Estimado Amigo

 

 

 

Esta presentación fue hecha por el Dr. Charles Woodbridge (1902-1995), quien fuera un estimado maestro de la Biblia americano. El Dr. Woodbridge recibió sus títulos académicos en la Universidad de Princeton y en el Seminario Teológico de Princeton y la Universidad de Duke.

 

 

 

Estimado Amigo...

 

 

Tengo algunas buenas noticias para darte. Son muy buenas noticias. Han sido de bendición para millones de hombres, mujeres, niños y niñas a través de los siglos. Son "nuevas de gran gozo." Pueden ser de inestimable bendición para ti. Te invito a leer con atención estas Buenas Nuevas.

 

Pero como fiel siervo del Señor, debo darte primero algunas malas noticias. Son muy malas noticias. No podemos apreciar debidamente las Buenas Noticias a menos que entendamos las malas noticias.

 

El Dios omnipotente es justo. ÉL es santo. ÉL ha revelado al hombre Su justicia y Su santa ley.

 

La mala noticia es que todos nosotros, sin excepción, hemos quebrantado la ley de Dios y no hemos vivido a la altura de Sus demandas. Hemos transgredido la Ley en palabras, en pensamientos y en hechos.

 

Hemos pecado contra Dios (Romanos 3:23)

 

Para peor...Dios no tolerará el pecado. "La paga del pecado es muerte" (Romanos 6:23), que es separación de Dios por toda la eternidad.

 

Y para más remate, no podemos salvarnos a nosotros mismos de esta terrible situación.

 

No nos salvará nuestro carácter.

No nos salvará nuestra conducta.

No nos salvará nuestra fuerza de voluntad.

No nos salvará ser miembro de alguna iglesia.

No nos salvará nuestro pastor.

 

Necesitamos desesperadamente un Salvador.

 

* * * * * * *

 

Y ahora las Buenas Nuevas. Es cierto que Dios es justo y santo. Pero ÉL también es amor y bondad, es misericordioso y compasivo. ÉL nos ama con un amor tierno e infinito. Nos ama de tal manera, que intervino en la historia humana y nos envió al Salvador que necesitamos.

 

¿Quién es este Salvador, este maravilloso don de amor de Dios el Padre? Es Jesucristo, el bendito Hijo del Dios viviente. Oh, cómo damos gracias y alabamos al Todopoderoso por compadecerse de nuestra necesidad y rescatarnos de nuestra miserable condición.

 

¡Cuán maravillosas Buenas Nuevas son éstas!

¿Y cómo fue solucionado divinamente el problema de nuestro pecado y de la muerte resultante?

 

La Biblia es muy clara. Escuchemos su mensaje con un corazón humilde y agradecido. Tomemos en cuenta su solemne advertencia y su benigno llamado. Aceptemos gustosamente su clara y apremiante invitación.

 

Esto es lo que el bendito Señor Jesús hizo por pecadores perdidos. Y estas son ciertamente Buenas Nuevas.

ÉL, el impecable Hijo de Dios, llevó nuestros pecados y nuestra vergüenza sobre sí. "Él mismo llevó nuestros pecados en Su cuerpo" (1 Pedro 2:24) cuando murió en la cruz del Calvario. ÉL "murió por nuestros pecados" y "resucitó al tercer día conforme a las Escrituras" (1 Corintios 15:3,4).

 

El profeta Isaías escribió con elocuencia: "ÉL herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre ÉL, y por Su llaga fuimos nosotros curados" (Isaías 53:5).

 

La justicia de Dios se reveló en la sentencia de muerte. El amor de Dios se manifestó en que la pena de muerte no fue ejecutada en los pecadores que la merecían, sino en Su amado Hijo.

 

* * * * * * *

 

¿Cuál es entonces mi privilegio y mi deber? Debo reconocer que necesito un Salvador. Debo darme cuenta que soy un pecador perdido y entregar mi corazón al Señor Jesucristo con fe y devoción sincera.

 

Con todo mi ser, mi intelecto, mis emociones y mi voluntad debo confiar en ÉL como mi Salvador personal-- como Aquel que derramó Su preciosa sangre en la cruz para que yo pueda ser limpiado, perdonado y aceptado como justo ante Dios.

 

"Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo..." (Hechos 16:31)--salvo de la culpa y pena del pecado, nacido de nuevo en la familia de Dios (Juan 3:3) y redimido por la sangre del Cordero de Dios (1 Pedro 1:18,19).

 

Este es el plan de salvación de Dios. Los que aceptan el plan y reciben a Cristo como su Salvador, tienen vida eterna (Juan 3:16). Sus pies están seguros en la senda real que los lleva al cielo, su eterno hogar.

 

Los que rechazan al Salvador--y espero que no te encuentres en ese grupo-- experimentarán la ira de Dios.

¿Quién nos ha dicho esto? El amado apóstol Juan. El nos dio una solemne advertencia: "El que cree en el Hijo, tiene vida eterna" (Juan 3:36). ¿No es maravilloso esto? Cree y confía en Jesucristo con todo tu corazón como tu Salvador y recibirás la vida eterna y nunca serás separado del Señor a quien amas.

 

Te ruego que leas la segunda parte de Juan 3:36: "Pero el que rehúsa creer en el Hijo, no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él."

 

La ira de Dios. ¡Qué tragedia! ¡Qué tremendo juicio! ¡Qué irreparable pérdida!

 

Creamos a Dios. Tomemos en serio Su Palabra. Anclemos el destino de nuestra alma inmortal a la obra acabada de Cristo a nuestro favor.

 

Si nuestros corazones son humildes y receptivos, si nos volvemos al Señor Jesucristo con fe, nuestra eterna porción será un gozo sin fin en Su presencia. Las puertas del cielo se abrirán ante nuestra deslumbrada vista. Conoceremos la inexpresable delicia de estar para siempre en la presencia de nuestro adorable Señor.

 

¿Cuál es tu respuesta a la bondadosa invitación del Hijo de Dios?

 

Espero que sea una fe afirmativa, grata, sincera, positiva, madura. Te ruego que confíes en Cristo como tu Salvador, que te alegres que tus pecados son perdonados por causa de Cristo y que te unas a la compañía de los redimidos.

 

                  —Charles J. Woodbridge, Ph.D.

 

 

The Middletown Bible Church

349 East Street

Middletown, CT 06457

(860) 346-0907

http://www.middletownbiblechurch.org/spanish/index.htm

 

 

 

 


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