LA NECESIDAD DE UN OASIS

 

 

 

Este artículo está basado en una serie de cuatro mensajes entregados por el Pastor George Parsons el domingo 30 de agosto de 1987 y miércoles 30 de septiembre de 1987. Estos mensajes tratan con la responsabilidad de padres creyentes ante Dios, especialmente respecto a los hijos mayores que viven en el hogar.

 

 

¿QUÉ ES UN OASIS?

 

Un oasis se encuentra en medio de un desierto seco, monótono, deprimente, árido. En un terreno estéril, es un lugar donde se encuentra agua. Es un lugar de pastos verdes y árboles fructíferos. Es un área fértil, un lugar de vida. Para el que viaja a través del desierto, el oasis es un lugar de grato descanso. Es una cosa maravillosa llegar a un oasis. Es allí donde uno encuentra REPOSO y REFRIGERIO y RENOVACIÓN y RESPIRO y REJUVENECIMIENTO y RELAJACIÓN.

 

Vivimos en un mundo muy árido. Es seco y estéril (le falta la vida de Dios). Hay una gran necesidad de un oasis. Espiritualmente, un oasis es dondequiera está Dios. Es un lugar donde se puede encontrar la GRACIA, la GENEROSIDAD, la GLORIA y la GRANDEZA de Dios. Es un lugar donde uno puede encontrar compañerismo y amistad con Dios. Tu corazón puede ser y debe ser un oasis. Tu hogar puede ser y debe ser un oasis. Una nación (como Israel) que honra al Señor, puede ser un oasis.

 

EL HUERTO DE DIOS

 

El Huerto del Edén era un lugar especial donde se podía encontrar a Dios (Génesis 2:8, 15). Era el lugar en el cual Dios bendeciría y beneficiaría al hombre. En ese jardín el hombre tenía mucha libertad y privilegios (Génesis 2:16) y tenía la gran oportunidad de disfrutar de compañerismo y amistad con Dios. Era un lugar muy especial. Había reglamentos en el huerto del Edén. Junto con toda la libertad (Génesis 2:16) ellos también tenían una restricción (Génesis 2:17). Dios dio el mandato con gran énfasis y firmeza: “Porque el día que de él comieres, ciertamente morirás” (Génesis 2:17). El hombre no hizo las reglas, Dios las hizo. El jardín tenía el propósito de ser un lugar de compañerismo y amistad—Dios caminaba con el hombre y el hombre se complacía en Dios (cf. Génesis 3:8).

 

El hombre violó los reglamentos de Dios y terminó en un mal estado y condición (un estado y condición de pecado). “Y lo sacó Jehová del huerto del Edén….Echó, pues, fuera al hombre” (Génesis 3:22-24). Dios, en Su gracia lo sacó y lo expulsó del huerto. Era un lugar de compañerismo y amistad, pero Adán y Eva fueron echados. Dios estaba adentro, pero el hombre estaba afuera. Adán y Eva quebrantaron los REGLAMENTOS y fueron echados del huerto.

 

Dios dio la promesa de un Salvador (Génesis 3:15) y Adán y Eva creyeron la promesa y por medio de sacrificios ellos pudieron continuar teniendo compañerismo y amistad con Dios. Dios sacó a Adán y a Eva del huerto. Adán y Eva pusieron a Dios en sus corazones por vía del sacrificio y la fe.

 

CAÍN

 

El hogar de Adán y Eva era un oasis. A Caín no le importaron las REGLAS DEL HOGAR y no le importó el Dios del hogar. Por cuanto a Caín no estaba de acuerdo con las reglas del hogar y con el Dios del hogar, tuvo que DEJAR EL HOGAR. El SALIÓ (Génesis 4:16), porque DIOS LO ECHÓ (Génesis 4:14). Caín perdería los beneficios del hogar, que incluyen compañerismo, amistad, seguridad, protección, propósito, etc. En cambio, comenzó a construir su propia ciudad y su propia civilización para tratar de recuperar lo que había perdido, pero Dios no estaba en ello. Caín no quería que Dios estuviese incluido e involucrado en su vida, de modo que dejó el hogar y comenzó su propia casa, donde Dios fue dejado fuera.

 

ABRAHAM Y SU FAMILIA

 

La civilización de Caín continuó hasta el diluvio. La maldad del hombre era grande y los pensamientos de su corazón eran de continuo (todo el tiempo-mañana, tarde y noche) solamente el mal. Ese mundo impío fue juzgado. Después del diluvio, el pecado del hombre volvió a expresarse en Babel. Una vez más fueron construidos una ciudad y una civilización sin Dios y una vez más, Dios trajo un rápido juicio y los dispersó (Génesis capítulo 11).

 

Del linaje de Sem, Dios encontró a Abraham (Abram) y lo llamó a salir (Génesis 12:1). Abraham tenía que ABANDONAR la tierra de idolatría. Dios bendeciría a Abraham y Dios bendeciría aún a todo el mundo por causa de Abraham. Dios está buscando un corazón creyente que esté en comunión y amistad con ÉL. Nótese lo que Dios dice de Abraham en Génesis 18:18-19: “Porque yo sé que él MANDARÁ a sus hijos y a su casa después de sí, que guarden el camino de Jehová.” Dios sabía que Abraham tendría REGLAS DEL HOGAR (MANDAMIENTOS) y que él las haría cumplir. El tendría una familia y él la GOBERNARÍA. Su responsabilidad era GOBERNAR BAJO SU PROPIO TECHO, y eso es lo que él hizo. Por cuanto Abraham honró a Dios en su hogar, Dios bendijo a Abraham y a su descendencia (Génesis 18:19). Era su hogar y él velaría para que los que estaban  bajo su techo al menos honraran a Dios, aunque no fueran salvos. Era el lugar de Dios. Era el lugar de compañerismo y amistad. Era un lugar especial en el cual el Dios vivo y verdadero fue dado a conocer. Era un OASIS.

 

LA NACIÓN DE ISRAEL

 

De Abraham, Dios levantó una nación especial. Israel fue sacado de Egipto para honrar y adorar a Dios. Pero en la tierra prometida había gente impía que, por causa de su idolatría y pecado, estaba bajo el juicio de Dios. Esa gente debía ser ECHADA (Números 33:51-54). La tierra prometida debía ser un OASIS, un lugar de comunión y amistad con Dios. “Y si no echareis a los moradores del país de delante de vosotros, sucederá que los que dejareis de ellos serán por aguijones en vuestros ojos y por espinas en vuestros costados, y os afligirán sobre la tierra en que vosotros habitareis” (Números 33:55). “Aguijones en vuestros ojos” –algo afilado en tu ojo que realmente te molesta; “espinas en vuestros costados” – cada vez que te mueves sientes el pinchazo. La tierra de Israel debía ser un oasis, pero los hijos de Israel tenían que mantenerlo así, de lo contrario ellos serían fastidiados por su propio fracaso de arreglar el problema. El hogar del creyente debe ser un oasis y tiene que mantenerse así. Las cosas tienen que arreglarse. Tiene que haber REGLAS DEL HOGAR que honran a Dios. Las reglas del hogar tienen que CUMPLIRSE. No hacerlo, solo traerá disgusto y más y más problemas. Dios andaba en medio de Israel (Deuteronomio 23:14 y comparar Génesis 3:8) y Dios demanda que Su territorio sea santo. Dondequiera está Dios, ese lugar es TIERRA SANTA. Donde Dios está, el mal tiene que ser tratado por confesión, corrección, castigo, etc. ¿Está Dios en tu hogar? ¿Es honrado Dios en tu hogar? ¿Los que están bajo tu techo honran al Señor en el Día del Señor?

 

Nótese con atención Deuteronomio 31:11-12. Todo Israel debía venir para oír la ley de Dios. Todos los que vivían en la tierra de Israel tenían que venir al lugar de adoración. Hombres, mujeres y NIÑOS e incluso los extranjeros que estaban en el lugar, todos debían venir. Todos los que estaban en el territorio debían honrar al Dios que es el dueño del territorio y tenían que conocer Sus leyes. Si una persona visita un país extranjero, es conveniente que conozca las leyes de ese país. Incluso el extranjero o forastero debía reunirse con los israelitas. Esta persona era un adulto (tuviera 22 años de edad, 82 años o 100 años) que vivía en el territorio de Israel. Dios demandaba que esa persona estuviera presente en la reunión de Israel, para oír la Palabra de Dios. ¿Por qué? Porque Dios está en esta tierra y todos deben saber las reglas del hogar de Dios y cada uno en el país tiene que honrarlas. Los extranjeros vinieron a Israel desde otras partes del mundo, pero Israel no cambió las reglas por causa de estos forasteros que habían venido a vivir allí. Si el extranjero había venido para vivir en el territorio de Israel, tenía que adaptarse a los reglamentos del hogar de Israel. Tenía que honrar los caminos y las reglas y las leyes de Israel, y la obligación de vivir según las leyes de Dios no tenía nada que ver con su edad.

 

A veces nos dicen que cuando una persona llega a “cierta edad” ya no necesita vivir por las reglas. Cuando es un niño, tiene que asistir al servicio de la iglesia y seguir las reglas, pero cuando alcanza cierta edad, entonces tiene edad suficiente para decidir por sí mismo si asiste a la iglesia o no. Tiene edad suficiente para conducir un auto, tiene edad suficiente para votar, tiene edad suficiente para tener un trabajo a tiempo completo, tiene edad suficiente para luchar por su país, de modo que, ciertamente, tiene edad suficiente para decidir por sí mismo si acaso quiere reunirse en la asamblea local de creyentes. Pero ese razonamiento es defectuoso. Tener “cierta edad” no exime a la persona de las REGLAS DEL HOGAR en el cual está, y en el hogar del creyente estas reglas incluyen honrar al Señor en los servicios regulares de la asamblea. Tener cierta edad da a la persona la opción de ABANDONAR el hogar si no quiere o rechaza seguir las reglas del hogar. SI SE NIEGA A HONRAR A DIOS (donde Dios y Su Palabra es honrado), ENTONCES ESTÁ FUERA DE LUGAR Y ESTÁ MANCHANDO EL TESTIMONIO. El no tiene el derecho de abandonar las reglas, pero tiene todo el derecho de abandonar el lugar donde se cumplen las reglas, pero al mismo tiempo pierde los beneficios y bendiciones que vienen por estar en un lugar bendecido por Dios. Pero debemos recordar también que no es en el oasis, sino a menudo en el árido desierto, donde la gente se da cuenta de su necesidad del Señor Jesucristo. Es muy difícil para los padres, pero a veces, el hecho de que el hijo o la hija abandonen el hogar, es algo que Dios puede usar para atraer finalmente a ese joven a Sí Mismo. Es doloroso tener que decir adiós a un joven que está yendo en dirección equivocada. El amor fuerte nunca es fácil. Desearíamos que la gente joven pudiera aprender por el camino fácil, pero ellos a menudo, tal como nosotros, tienen que aprender por el camino duro.

 

A la nación de Israel se le dijo que ellos tenían que MANDAR a sus hijos (Deuteronomio 32:46). Los padres tienen todo el derecho de MANDAR a sus hijos. De hecho, es más que un derecho, es una OBLIGACIÓN. “Porque no os es cosa vana; ES VUESTRA VIDA (una relación con Dios que incluye compañerismo y amistad)” (Deut. 32:47). “Hijos, obedeced a vuestros padres en el Señor, porque esto es justo. Honra a tu padre y a tu madre…para que te vaya bien” (Efesios 6:1-3). ¿DÓNDE ESTÁS TRATANDO DE ENCONTRAR TU VIDA? ¿QUÉ, QUIÉN ESTÁ DIRIGIENDO TUS PASOS A TRAVÉS DEL TIEMPO?

 

Dios está en todo lugar (Omnipresente). ÉL está al alcance de cualquiera en el mundo (ver Hechos 17:27). SU Palabra está cerca y al alcance (ver Romanos 10:8). Dios está presente en todas partes, pero conocer a Dios personalmente es otra cosa. Dios tiene una manera especial para darse a conocer. ÉL hizo esto con la nación de Israel. ÉL demandó su atención, porque ÉL estaba en medio de ellos. Dios los separó de los otros pueblos (Levítico 20:24-25): ¿Por qué? Para que ellos le pertenecieran a ÉL de una manera especial en comunión y amistad (Lev. 20:26), para que se dieran cuenta del poder, de la presencia y de la voluntad de Dios. Era una relación maravillosa.

 

SALOMÓN

 

Israel tenía una relación única con Dios. Ellos eran un pueblo apartado. El pueblo de Dios tiene que honrar a Dios y respetar Sus reglas. ¿Por qué tiene que hacer esto? “A fin de que todos los pueblos de la tierra sepan que Jehová es Dios y que no hay otro” (1 Reyes 8:57-60). Los israelitas, según indicaba la oración de Salomón, debían tener con Dios una relación tal, que Dios fuera para ellos Dios de una manera real y maravillosa. El propósito de esto no era solamente para Israel, sino para que todo el mundo supiera que ellos también podían tener una relación así. Aplicación: Dios debe ser conocido de tal manera en tu hogar, que una persona no puede entrar en tu hogar y no saber que Dios está allí. Hay algo muy especial y diferente en un corazón que honra a Dios. Hay algo muy especial y diferente en un hogar que honra a Dios. Hay algo muy especial y diferente en una iglesia que honra a Dios (1 Corintios 14:24-25). Hay algo muy especial y diferente en una nación que honra al Señor: “Bienaventurada es la nación cuyo Dios es Jehová” (Salmo 33:12). ¿Es este Dios el SEÑOR de tu corazón y el SEÑOR de tu hogar?

 

ELÍAS

 

Elías desafió al pueblo, “¿Hasta cuándo claudicaréis vosotros entre dos pensamientos? Si Jehová es Dios, seguidle; y si Baal, id en pos de él” (1 Reyes 18:21). “Claudicar” significa “cojear, dar tumbos con pasos inconstantes, como haría un cojo.” Se usa para una persona de doble ánimo, que dice SI a Dios y luego dice NO a Dios, siendo ambivalente, ambigua, indecisa. Elías estaba diciendo a la gente que debía tomar una decisión. No puedes tener a Dios en la sala de estar y a Baal en el sótano. No puedes tener a Dios en el altar familiar y más tarde a Baal. Tienes que ser CONSISTENTE. Tienes que ser un PAGANO consumado o un CREYENTE consumado. Aplicación: ¿A quién seguirá tu familia? ¿Quién será SEÑOR en tu hogar? ¿Las reglas de quién seguirás? Este principio también está ilustrado en el versículo familiar que se encuentra en 2 Crónicas 7:14. Dios está diciendo (parafraseando): “Si mi pueblo permanece en el lugar apropiado y me honra en su corazón y en su hogar y en su nación, entonces serán bendecidos. De lo contrario, las cosas que ellos honran les asolarán y molestarán y hostigarán todos los días de su vida.”

 

Nótese 2 Crónicas 7:14. Dios se interesa por lo que nuestro corazón le dice. ÉL quiere saber qué lugar ocupa ÉL en nuestro corazón, en nuestro hogar, en nuestra nación. ¿Qué lugar ocupa? ¿En el closet? ¿En la cocina? ¿Tiene acceso a cada departamento de nuestra vida, incluso el sótano y el ático?

 

DOS REYES DIFERENTES

 

En 2 Crónicas 33 leemos sobre el rey Manasés, el mayor corruptor de Israel. El gobernó durante largos 55 años. Fue un pésimo reinado, pero al pueblo así le agradó. Este hombre introdujo todos los ídolos imaginables (vs.3-6). Pero en 2 Crónicas 34 leemos acerca de su nieto Josías. ¡Qué contraste! Él fue de ídolo en ídolo, destruyéndolos a todos. El determinó que su reinado honraría a Dios y por esto la nación fue bendecida por Dios. Deberíamos notar que el rey era el líder de la nación y que él era el hombre que era responsable ante Dios. El era responsable de tener un corazón recto ante el REY DE REYES, honrando los preceptos del REY y haciéndolos cumplir. Aplicación: Cuando Dios no es honrado en el hogar, el fracaso es de los padres. No culpen a los hijos. Los padres deben tener el control y ellos son responsables ante Dios.

 

EL MÁS EXCELSO DE TODOS LOS REYES

 

Zacarías capítulo 14 describe las condiciones del milenio. El Señor Jesucristo gobernará sobre toda la tierra. En ese tiempo, los que están bajo Su gobierno, tendrán que obedecer las leyes del reino. Todos tendrán que obedecer los REGLAMENTOS DE SU REINO. Esto no significa que todos serán salvos. ÉL aún tendrá enemigos, pero ellos se someterán al rey y se rendirán a ÉL con una obediencia fingida (Salmo 66:3). El Rey no dirá: “Por cuanto ustedes no son salvos, yo no espero que ustedes cumplan Mis leyes.” No, en el territorio del Rey (toda la tierra), todos tendrán que obedecer SUS leyes.

 

Un ejemplo específico de esto es Zacarías 14:16. Todos tendrán que venir a Jerusalén para celebrar la fiesta de los tabernáculos. Los que no lo hagan, serán juzgados con falta de lluvia o con plagas. Las reglas son claras y se han de cumplir rigurosamente. Si no vienes, estarás en problemas. Los que viven en el territorio del Rey, tienen que obedecer los reglamentos del Rey.

 

Aplicación: Los que están bajo el techo, tienen que obedecer las reglas del hogar y, ¿qué clase de  hogar creyente no tiene como norma el asistir a la iglesia? Toda familia que honra a Dios es una familia que honra el Día del Señor y no olvida congregarse en la reunión de los santos (Hebreos 10:25). Los padres que no exigen a sus hijos la asistencia a los servicios regulares de la asamblea están diciendo esto: “Es importante para nosotros, pero no lo consideramos importante para ti. Nosotros haremos lo nuestro y tú puedes hacer lo tuyo. Conocer a Cristo como Salvador y Señor y pertenecer por tanto en Su Cuerpo, no es lo más importante para nosotros. En nuestro hogar tú puedes decidir si vas o no a la iglesia. No te lo exigiremos. Tienes edad suficiente como para decidir por ti mismo. Esperamos que decidas ir, pero si no, está bien.” Dios no permita que pensemos así. ¿Qué mensaje estaría transmitiendo esto a los hijos menores del hogar? ¿Qué mensaje estaría dando esto a los vecinos que notarían si el domingo no van todos a la iglesia? ¿Qué mensaje estaría transmitiendo esto a las otras familias de la asamblea local y a otros jóvenes que están buscando una excusa para evitar tener trato con Dios?

 

Nuestro mensaje a nuestros jóvenes debería ser firme y claro. Ellos deben saber que en este hogar nada es más importante que honrar a Dios. Esto no es una opción, sino una obligación para todos en la casa. Como padres debemos presentar y señalar claramente al Dios vivo. Nuestro mensaje a los jóvenes es este: “Si dejas a Cristo fuera de tu vida, estás perdido y condenado.” Esta es la verdad y tenemos que hablar la verdad y tenemos que hablar la verdad con amor. ¿Estamos realmente preocupados por nuestros hijos? Hay algo que ellos necesitan mucho más que un techo sobre su cabeza, una cama para dormir y alimento para comer. Lo que realmente necesitan es la salvación de sus almas y solamente Dios puede realizar esto y Dios no se agrada cuando transigimos en nuestro hogar. NO debemos comprometer LAS SANTAS NORMAS DE DIOS. ¿Estás permitiendo que DIOS SEA DIOS en tu hogar?

 

Seamos un buen ejemplo para otros, para que reciban el mensaje correcto en cuanto a lo que enseña la Palabra de Dios. Recuerda que no queremos que los demás creyentes den un mal ejemplo a nuestra familia y a quienes conviven con nosotros. Cuando fracasamos en dar un buen ejemplo, esto causa dificultades. No quisiéramos tener que dar explicaciones por nuestra manera de pensar equivocada y nuestras malas prácticas quienes están tratando de hacer lo correcto. Es fácil conseguir el apoyo de los que piensan y actúan tan mal como nosotros. Es mucho más difícil explicar y cumplir con lo correcto que con lo malo. No quisiéramos (¿o sí?) que la iglesia local hiciera como nosotros o pensara como nosotros, etc. ¿Cuán seguros estaríamos realmente con Dios? ¿Cuánto nos acercará a Dios pensar de esa manera? ¿Cuántas personas serán convencidas realmente de su pecado y llegarán a ser salvas? ¿Cuánto honrarán la Palabra de Dios?

 

ARREGLAR EL PROBLEMA

 

Los padres son responsables de dar un ejemplo paternal piadoso. El requisito para ello es una devoción, lealtad y amor personal a Dios (Deut. 6:5 y versículos siguientes). El hogar debe estar centrado en los padres, no centrado en los hijos. El hogar no gira en torno a los hijos, sus deseos y sus actividades, etc. Debe girar en torno a Dios y a Su Palabra y encuentra su expresión en la relación matrimonial que dura para toda la vida. Los hijos, usual y normalmente crecen y en algún momento se van.

 

Los padres deberían establecer los cimientos y las reglas fundamentales antes de que los adolescentes lleguen a la adolescencia. Es necesario que las reglas del hogar les sean enseñadas a temprana edad.

 

La iglesia debe animar a los padres a seguir creciendo y aprendiendo, a ser personas más fuertes y a fortalecer sus matrimonios por amor a Cristo. Padres, las personas deben ser capaces de manejar y mantener pautas para sus propios corazones y para sus propios hogares.

 

Muchos de nuestros problemas los hemos causado nosotros mismos. Se deben a nuestra propia negligencia y fracaso de ser responsables. A veces un problema puede irse, pero no porque el problema fuera resuelto correctamente. No se dio la batalla y no se ganó la victoria. Los padres no hicieron lo que estaba bien, sino que con el paso del tiempo los eventos y las circunstancias cambiaron y el problema se fue. ¿Qué mensaje y testimonio tenemos entonces? ¿Cómo podemos ayudar y dar esperanzas a otros para avanzar bien?

 

Por ejemplo, un hijo de 22 años de edad se mete en ciertos problemas y necesita un lugar para quedarse. Los padres se preocupan y desean ayudar y abren su hogar. El hijo no tiene interés alguno en asistir a los servicios de la asamblea local y los padres no lo requieren. No se establecen REGLAS DEL HOGAR rectas y razonables o no se hacen cumplir. Los padres permiten que esta situación continué y nada se soluciona. Pasa el tiempo. Finalmente, después de varios meses, el hijo encuentra un lugar “mejor” para vivir y se va a vivir con sus amigos. El problema ha desaparecido. El hijo ya no está. Pero el problema nunca fue resuelto y no hubo victoria. Sólo sucedió que cambiaron las circunstancias. Es como el hombre que comete adulterio una y otra vez con otra mujer. Un día la mujer muere y es obvio que ya no comete adulterio. El nunca arregló el problema. Las circunstancias cambiaron las cosas, pero nada fue resuelto correctamente. El corazón de uno no creció en el conocimiento de Dios. Es solo cosa de tiempo hasta que el problema se presente nuevamente de una u otra forma.

 

Así es con los padres de nuestro ejemplo. No ganaron ninguna victoria y no tienen ningún testimonio para dar. Es solo cosa de tiempo y el problema surgirá de una manera u otra. El problema sigue allí aunque no se está expresando exteriormente en este momento. No hay oasis en ese hogar. No hay un mensaje claro para los santos o para los pecadores.

 

En nuestro hogar ejercemos autoridad de muchas maneras. Tenemos autoridad sobre las flores de nuestro hogar. Tenemos autoridad sobre las mascotas de nuestro hogar. Ejercemos autoridad  sobre nuestro automóvil en la cochera y exigimos que se mantenga de cierta forma, etc. ¿Por qué no ejercemos autoridad sobre nuestros hijos de una manera recta y sana?

 

¿No ejercen autoridad las naciones, padres, empleadores, escuelas, colegios, etc. inconversos y muestran preocupación acerca de ciertos actos y acciones que ellos consideran perjudiciales y nocivos? De hecho, ellos no tolerarán ni permitirán eso sin tomar alguna acción para corregir la situación.

 

Las escuelas establecen normas y reglamentos y las hacen cumplir: “La corte federal sostiene que las escuelas pueden reglamentar el acicalarse, si pueden demostrar que la pulcritud fomenta razonablemente un propósito educacional. Otras cortes federales han dicho que las escuelas son libres para regular el estilo de peinado y atuendo sin dar justificación alguna” (Everyday Law, Sept.1988, p.19).

 

Los padres establecen normas, altas o bajas o como sea, pero normalmente no fomentan el hacer mal, robar, violar, etc. Pero muchas veces fracasamos en enseñar y estimular las buenas conductas, especialmente a la luz de la Palabra de Dios. Permitimos y toleramos algo menos que lo mejor en nuestros hogares. Las normas han sido rebajadas.

 

Jóvenes que son adictos a las drogas, encuentran en su hogar un refugio que ampara y ayuda a su causa. El público llega a la conclusión de que esos padres están de acuerdo con lo que sus jóvenes o no tan jóvenes están haciendo. Hermanos, estas cosas no deben ser así.

 

El corazón, el hogar y la iglesia local del creyente deben ser lugares separados, gobernados por los principios de la Palabra de Dios. La PRESENCIA y la SANTA PERSONA de Dios hacen SANTOS a lugares, personas y cosas (Éxodo 3:1-5; Zacarías 14:20-21; etc.). Si eres realmente un creyente, el NOMBRE DE DIOS está en juego en tu corazón, en tu hogar y en tu iglesia.

 

EL QUINTO MANDAMIENTO

 

Los hijos tienen el mandato de HONRAR a sus padres (Éxodo 20:12; y compare Efesios 6:1-3). La palabra “honrar” significa “considerar, tratar como digno de honra.” Es lo contrario de tratar con liviandad, considerar a alguien como de poca importancia, o despreciar a alguien. La intención de Dios es que los padres sean un PUENTE entre los hijos y Dios. Por medio de los padres los hijos tienen la oportunidad de adquirir un concepto de Dios y hacer contacto con Dios. Los padres han recibido una autoridad delegada para gobernar y guiar a los hijos. Dios ha dado a los padres esta responsabilidad. Nunca olvides que tus hijos NO TE PERTENECEN. Tú no eres dueño de tus hijos. La relación que tienes con tus hijos es temporal, no eterna. Los padres deben señalar en todas las áreas CLARA y CONSISTENTEMENTE hacia Dios (cf. Deut. 6:4-9; 20-25).

 

No busques ser la razón, base o fundamento de tus hijos. Tú NO PUEDES ser el fundamento sobre el cual ellos descansan. Tú NO eres la base de su existencia…DIOS LO ES. Si tratas de sostenerlos, tus manos se debilitarán y vacilarán. Deposítalos en las manos de Dios. No te aferres a tus hijos de manera equivocada. Tus hijos no son y no deben ser la razón de tu existencia. ¿Qué sucede si son llevados por la muerte? ¿Se acabaría el significado y la razón de tu existencia? En Filipenses 1:21 no dice, “Para mí el vivir son MIS HIJOS.” No demos a nuestros hijos el lugar que solo pertenece y corresponde a Cristo. Por lo demás, no es lo que quieres para su vida lo que cuenta, sino lo que realmente cuenta es lo que Dios quiere.

 

En el hogar los hijos deben aprender a honrar a los padres, porque así es como aprenden a honrar a Dios. Los padres tienen que honrar a Dios. Como ha dicho Charles Bridge, el padre “no puede comunicar gracia a sus hijos (no puede salvar sus almas), pero al menos puede EJERCER RESTRICCIÓN y absolverse de la culpa de ‘honrar a sus hijos más que a Dios’” (The Christian Ministry, p. 166).

 

JOSUÉ

 

En los días de Josué el pueblo debía QUITAR lo que estaba mal en sus corazones, en sus hogares y en su nación (ver Josué 24:14). En Josué 24:15 Josué le dice al pueblo que no sea indeciso. Tienen que escoger. Josué ya había tomado CON FIRMEZA su decisión personal: “Pero yo Y MI CASA serviremos al Señor.” No solo él serviría al Señor, sino él velaría para que su casa también sirviera al Señor. El era responsable por su techo y también por la gente bajo su techo. El era responsable ante Dios. El era responsable de velar que los que estaban bajo su techo honraran y sirvieran al Señor.

 

Nótese la respuesta del pueblo en Josué 24:16-18. Sonaba muy bien (“nosotros serviremos a Jehová”) pero Josué dijo, “No podréis servir a Jehová, porque él es Dios santo” (v.19). Ellos dijeron, “NOSOTROS LO HAREMOS” y él dijo, “NO PODRÉIS”. ¿Por qué no? ¿Qué estaba mal? ¿No tenían buenas intenciones? Ellos tenían una mala actitud y seguían apegados a los ídolos. Estaban haciendo un compromiso verbal a Dios pero su corazón no era recto. Nuestro servicio a Dios tiene que ser CON TODO EL CORAZÓN (ver Deut. 10:12).

 

UN VERDADERO DISCÍPULO

 

“Si alguno viene a mí, y no ABORRECE a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, NO PUEDE SER MI DISCÍPULO” (Lucas 14:26). Josué había dicho “No podréis servir al Señor” (Josué 24:19). El Señor Jesús dijo, “No puedes ser Mi discípulo” (Lucas 14:26). El Señor Jesús tiene que estar en el centro mismo de nuestra vida. Nuestro AMOR por ÉL tiene que ser tan grande que, en comparación, nuestro amor por cualquier otra cosa o por cualquier otra persona sea como ODIO. Dios tiene que estar en el CENTRO. ÉL no tiene que ser como el rayo de una rueda sino como el eje de la rueda. No puedes tener a tu esposa, esposo, hijos o tú mismo en el centro. Nadie ni nada debe ocupar SU lugar. Jesucristo no puede ser reemplazado por nadie y por nada. “Para mi el vivir es __________” (Filipenses 1:21—y no lo reemplaces por nada y por nadie). El creyente tiene que vivir de tal manera que por sus hechos y sus dichos siempre está señalando hacia Dios, Quien es el centro. Las demandas de todos los demás tienen que ceder su lugar a las demandas de Dios. Dios tiene la prioridad sobre mí. Todo y todos los demás tienen que CEDER ante Dios.

 

“Se requiere de los administradores que cada uno sea hallado FIEL” (1 Corintios 4:2). Los padres creyentes tienen una mayordomía de Dios y Dios requiere fidelidad. Los padres fieles tienen que velar para que sus hijos también sean fieles (ver Tito 1:6, donde “creyentes” puede ser traducido como “fieles”). Puedes contar con que estos hijos se comporten debidamente en la iglesia, que no estén intranquilos, que estén en sujeción (1 Timoteo 3:4-5), etc.

 

¿Cuán importante es la asamblea local de creyentes? Los padres comunican a sus hijos la importancia o no importancia de la asamblea local de muchas maneras. Nada es más importante que ser creyente y ser parte del Cuerpo de Cristo y disfrutar de la VIDA que tengo en Cristo, aquí y ahora, para la gloria de Dios. La importancia suprema de esto se demuestra semanalmente y es percibida, para bien o para mal, por los que me rodean. Las luchas y esfuerzos en cuanto a la iglesia aumentan cuando no tenemos la actitud y el aprecio adecuados hacia Dios y Su Iglesia. La manera en que nos vestimos para ir a la iglesia, dice algo. Si estamos o no mirando nuestro reloj al final del servicio, dice algo. ¿Vemos realmente la grandeza de la iglesia como Dios la ve (1 Timoteo 3:15)?

 

EL PRIVILEGIO DE ESTAR EN

UN HOGAR CREYENTE

 

Cuando ambos padres son creyentes es razonable y correcto esperar que la Palabra de Dios esté operando en ese hogar. Cada uno permite que la Palabra de Dios instruya y dirija sus acciones. En cualquier asunto o tema sus corazones están unidos para hablar y estar JUNTOS—ambos padres estando de ACUERDO, diciendo SI o diciendo NO, según la necesidad y a la luz de la Palabra de Dios.

 

Cuando uno de los padres no confía en Cristo, esto causa problemas y divisiones—con un padre diciendo SI y el otro padre diciendo NO en un asunto dado.

 

El padre que confía en Cristo tiene que hacer lo que es recto. El otro padre sabe que tú estás bien, aun cuando él o ella están mal. Permite que la persona que no está en esto lo entienda y vea la necesidad de pensar bien, decidir bien, actuar bien, etc. El fracaso de uno no tiene que ser el fracaso del otro. El real problema muchas veces está de parte del padre creyente. Debemos seguir la Palabra de Dios y no los altos y bajos de nuestra alma o de quienes nos rodean. No somos de verdadera ayuda cuando nos sometemos a sus altos y bajos y si hacemos de su pensar y actuar nuestra norma en vez de la Palabra de Dios.

 

La presencia de un verdadero creyente en el hogar hace una gran diferencia (ver 1 Corintios 7:14). El cónyuge incrédulo es separado de una manera especial por la presencia del creyente que tiene una correcta relación con Jesucristo. Cuando Cristo está en casa en el corazón del creyente, toda la familia se beneficia. Incluso los hijos son “santos” o APARTADOS, están de una manera muy especial bajo la influencia de Dios. Tienen el privilegio y el beneficio de ser criados en un lugar donde Dios está cerca, aunque un solo padre sea un creyente serio. Todo extranjero que vivía en la tierra de Israel estaba bajo las bendiciones y privilegios de Dios por haberse asociado con el pueblo de Dios. Toda persona inconversa en el hogar es colocada bajo las bendiciones y los privilegios de Dios por su íntima asociación con un verdadero hijo de Dios.

 

“Pero si el incrédulo se separa, SEPÁRESE” (1 Corintios 7:14). El cónyuge incrédulo puede decir, “No quiero vivir más con este creyente. Nuestra manera de vivir y nuestros estilos de vida son totalmente diferentes y yo quiero salir de este matrimonio.” El o ella tienen esta opción. El creyente no puede dejar de ser creyente y no puede dejar de honrar a Dios, pero el incrédulo puede decidir abandonar el hogar. Lo mismo se aplica a los hijos cuando tienen edad suficiente. Si no quieren permanecer en un ambiente piadoso, si a ellos no les gustan las reglas del hogar, si no tienen interés en asistir a la asamblea, etc., entonces ELLOS PUEDEN SALIR. Nosotros no tenemos que cambiar las reglas para que les acomode a ellos. No debemos comprometer nuestras normas que honran a Dios. Con la gracia de Dios tenemos que guardar los límites.

 

Por supuesto que esto no se aplica a los hijos más pequeños. Si un hijo de siete años dice, “No me gusta ir a la iglesia y no quiero ir más”, ¿Qué deben entonces hacer lo padres? En primer lugar, los padres son los que ponen las reglas, no los hijos. Demasiados hogares hoy en día son manejados los hijos que siempre se salen con la suya para su propio perjuicio y para vergüenza de sus  padres. En segundo lugar, el asunto no es lo que les gusta o no gusta. A los niños puede no gustarles la escuela o puede no gustarles ir al médico, pero nosotros los hacemos ir porque sabemos lo que es mejor para ellos. No les damos una opción. Queremos lo mejor de Dios para ellos, les guste o no les guste.

 

UN OASIS, NO UN REFUGIO

 

El hogar cristiano debe ser un oasis—un lugar especial donde se encuentran la gracia, la gloria, la generosidad, y la grandeza de Dios. El hogar cristiano no debe ser un refugio o un escondite para una persona joven que está llevando en un estilo de vida que es contrario a los principios morales de la Palabra de Dios. El hogar no es un santuario en el cual sancionamos las drogas, el alcohol, la inmoralidad sexual o cualquier otra clase de vicio. El hogar, que debe honrar a Dios, no debe ser un asilo o refugio para prácticas o estilos de vida que deshonran a Dios. Si un joven desea vivir en su hogar, tiene que ser según los términos de los padres, no según los términos del joven. No debemos permitirles que destruyan el oasis y el testimonio del hogar.

 

Cuando un joven ha estado lejos del hogar y luego desea regresar y vivir nuevamente en el hogar, este es el momento ideal para que los padres le expliquen clara y terminantemente cuáles serán las condiciones. No te apresures en permitirle volver sin explicarle primero concienzuda y detalladamente las reglas y regulaciones y lo que se espera y requiere, incluso cosas tales como la asistencia a la iglesia. La decisión del joven de regresar a casa también incluye la bien informada elección de ese joven de estar de acuerdo y de cumplir con todas las reglas de ese hogar que honra a Dios. Es un precio bajo a pagar por todos los beneficios del hogar- físicos, mentales, espirituales, etc.

 

EJEMPLOS NEGATIVOS

 

En Josué capítulo 7 se relata el pecado de Acán. Es solemne recordar que aunque Acán fue el que cometió el pecado, toda su casa murió, incluso los niños. Acán fracasó con la responsabilidad que  Dios le había dado y toda la familia pagó el precio. Dios consideró que toda la casa había fallado y los juzgó a todos. La cabeza del hogar es responsable por su hogar.

 

Los hijos de Elí eran hijos impíos o hijos despreciables (1 Samuel 2:12). A Elí no le gustaba lo que estaban haciendo, pero él permitió que siguieran haciendo lo malo. El no arregló el problema (1 Samuel 2:22-25). El fue un padre que honró más a sus hijos de lo que honró a Dios (1 Samuel 2:28-29). Sus hijos hacían y deshacían a su antojo. Elí estaba más dedicado a sus hijos que a su Dios. Dios tiene que ser honrado más que cualquier otra cosa o más que cualquier otra persona (ver 1 Samuel 2:30). Nuestra principal devoción no es a nuestros hijos ni a nuestro cónyuge, sino a la Persona del Señor Jesucristo.

 

TÚ ERES UNA NUEVA PERSONA

 

Los términos o límites que establecen los padres, gobiernos, empleadores, grupos deportivos, juntas de educación, etc. varían y son diferentes, dependiendo de muchos factores. Lo que pensamos acerca de la moral y las costumbres determina lo que es aceptable y lo que no es aceptable, lo que es tolerable y lo que no es tolerable.

 

Las sociedades tienen normas y costumbres diferentes. Lo que es aceptable en IRAN o en RUSIA etc., no es aceptable en Estados Unidos. Lo que es aceptable aquí, no siempre es aceptable en otras partes.

 

La gente cambia para mejor o para peor y también cambian los términos y límites de lo que es permisible dentro de sus dominios. Las drogas, el alcohol, el sexo, etc. están mal, pero a medida que pasa el tiempo, pueden llegar a ser aceptables. Las drogas, el alcohol y el sexo, etc. pueden estar mal para un niño de cinco años, pero estar bien para uno de 15 años. Las drogas, el alcohol y el sexo, etc. pueden ser malos para ti, pero para mí está bien. Cada cual hace lo que bien le parece.

 

Cuando uno se acerca a una nueva sociedad, uno tiene que ajustarse a nuevos términos, límites, normas para sobrevivir, para tener un éxito razonable. Cuánto más, cuando una persona es salva y llega a pertenecer al REINO DE DIOS, llega a ser un CIUDADANO DEL CIELO y un EMBAJADOR DE CRISTO—una NUEVA CRIATURA. Ahora hay nuevas normas, pautas y límites basados en la infalible Palabra de Dios. “Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale nada ni la incircuncisión, sino una nueva creación (Gálatas 6:15). Es necesario renovar TU NUEVO YO, permitiendo que el Señor Jesucristo sea el Residente y Presidente en el corazón y en el hogar.

 

LOS REGLAMENTOS DE DIOS EN MI CORAZÓN
Y EN MI HOGAR

 

No solamente los ancianos, sino todo padre creyente tiene que gobernar bien su casa (1 Timoteo 3:4-5). El tiene que mandar y gobernar y presidir y ser responsable. Tiene que cuidar de su propio corazón y cuidar de su propia casa. Si no puede mandar en su propia casa, entonces está descalificado para cualquier clase de liderazgo en la asamblea, porque si no puede cuidar de su propia familia, ¿cómo puede ser un ejemplo y una ayuda para todas las demás familias en la asamblea (1 Timoteo 3:5)? ¿Cómo puede decir a otros que arreglen sus problemas correctamente si él no está arreglando sus propios problemas?

 

No es tarea tuya salvar el hogar. Es Dios quien tiene que salvar. Tu tarea es guardar el territorio y mantener el lugar donde Dios puede bendecir, beneficiar, ser benevolente y misericordioso. Tu tarea es asegurar que tu hogar siga siendo un OASIS. Tú no puedes convertir a los hijos. Esa es tarea de Dios. Tu tarea es honrar a Dios y deleitarte y entusiasmarte en Cristo de tal manera, que todos los que están bajo tu influencia sepan que “Dios está en este lugar”. ¿Estás dispuesto a arreglar lo que está mal en tu corazón para que puedas recibir las bendiciones y los beneficios de Dios? Tu corazón debe ser un oasis. ¿Estás dispuesto a arreglar lo que está mal en tu hogar para recibir loas bendiciones y beneficios de Dios? Tu hogar debe ser un oasis.

 

Permite que Dios muestre su amor a y por medio de tu corazón creyente. No seas cobarde, no hagas compromisos. No temas ponerte del lado de Dios en cada asunto. Sigue la voluntad de Dios para ti mismo y para otros. Esto comienza al entender que Dios tiene la autoridad, el derecho y el poder de gobernar como EL CREADOR y EL SALVADOR del mundo. No pidas disculpas por Dios. No te excuses por otros. No alientes sus excusas.

 

Asegurémonos de permanecer espiritualmente aprobados, rectos, sanos y fuertes. Dejemos que los tiempos y las circunstancias y las tempestades nos acerquen a la Persona de Dios  quien es todopoderoso y lleno de paz (Filipenses 4:6, 7, 13).

 

 

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