiguos romanos eran personas que amaban el placer y buscaban el placer. Ellos
tenían lugares donde podían ir para divertirse y entretenerse. Muchos asistían
al teatro donde veían a los actores ejecutar dramas o juegos. Esto incluía
muchas veces música mundana y danzas licenciosas (mujeres bailando de una
manera que despierta pasiones sexuales). Muchos asistían al circo que incluía
carreras de caballos y carruajes, cacería de animales salvajes, juegos
atléticos, etc. Pero la forma de entretención más popular eran los COMBATES DE
GLADIADORES.
Los
Gladiadores
Un gladiador era una persona que se
trababa en una lucha a muerte con el
fin de entretener al público. La palabra viene de la palabra latina gladius
que significa “espada”. La mayoría de los gladiadores usaban la espada como su
arma ofensiva más importante. Estos hombres luchaban a matar. Ellos sabían que
si no mataban, ellos SERÍAN MUERTOS. Un boxeador profesional de hoy puede
perder una pelea y aún así salir con miles de dólares. Aún como perdedor, a
menudo es un ganador. Pero eso no era así para los gladiadores. Ellos sabían
que tenían que ganar. PERDER SIGNIFICABA MORIR. Los gladiadores no tenían
carreras muy largas. El pueblo romano venía a ver derramamiento de sangre y
muerte y exactamente eso es lo que veían.
¿Qué
piensas de gente que se deleita en ver matanzas y asesinatos? ¿Qué piensas de
gente que vibra y se emociona mirando como un ser humano es atacado y vencido y
muerto? ¿Qué nos enseña esto acerca del corazón malvado y depravado del hombre
(comparar Romanos 3:15-17)? ¿Se deleitarían los americanos modernos mirando
cómo otras personas son masacradas y asesinadas? (Más adelante pensaremos más
acerca de esto).
El
Anfiteatro Romano
Un
anfiteatro es un edificio oval o circular con hileras de asientos escalonadas
que rodean un espacio abierto. El antiguo anfiteatro era muy similar a nuestros
modernos estadios de fútbol. La palabra amphi
significa “a ambos lados”. Usualmente en un teatro la audiencia se sienta a un
solo lado. En un anfiteatro los espectadores están a ambos lados (sentados
alrededor del teatro).
La arena
es el espacio abierto del anfiteatro donde tenían lugar los combates de los
gladiadores. El anfiteatro más famoso del mundo romano era el Coliseo en Roma
(las ruinas de esta asombrosa estructura pueden aún verse en nuestros días).
Este edificio fue inaugurado en el año 80 A.C. y podía acomodar a 45.000
espectadores. Muchas veces se usó para luchas de gladiadores, pero también
podía ser usado para batallas navales ficticias.
El Coliseo
de Roma no fue el único anfiteatro. Cada ciudad grande en el imperio Romano,
desde Inglaterra hasta Siria, tenía un anfiteatro. Las únicas excepciones
fueron las ciudades de Grecia, porque estas luchas brutales nunca tuvieron
mucha aceptación entre el pueblo griego. Pero en Italia, Galia, África del
Norte y España, los anfiteatros eran muy populares y se encontraban en cada
ciudad grande.
¿Algún
Voluntario?
Miles y
miles de hombres morían en los anfiteatros romanos cada año. ¿De adónde sacaban
los romanos a todos estos gladiadores? No era la clase de trabajo o carrera a
la cual postulara la gente con afán.
¿De adónde
venían los gladiadores? Aquí hay una quíntuple respuesta:
Hoy día
tenemos Centros de Reclutamiento en el Ejército y la Marina y la Fuerza Aérea.
Los romanos tienen que haber tenido algún tipo de Centro de Reclutamiento de
Gladiadores. ¿Te habrías presentado como voluntario para ese trabajo? La paga
tiene que haber sido buena, pero las condiciones de trabajo estaban lejos de
ser deseables y el plan de retiro estaba fuera de este mundo (en el cielo o en
el Hades).
La
Terrible Historia de las Luchas de Gladiadores
Ver a los
esclavos luchando por sus vidas era un antiguo deporte etrusco (Etruria era una
antigua región en el centro de Italia).
Los romanos revivieron este horrible deporte en el tercer siglo A.C. La primera
lucha de gladiadores de que se tiene registro, tuvo lugar en el año 264 A.C. en
el foro de Roma. Consistió solo de tres parejas de gladiadores.
En el año
174 A.C., 74 gladiadores tomaron parte en una lucha de tres días bajo Tito
Flaminio. Pronto había cientos de gladiadores luchando. Las multitudes no
estaban contentas de ver solo a unos pocos hombres combatiéndose. Ellos querían
ver toda la arena llena de hombres y trataban de adivinar cuáles hombres
sobrevivirían. Ellos proponían su propia guerra (lucha) y luego se sentaban a
observar. La guerra verdadera es bastante mala. ¿Por qué querrían los hombres
crear la guerra como deporte? ¿Por qué quiere la gente ser entretenida con la
violencia?
En el
primer siglo A.C., Julio César presentó no menos de 300 parejas de gladiadores.
El Emperador Tito ordenó un espectáculo que duró 100 días. En el año 90 D.C. el
Emperador Domiciano desacreditó aún más los juegos al disponer una lucha entre
ENANOS y MUJERES. El Emperador Trajano organizó un gran espectáculo en el cual
había 5000 parejas de gladiadores.
Un
Emperador romano hasta se puso él mismo en acción. El Emperador Cómodo (finales
del segundo siglo) apareció al menos 735 veces en la escena, y disfrazado de
Hércules con garrote y piel de león, y desde una posición segura (donde sabía que no sería herido) mató a
incontables hombres y bestias.
Muchas
veces eran masacrados animales salvajes. Las multitudes gozaban viendo matar a
hombres y gozaban viendo matar a animales. Gozaban ver derramamiento de sangre,
fuera de hombre o de animales. Se deleitaba, por ejemplo, al ver como se
masacraba un elefante.
En la
inauguración del anfiteatro de Flavio, entre cinco y nueve mil bestias salvajes
(de acuerdo con diferentes relatos) fueron muertas en un día. Bajo Probo (281
D.C.) como cien leones, cien leonas, 200 leopardos, 300 osos y 1000 jabalíes
fueron masacrados en un solo día. ¿Pagarías dinero para ver semejante
espectáculo? ¿Encuentras que esto es divertido y entretenido?
El público
romano quería estos juegos
sangrientos. Eran muy populares entre la gente. Muy pocos líderes romanos
hablaron en contra de estas cosas.
El
Fin de las Luchas de Gladiadores
Felizmente
estos juegos duraron solamente 600 años. Incluso Constantino (de quién aprenderemos más en el próximo
capítulo), tan solo en el año 313 D.C. entregó a una gran multitud de los
bárbaros vencidos a las bestias salvajes para divertir a la gente. Pero más
tarde, en el año 325 D.C. Constantino emitió la primera prohibición de estos
sangrientos espectáculos.
¿Por qué
desaparecieron y cesaron estas luchas sangrientas? La Iglesia de Jesucristo fue
la razón número uno por la cual terminaron los juegos de gladiadores. Por la
influencia de creyentes y por su firme oposición a estos combates, los juegos
de gladiadores fueron prohibidos en el mundo civilizado. La única excepción
moderna es España y ciertos países de
América del Sur que aún entretienen a la gente masacrando animales. Llamamos a
esto corridas de toros.
La
Vida de un Gladiador
Muchos
gladiadores eran entrenados en escuelas y los que tenían éxito lograban ganar
bastante dinero. Los dueños de los gladiadores y los que operaban el anfiteatro
ciertamente acumulaban una considerable utilidad. Era un negocio muy lucrativo.
¿Es así también con los deportes hoy?
La vida de
un gladiador no era una vida fácil Estos hombres sabían que pronto los matarían
a menos que pertenecieran a los pocos sobrevivientes. Muchos trataron de
cometer suicidio. Los que eran exitosos llegaban a ser muy famosos. Se ha dicho
que un gladiador exitoso disfrutaba de una fama mayor que cualquier atleta o
boxeador moderno. Ellos no eran solamente “súper estrellas”, eran “super-super
estrellas”.
El
Espectáculo Mismo
Los
espectáculos eran anunciados con días de anticipación. La información era
colocada en las paredes de las casas y de los edificios públicos. Esta era la
campaña de publicidad. Las festividades del espectáculo comenzaban con una
procesión, para que todos pudieran tener una buena visión de los luchadores.
Luego había un simulacro de pelea. Esto servía quizás como pre-calentamiento
para los luchadores.
La
verdadera lucha era anunciada con trompetas. Los gladiadores que por algún
motivo se negaban a luchar eran obligados con azotes y hierros candentes. Un
hombre herido a veces pedía clemencia levantando su dedo índice. Entonces los
espectadores levantaban sus pañuelos en señal de perdón o lo condenaban a
muerte levantando sus puños con el pulgar hacia abajo. Los muertos o moribundos
eran arrastrados a un lugar especial (el spoliarium)
donde eran despojados de sus armas y posesiones, y los que aún no habían
expirado, eran muertos.
¿Quiénes
Eran En Realidad Condenados?
Los
espectadores, como ya hemos mencionado, a menudo condenaban a una persona con
la señal del “pulgar hacia abajo”. Estos espectadores estaban en realidad
condenándose a sí mismos. Ellos estaban
demostrando a todos cuán corruptos y malvados realmente eran ellos.
Estaban haciendo del asesinato un deporte. Observaban ansiosamente como miles
de hombres y animales eran sacrificados y masacrados para satisfacer su cruel curiosidad
y su sed de ver sangre. Juzga a estos romanos. ¿Eran inocentes o culpables?
¿Eran justos o depravados? ¿Podría una persona objetiva y honesta hacer otra
cosa sino mostrar con el pulgar hacia abajo a esta gente?
¿Son
Condenados los Americanos Modernos?
¿Qué de nosotros? ¿Qué de los que viven en la
América civilizada? ¿Asistimos a un estadio de fútbol para ver a los soldados
disparando y matándose unos a otros? Por supuesto que no…pero meditemos un poco
más sobre esto.
¿Hacemos
hoy del asesinato un deporte? ¿Se entretiene la gente hoy con el asesinato? ¿La
gente hoy se deleita viendo violencia? ¿Se divierte la gente viendo correr
sangre?
Es cierto
que los americanos no van al anfiteatro. Ellos van al teatro. Y es allí donde
ven una violencia que horrorizaría aún a los antiguos romanos. Solo 45.000
personas cabían en un gran anfiteatro, pero MILLONES de americanos van
semanalmente al cine o ven películas en sus hogares que, si así lo escogen,
están llenas de derramamiento de sangre, asesinatos, amputación de miembros,
orejas y ojos, y matando a la gente de las maneras más extrañas y crueles. Los
romanos tenían que mirar la violencia a distancia, pero los americanos pueden
ver la pantalla grande y observar en primer plano, con efectos sonoros y
efectos visuales computarizados, que son muy realistas. Ahora, con la
televisión cable y satelital y videos, millones de americanos pueden ver estas
sangrientas películas en casa cuando quiera lo deseen.
Es cierto
que hay una diferencia. Los romanos veían que las personas y animales eran
matados y su sangre era derramada en realidad. En las películas, es fantasía.
Los actores no son matados realmente y su sangre no es realmente derramada. Sin
embargo, la representación es muy real.
¿Debería
un creyente estar viendo esa violencia? Alguien podría objetar: “Pero los
asesinatos que veían los romanos eran reales. Los asesinatos que nosotros vemos
no son reales. La gente son solo actores de Hollywood. ¿Qué tiene de malo ver
eso?” ¿Hemos de llenar nuestra mente con esta clase de cosas? ¿Filipenses 4:8
nos da alguna instrucción en esta materia? ¿Hay cosas mejores con las cuales
ocupar nuestra mente?
¿Hay cosas
mejores para llenar nuestras mentes y alimentar nuestros ojos?
La
Posición Cristiana
¿Debe el
creyente cristiano tomar una posición firme contra cosas tales como películas
violentas, llenas de sangre y asesinato?
Cuando tus amigos hablan sobre esas películas (como si les entretuvieran
mucho), ¿protestas de alguna manera? ¿Ven ellos que tienes una actitud de
“pulgar hacia abajo” hacia esas cosas? ¿Condenas esas cosas?
¿Cuál era
la actitud de los primeros cristianos hacia los combates de gladiadores? Los
primeros cristianos renunciaban a esas cosas cuando se bautizaban. En otras
palabras, ellos consideraban que esas cosas eran parte de su pasada vida
pecaminosa y que ya no eran parte de su nueva vida en Cristo. LOS CREYENTES
TENÍAN PROHIBIDO ASISTIR A ESOS SANGRIENTOS JUEGOS Y EL QUE LO HACÍA ERA EXCOMUNICADO
(era echado de la iglesia). Tertuliano dijo, “la condición de fe y las leyes de
disciplina cristiana prohíben, entre otros pecados del mundo, la entretención
de los espectáculos públicos.” Los creyentes del primer siglo sabían que esas
diversiones excitaban toda clase de pasiones impuras como enojo, ira y lascivia.
¿Los
cristianos modernos toman una posición firma contra esas cosas? Quiera Dios
ayudarnos a separarnos de prácticas mundanas pecaminosas y de cualquier cosa
que sea contraria a la Palabra de Dios y que no agrade al Hijo de Dios.
Un
Gladiador que Escapó
En el año
73 A.C. toda Italia estaba aterrorizada por una banda de gladiadores dirigida
por Espartaco, que había escapado de un campo de gladiadores de Capua.
Espartaco se mantuvo durante dos años en el sur de Italia. Los romanos, con
todo su amor por la exhibición de gladiadores, fallaron en apreciar este
deporte, cuando toda Italia se transformó en una arena. Ellos amaban estas
contiendas EN TANTO NO LES AFECTARA PERSONALMENTE (“me gusta ver violencia,
pero espero ciertamente que nadie sea violento conmigo”).
Cuando
Espartaco fue finalmente vencido, seis mil de sus seguidores fueron
crucificados –muchas millas de víctimas clavadas y desfalleciendo--a lo largo
de la Vía Apia.
Persecución
Cristiana
Ya hemos
estudiado algo sobre la persecución romana contra los creyentes, especialmente
en los días de Nerón, el demente (ver Capítulo 2). Algunos prisioneros
cristianos fueron echados a los leones y osos en la arena. Los judíos también
fueron perseguidos. El General Tito presentó a miles de cautivos judíos después
de la captura de Jerusalén (70 D.C.) para la matanza en la arena. ¿Qué hicieron
los primeros cristianos ante esta persecución?
¿Se
juntaron para formar un ejército para pelear contra los romanos? ¿Renunciaron a
su fe cristiana, porque era muy costoso ser un creyente? No, los primeros
cristianos enfrentaron la crueldad con valentía, el odio con heroísmo y la ferocidad
con fe.
Podemos
ver un ejemplo de esa valentía y coraje en la vida y muerte de Policarpo, un
hombre que había sido enseñado personalmente por el Apóstol Juan. Policarpo vivió
en el segundo siglo D.C. El fue arrestado y llevado al gran anfiteatro en
Esmirna. Miles de personas estaban presentes para ver lo que sucedería. El
gobernante recordó a Policarpo su avanzada edad y lo urgió a renegar de su fe
cristiana: “Insulta a Cristo y te soltaremos.” Pero Policarpo respondió, “Le he
servido por ochenta y seis años y nunca me ha hecho ningún mal; ¿cómo puedo
blasfemar a mi Rey que me ha salvado? Soy cristiano.”
El
gobernador entonces gritó a la multitud, “¡Policarpo ha confesado ser
cristiano!” Las multitudes aullaron, con sus pulgares hacia abajo, “¡Que sea
quemado!” Juntaron madera e hicieron una pila. Policarpo pidió no ser atado a
la estaca. “Déjenme así”, dijo, “El que me da fuerzas para soportar las llamas,
también me capacitará a permanecer firme en la estaca sin necesidad de clavos.”
Cuando la pila fue encendida, Policarpo ofreció valientemente a su Dios una
última oración y las llamas finalmente lo consumieron. El murió en el año 156
D.C.
Antes de
compadecer a personas como Policarpo, debemos recordar que el fuego por el cual
pasó este hombre duró solo un breve momento. Cuando la gente amenazó quemar a
Policarpo en la hoguera a menos que negara a Cristo, uno de sus enemigos dijo,
“Quiero que el fuego te consuma, a menos que cambies de opinión.” Policarpo
respondió, “Tu amenazas con fuego que arde por un hora y luego se apaga; pero
ignoras el fuego del juicio venidero y el castigo eterno reservado para los
malos” (ver Mateo 25:41, 46). ¿Estas palabras de Policarpo nos ayudan a ver a
quién debemos realmente compadecer? Al condenar a Policarpo, se estaban
realmente condenando a sí mismos.
Los
creyentes también sufrieron grandemente bajo el Emperador Marco Aurelio
(161-180 D.C.). Este hombre decretó que la propiedad de los cristianos debía
ser entregada a sus acusadores. Puedes imaginarte que muchos estaban ansiosos
de poner sus manos sobre la propiedad de los cristianos y estaban muy
dispuestos a entregarlos cuando quiera se presentara la oportunidad. Los
creyentes que eran ciudadanos romanos, eran decapitados. Otros fueron echados a
las fieras salvajes en la arena del anfiteatro.
Los
paganos miraban y veían que los cristianos enfrentaban su muerte con valentía y
con un gozo que no se explicaban y con un coraje que solo Dios podía dar. La
última en morir fue Blandina. Ella había sido una espectadora de la muerte de
muchos otros y los había animado y alentado constantemente a permanecer firmes
hasta el fin. Con toda confianza en su Salvador ella entró en la arena. Una red
fue lanzada sobre ella. Luego fue expuesta a la furia de un toro salvaje. El
toro la corneó varias veces lanzándola por los aires. Finalmente ella murió.
En el año
205 D.C. otros creyentes fueron asesinados en la arena. A Satur, Secúndulo y
Revocato les mandaron que corrieran entre los cuidadores de las fieras. Estos,
dispuestos en dos hileras, los flagelaron severamente mientras corrían entre
ellos. Felicitas y Perpetua fueron echadas ante un toro bravo, que se lanzó
primero contra Perpetua, dejándola inconsciente; luego se abalanzó contra
Felicitas, y la empitonó terriblemente; pero no habían quedado muertas, por lo
que el verdugo las despachó con una espada. Revocato y Satur fueron devorados
por las fieras; Saturnino fue decapitado, y Secúndulo murió en la cárcel (de El
Libro de los Mártires de Fox).
Estos son
solo algunos de muchos ejemplos. Estos creyentes fueron testigos de Cristo y
pagaron un precio por ser testigos. Dios les dio fuerzas y coraje e incluso
gozo en su hora de necesidad. ¿Qué si tu vida misma estuviera en juego?
¿Estarías orgulloso de ser cristiano bajo esas circunstancias? Si asistir a la
iglesia te costara la vida, ¿asistirías? Supongamos que los comunistas se
tomaran nuestro país y demandaran la muerte de toda persona que confesara a
Cristo como Señor. ¿Permanecerías en silencio (ver Mateo 10:32-33)? ¿Has
confesado a Cristo como tu Señor (Romanos 10:9)? ¡Pásate al lado ganador!
Cristo nunca pierde. ÉL siempre gana, y, aún en la muerte, nosotros somos los
vencedores (1 Corintios 15:55-58).
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