El Templo Milenial de

Ezequiel 40-48

 

(Un Ejercicio de Interpretación Literal)

 

Dr. John Whitcomb

(usado con permiso)

 

Los que han descubierto que la clave para interpretar debidamente la Palabra de Dios es entenderla de una manera literal/normal, descubrirán también que Ezequiel 40-48 no es un fastidio para el estudiante de la Biblia, sino una delicia. Cuanta alegría trae Dios al corazón del creyente cuando se da cuenta, quizás por primera vez, que Dios no nos dio ninguna porción de Su Palabra para confundirnos, sino más bien para instruirnos. Dios realmente quiere decir lo que dice.

 

Los últimos nueve capítulos de Ezequiel casi sirven como un desafío para el pueblo de Dios. En palabras de Charles Lee Feinberg, un gran erudito del Antiguo Testamento del siglo 20, “junto con otros pasajes clave del Antiguo Testamento, como Isaías 7:14 y 52:13-53:12 y porciones de Daniel, los capítulos finales de Ezequiel forman una especie de línea divisoria en el área de la interpretación bíblica. Es una de las áreas en las cuales la interpretación literal de la Biblia y el método espiritualizado o alegórico difieren totalmente. Aquí los amilenaristas y los premilenaristas se sitúan en polos opuestos. Cuando treinta y nueve capítulos de Ezequiel pueden ser entendidos detallada y seriamente como también literalmente, no hay a priori una razón válida para entender -esta extensa sección del libro de una manera completamente diferente” (The Prophecy of Ezequiel [Chicago: Moody Press, 1967], p.233).

 

Dios cumplirá sus promesas a Abraham, Isaac y Jacob. El “pueblo escogido” de Dios disfrutará algún día de su “tierra prometida”, después que haya experimentado una regeneración nacional (Jeremías 31:31-34; Romanos 11:25-26). No solo para la Iglesia, sino también para Israel, son irrevocables los dones y el llamamiento de Dios” (Rom.11:29).

 

Presentaremos a continuación siete argumentos a favor y tres argumentos en contra de la interpretación literal de Ezequiel 40-48.

 

Argumentos a Favor de la Interpretación Literal

 

1.     Una cuidadosa lectura de Ezequiel 40-42 da una clara impresión de un futuro templo literal en Israel por causa de la gran cantidad de detalles en cuanto a sus dimensiones, sus partes y sus contenidos (ver Erich Sauer, Desde la Eternidad hasta la Eternidad, capítulo 34). Por cierto, si en las Escrituras se da tanto espacio a una detallada descripción de este Templo, se puede asumir, sin temor a equivocarse, que será tan literal como el Tabernáculo y el Templo de Salomón. El hecho de que su estructura y sus ceremonias tengan un significado simbólico y espiritual preciso no puede ser usado como un argumento en contra su existencia literal. Porque el Tabernáculo era una estructura literal, a pesar del hecho que estaba lleno de significado simbólico y representativo. Tal razonamiento podría negar fácilmente la literalidad de la gloriosa Segunda Venida de Cristo basándose en que aquellos pasajes que describen Su venida están llenos de expresiones simbólicas (ver Mateo 24 y Apocalipsis 19).

 

2.      A Ezequiel se le dieron instrucciones específicas de “contar todo lo que ves a la casa de Israel” (40:4), lo que parece extraño si el Templo sólo simbolizara verdades generales.

 

Aún más significativo es el hecho de que los Israelitas debían “guardar toda su forma y todas sus reglas y ponerlas por obra” (43:11). Esto es un paralelo exacto al modelo del Tabernáculo que Moisés vio en el monte, y que Dios le ordenó construir (Éxodo 25:8, 9).

 

3.      Todos estarán de acuerdo que el templo de Ezequiel 8-11 fue el templo literal de los días de Ezequiel, si bien el profeta lo vio “en visiones de Dios” (8:3), mientras él mismo estaba en Babilonia (8:1). En estos cuatro capítulos encontramos mencionada  “la puerta de la entrada de adentro” (8:3), “el atrio” (8:16), “el altar” (8:16), “el umbral de la casa” (9:3), “la entrada de la puerta oriental de la casa de Jehová” (10:19). En lugar del templo literal, en los capítulos 40-42 encontramos la descripción de un templo imaginario en términos similares o idénticos: “en visiones de Dios” (40:2; cf.8:3), “la entrada de la puerta de adentro” (40:27; cf.8:3), “la entrada del templo” (40:48; cf.8:16), “el altar” (43:18; cf.8:16), y “la puerta que daba al oriente” (43:4; cf.10:19), por la cual se ve entrar la gloria del Dios de Israel, exactamente tal como había partido, de acuerdo a 10:19 y 11:23. Ahora, si el templo milenial no ha de ser una realidad, ¿por qué insistir en que el regreso del Dios de Israel ha de ser una realidad?

 

4.      Ezequiel no es el único profeta que vio un futuro Templo glorioso para el pueblo escogido de Dios, Israel, completo, con sacrificios de animales en la Tierra Santa:

 

a)  Profecías de un Templo Milenial:

Joel 3:18

Isaías 2:3

Isaías 60:13

Daniel 9:24

Hageo 2:7,9

 

    b)  Profecías sobre sacrificios de animales en el futuro Templo:

Isaías 56:6,7

Isaías 60:7

Jeremías 33:18

Zacarías 14:16-21

 

5.      Dios ha prometido decididamente al linaje de Sadoc un sacerdocio perpetuo (1 Samuel 2:35; 1 Reyes 2:27, 35).  Esto confirma la promesa de Dios de un sacerdocio perpetuo al el antepasado de Sadoc, Finees (Números 25:13), lo cual también confirma Su promesa de un sacerdocio perpetuo al abuelo de Finees, Aarón (Éxodo 29:9, 40:15). Ver 1 Crónicas 6:3-8, 50-53 para la genealogía completa. Además, esta promesa de un sacerdocio perpetuo fue confirmado enfáticamente por Dios por medio de Jeremías 33:17-22, que enlaza la perpetuidad del sacerdocio Levítico con la perpetuidad del Reino Davídico y la perpetuidad de la rotación de la tierra sobre su eje. En vista de estas promesas de Dios, confirmadas una y otra vez, es muy significativo que el Templo Milenial de Ezequiel tendrá a los hijos de Sadoc como sus sacerdotes (40:46; 44:15). Aparentemente, Dios quiere decir lo que dice. La probabilidad de que esto se cumpla literalmente es tremendamente fortalecida por la mención de 12.000 levitas que serán sellados por Dios durante la aún futura semana setenta de Daniel (Apocalipsis 7:7). Si estos son levitas literales, sería difícil ser consistente mantener que el templo es espiritual o figurado. Y si las promesas de Dios a Aarón, Finees y Sadoc son espiritualizadas, ¿cómo podemos insistir en que Sus promesas a David se cumplirán literalmente (2 Sam. 7:13:16)?

 

6.      La Biblia enseña claramente que mientras que no hay tal cosa como un Templo terrenal, un altar, o sacrificios de animales en el cristianismo verdadero (Juan 4:21; Hebreos 7:10), habrá tales provisiones para Israel después del rapto de la Iglesia (Mateo 24; 2 Tesalonicenses 2:4; Apocalipsis 11:1,2. Comparar también Oseas 3:4,5 con Daniel 9:24, 27). Además, Apocalipsis 20:9 indica que Jerusalén, la “ciudad amada” será nuevamente el “campamento de los santos” durante la edad del milenio. El Nuevo Testamento enseña claramente que después del rapto habrá un “lugar santo” y un “templo de Dios” completo con “el altar” en Jerusalén (Ap. 11:1) lo cual nos hace anticipar un Templo Milenial en conexión con la “santa ciudad” Jerusalén, lo cual armoniza con las enseñanzas del Antiguo Testamento.

 

7.      La única alternativa real a la interpretación literal es el modernismo incrédulo que no vacila en decir que este Templo no es más que un invento de la imaginación de Ezequiel, y un idealismo caprichoso, usualmente amilenarista, que dice que este Templo describe ciertas realidades de la iglesia, que se cumplirán en nuestro tiempo o en el estado eterno (ver por ej., Beasley-Murray en Ezequiel en New Bible Commentary: revised 1970, p.684). Andrew W. Blackwood, Jr. en Ezequiel, Prophecy of Hope (Baker Book House, 1965), ¡cree que la importancia del altar en el templo de Ezequiel señala hacia la importancia de la mesa de comunión en la Iglesia Cristiana! En vista de ésto, el Dr. Blackwood se siente confundido de que “en muchas de las hermosas iglesias protestantes que se construyen hoy, la Mesa de la Santa Comunión está arrimada contra la pared, a la mayor distancia posible de la congregación, como era la costumbre en las iglesias católicas de la Edad Media. Pero hoy en día, en las nuevas bellas iglesias católicas romanas que se están construyendo, la mesa sacramental ha sido separada de la pared; de modo que la congregación pueda, en tanto sea físicamente posible, rodear la mesa. Ezequiel nos está diciendo ciertamente que la arquitectura de la iglesia debería ser una expresión de la teología” (p.240).

 

Esta clase de interpretación está tan extendida, que hasta algunos dispensacionalistas prominentes han sido influenciados por ella. El Dr. J. Sidlow Baxter, por ejemplo, nos dice que “el significado primordial de los impresionantes símbolos es claro… Las varias dimensiones cúbicas simbolizan su perfección divina. En la descripción del ritual de los sacrificios vemos la absoluta pureza de la adoración final” (Explore the Book IV,34, Academia Books, Grand Rapids, 1966). Dejaremos que el lector decida, después de estudiar nuevamente Ezequiel 40-48, si estos son los “claros” significados de estos “símbolos”. Estamos también muy decepcionados de ver que hasta el Dr. Harry Ironside, cuyo discernimiento profético es usualmente muy claro, cae en la misma tendencia espiritualizadora. Nótese cómo también él trata de espiritualizar el río del Templo de Ezequiel 47: “El guía de Ezequiel midió mil codos, es decir, mil quinientos pies, e hizo entrar al profeta a las aguas que llegaron hasta sus tobillos. ¿No sugiere esto el comienzo de una vida de comunión con Dios? ‘Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu’ (Gálatas 5:25). Los pies estaban en el agua y las aguas los cubrían, pero el guía midió otros mil codos e hizo pasar a Ezequiel por las aguas, y éstas llegaron hasta sus rodillas. ¿Quién pensará que es fantasioso si decimos que las aguas hasta las rodillas sugieren orar en el Espíritu Santo? Pero el guía midió otros mil codos e hizo que el profeta entrara en las aguas y ahora las aguas le llegaban hasta los lomos, sugiriendo el completo control de todo deseo carnal por el poder del Espíritu de Dios. Midió otros mil codos y lo que había comenzado como un pequeño arroyo, era un río, de modo que Ezequiel no podía pasar, porque las aguas habían aumentado como para nadar. Con seguridad, esto es vivir en la plenitud del Espíritu, a lo cual debería aspirar todo hijo de Dios” (Ezequiel the Prophet, pp. 327, 328, Loizeaux Brothers, 1949).

 

En mi opinión, tal exposición de las Sagradas Escrituras no es sólo fantasiosa, sino también peligrosa, haciendo que el estudiante se pregunte si cada expositor no está siendo, después de todo, un guía hacía sí mismo, el ciego guiando al ciego. Si el comentarista rechaza la interpretación literal del pasaje y no encuentra apoyo en otras partes de las Escrituras para una interpretación simbólica o figurada consistente, debería confesar su ignorancia, dejar el pasaje e ir a otra parte. Durante muchos siglos la Iglesia ha estado sometida a varias interpretaciones proféticas espiritualizadas en cuanto a la Segunda Venida de Cristo en el Antiguo y Nuevo Testamento. Es nuestra oración que Dios levante muchos fieles estudiantes de Su Palabra en estos últimos días, que escudriñen las Escrituras proféticas con la confianza de que Dios quiere realmente decir lo que dice.

 

 

Objeciones a una Interpretación Literal de Ezequiel 40-48

 

  1. “El área del atrio del templo (500x500 “cañas” o alrededor de una milla cuadrada) sería más grande que toda la antigua ciudad de Jerusalén amurallada, y la “porción santa” para los sacerdotes y levitas (20.000x25.000 cañas, o alrededor de 40x50 millas) cubriría un área seis veces mayor que el gran Londres actual y no podría caber dentro de la Palestina de hoy, es decir, entre el río Jordán y el Mar Mediterráneo (Ezequiel 47:18), sin mencionar siquiera la “parte del príncipe” a cada lado de esta área (45:7, 47:21). La Jerusalén del Milenio tendría como 40 millas de circunferencia y tendría así diez veces la circunferencia de la ciudad antigua. Además estaría algo más al norte del lugar actual de la ciudad y el área del Templo estaría como diez millas más al norte de eso, en el camino a Samaria. Esto es impensable, porque una ciudad así no sería la Jerusalén de las asociaciones y recuerdos judíos, y el Templo, en cualquier lugar que no sea el Monte Moría, difícilmente podría ser el Templo de la esperanza judía” (J. Sidlow Baxter, Explore the Book, IV, 32).

 

Respuesta:

 

Israel tendrá el único santuario y sacerdocio del mundo durante el Milenio, de modo que el Templo y los patios tendrán que ser ampliadas mucho para acomodar el vasto número de adoradores y sacerdotes que les servirán (Isaías 2:3; 60:14; 61:6; Zacarías 8:20-23). Varias profecías del Antiguo Testamento hablan de grandes cambios geológicos que sucederán en Palestina en el tiempo de la Segunda Venida de Cristo, de modo que no es imposible imaginar un área de 2.500 millas cuadradas para el Templo y ciudad situada en una tierra renovada y ampliada. Ver Isaías 26:15; 33:17; 54:2 y especialmente Zacarías 14:4-10. El último pasaje nos habla de nuevos valles y nuevos ríos y que la tierra se volverá como llanura “como el Arabá” que entonces “se elevará”. Posiblemente, toda la zona del Mar Muerto sea elevada en más de 1.300 pies, por encima del nivel del mar actual, porque contendrá peces “según su especie, como los peces del Mar Grande y muy numerosos” (Ezequiel 47:10). Apocalipsis 16:20 nos informa de que al final de la Gran Tribulación habrá terremotos gigantescos que harán desaparecer islas y montañas. De modo que ambos Testamentos hablan de cambios geográficos y topográficos que acompañarán la inauguración del reino milenial. Jerusalén misma será la capital del mundo, la ciudad amada (Ap.20:9), y su tamaño será sin duda proporcional a su importancia. Si Nínive, la capital de un antiguo imperio, tenía sesenta millas de circunferencia (Jonás 3:3; cf. la discusión de Baxter, IV, 170), ¿por qué sería imposible que la Jerusalén del Milenio tuviera cuarenta?

 

En cuanto al problema del Templo Milenial localizado como diez millas al norte de Jerusalén, Dios indicó específicamente a Ezequiel que el área del Templo ya no estaría adyacente al palacio real como en los días antiguos (43:7-9). Este punto está claramente establecido en 43:12—“Esta es la ley de la casa: sobre la cumbre del monte, el recinto entero, todo en derredor, será santísimo. He aquí que esta es la ley de la casa”. Grandes cambios topográficos no harán de Palestina menos la Tierra Prometida para Israel, y un Templo centralizado y ampliado, diez millas fuera de la ciudad, tampoco será una decepción para los israelitas que han estado acostumbrados a pensar en términos del Monte Moría. Lo importante es que la gloria de Jehová llenará el Templo (43:5), y la ciudad será renombrada en base a que “Jehová está allí” (48:35).

 

  1. “Es impensable que un sistema de sacrificio de animales sea instituido nuevamente después de que se haya realizado el único y perfecto sacrificio de Cristo, especialmente a la luz de Hebreos 7:10”.

 

Respuesta:

 

Aunque esta parezca ser una formidable objeción a un Templo Milenial literal, varias consideraciones importantes contribuyen a aminorar la fuerza de esta objeción:

 

1. El sistema de sacrificios del milenio descrito por Ezequiel se diferencia profundamente  del sistema Aarónico, de modo que no es simplemente restituir el judaísmo mosaico, como muchos han alegado. Estos cambios no deben haber pasado desapercibidos a los judíos post-exilio, como Serubabel y Josué, quienes, viendo el glorioso contexto en el cual Ezequiel ponía estas nuevas ordenanzas, se darían cuenta de inmediato que la profecía solo podría cumplirse en la era del reino. Por lo cual no hicieron esfuerzo alguno para construir un templo así después del exilio. Dwight Pentecost (Eventos del Porvenir) señala que allí no habrá un Arca del Pacto; Tabla de la Ley, Querubines, Propiciatorio, Velo, Candelabro de Oro o Mesa de los Panes de la Proposición. En vez de un sumo sacerdote, habrá un príncipe que tendrá algunos poderes reales y sacerdotales, pero que en realidad no será ni rey ni sumo sacerdote. Los levitas tendrán menores privilegios en cuanto al templo, excepto lo hijos de Sadoc que servirán como sacerdotes. Se omite la Fiesta de Pentecostés como también el gran Día de la Expiación, y en las tardes no hay sacrificios. Han sido cambiadas las dimensiones del templo y de los atrios y han sido removidos de la ciudad. En cuanto a la adiciones que serán hechas, Natanael West (The Thousand Years in Both Testaments, p.429; citado por Pentecost, Eventos del Porvenir, p.395) dice; “La entrada de la ‘Gloria’ al templo de Ezequiel para morar allí para siempre; las Aguas Vivas que fluyen, creciendo desde debajo del Altar; los alrededores, los maravillosos árboles de sanidad, la nueva distribución de la tierra de acuerdo con las doce tribus, su porción equitativa en ella, el reajuste de la tribus mismas, la porción del Príncipe y el nuevo Nombre de la ciudad, ‘Jehová Sama’, todo prueba que el Nuevo Israel restaurado es un pueblo convertido, que adora a Dios en ‘Espíritu y en Verdad’.

 

Los rabinos posteriores que perdieron el verdadero significado de las profecías del Antiguo Testamento, estaban profundamente confundidos con las contradicciones entre Moisés y Ezequiel y tenían la esperanza que Elías explicaría las dificultades cuando regresara a la tierra. Blackwood (obra citada, p.22) cita otra fuente rabínica en el sentido de que “toda la profecía habría sido excluida del canon a no ser por la devota labor del Rabino Hanina ben Hezekiah, un erudito del primer siglo D.C. que tiene que haber escrito un extenso comentario sobre Ezequiel: ‘Trescientos barriles de aceite fueron provistos para que tuviera luz y estaba sentado en una aposento alto donde reconcilió todas las discrepancias’ (Talmud babilónico, Manahoth 45a)”. Un dilema similar confronta a los eruditos cristianos modernos que niegan un milenio literal. Por ejemplo, el colaborador del Commentary on Ezequiel de Ellicot insiste dos veces que la profecía no puede cumplirse literalmente “excepto que hubiera cambios físicos en la tierra”; pero esto es exactamente lo que la Biblia dice que sucederá cuando se inaugure el milenio. Tales objeciones, por lo tanto, carecen de base.

 

2. El hecho de que sacrificios de animales y sacerdocios no tengan lugar en la cristiandad, no significa que no tendrán lugar en Israel después del rapto de la Iglesia, porque a través de las Escrituras se hace una clara distinción entre Israel y la Iglesia. Y el hecho de que Dios habrá finalizado Su obra de santificación en la Iglesia en el tiempo del Rapto, no autoriza a asumir que ÉL habrá terminado Su obra de instrucción, prueba y santificación de Israel. De hecho, uno de los propósitos principales del reinado milenial de Cristo en la tierra, será vindicar a Su pueblo escogido Israel ante los ojos de todas las naciones (Isaías 60, 61). Es obvio que el Libro de Hebreos fue escrito a cristianos y no tenemos derecho a insistir en que durante el Milenio los Israelitas también serán cristianos, sin sacerdotes, sin sacrificios y sin un Templo. Santos como Juan el Bautista, quien murió antes de Pentecostés, no eran cristianos (Juan 3:29; Mateo 11:11); y los que sean salvos después del rapto de la Iglesia también serán excluidos de la membresía de la Esposa de Cristo, aunque ellos “serán perfeccionados” como todos los redimidos (Hebreos 12:23).

 

3. Aun en la edad de la gracia, Dios estima que es necesario que los cristianos recuerden el tremendo precio que pagó Jesús, por medio del simbolismo del pan y la copa. Tomar de esta “copa de bendición” (1 Co.10:16) no significa ofrecer nuevamente la sangre de Cristo, contradiciendo el Libro de Hebreos, sino que sirve como un potente  recordatorio” de Cristo y un potente anuncio de “la muerte del Señor hasta que ÉL venga” (1 Co.11:25-26). De igual modo, en el contexto de la adoración Israelita, las cinco diferentes ofrendas, cuatro de las cuales eran con derramamiento de sangre, servirán como un recordatorio constante a los judíos del milenio (que aún no habrán sido glorificados) del tremendo y completo sacrificio que su Mesías, que estará entonces presente en medio de ellos, sufriera hace muchos siglos para hacer posible su salvación. En vista del hecho de que no habrá otro derramamiento de sangre en todo el mundo, porque habrá nuevamente condiciones casi edénicas (cf. Isaías 11:6-9), tales sacrificios en el Templo serían doblemente impresionantes.

 

Sin embargo, tales sacrificios no serán totalmente voluntarios y solamente en memorial, como lo es la eucaristía cristiana. Ezequiel dice que Dios “aceptará” a la gente en base a los sacrificios de animales (43:27), y ellos deberán “hacer expiación por la casa de Israel” (45:17; cf. 45:15). En otras palabras, tal como en los tiempos del Antiguo Testamento, en el reino teocrático la vida y las bendiciones materiales dependerán de una conformidad exterior a la ley ceremonial. Tal conformidad no traía salvación en los tiempos del Antiguo Testamento, pero los Israelitas salvos, se sometían voluntariamente. Solamente la fe en Dios podía traer salvación y esto ha sido el plan de Dios en cada dispensación. Es pues un serio error insistir que estos sacrificios serán expiatorios. Ciertamente que no eran expiatorios bajo la economía mosaica (“la sangre de los toros y de los machos cabríos no puede quitar los pecados”—Hebreos 10:4), y tampoco lo hará durante el Milenio. Pero, no como en el servicio de comunión, su valor simbólico y pedagógico será sustentado por un sistema legal de participación obligatoria. Por ejemplo, los que decidan descuidar la Fiesta de los Tabernáculos anual serán castigados con sequías o plagas (Zacarías 14:16-19). Cuando se entiende el verdadero significado de las cinco ofrendas, no es difícil ver cómo pueden servir como un medio efectivo de instrucción y disciplina divina para Israel y las naciones durante la edad del Reino.

 

  1. “Cuando en Ezequiel 47:1-12 leemos de un arroyo que sale del templo y que después de algunas millas aumenta hasta llegar a ser un caudaloso río, sin haber tenido tributarios, que entra en el Mar Muerto y lo sana de su muerte y que hay árboles que crecen en sus riberas que tienen follaje y frutos perennes, cuyas hojas sirven de “medicina” y el fruto como alimento que nunca faltará, por cierto que nos encontramos en un ámbito ideal. Encontramos descrito un río así en el estado eterno (Ap. 21:1,2), pero por cierto que no podemos imaginarnos un río así en el reino milenial”.

 

Respuesta:

 

Tal objeción se basa ampliamente sobre la falaz noción de que los aspectos sobrenaturales de la escatología (incluyendo las descripciones de la Nueva Jerusalén en Apocalipsis 21 y 22) son cuadros puramente idealistas. Sin duda que muchos judíos que estudiaron las profecías mesiánicas del Antiguo Testamento antes de la Primera Venida de Cristo, pensaban lo mismo. Pero cuando Cristo vino, ÉL cambió el agua en vino, multiplicó los panes y los peces, calmó al instante una gran tempestad, sanó a los enfermos y levantó a los muertos (Isaías 35:5,6; Mateo 11:5). ÉL dijo que todos los que no creyeron todo lo que dijeron los profetas eran “insensatos y tardos de corazón” (Lucas 24:25).

 

A la luz de los cumplimientos en la Primera Venida y de la fuerte reprimenda de nuestro Señor, parece que es más sabio entender estas profecías del milenio  literalmente. ¿Quiénes somos nosotros para decir que no puede haber ningún aspecto sobrenatural en el reino milenial en la tierra del Cristo glorificado? Algunos de los que niegan la literalidad del río del Templo, admiten que condiciones edénicas prevalecerán ampliamente durante esa edad, con longevidad, paz universal, transformación de la vida animal y el florecimiento de los desiertos. Pero si consideramos cuidadosamente algunas de las condiciones que existían en el jardín del Edén, descubriremos que entre ellos había árboles y frutos que tenían abundante vegetación y que un río del jardín se dividió en cuatro ríos (Génesis 2:10-14). Pocos de los que niegan la literalidad del río del Templo de Ezequiel 47 llegarían a negar la literalidad de los ríos y de los árboles de Génesis 2. Pero, ¿no es esto una inconsistencia? ¿No puede Dios realizar estas cosas para Sus propios propósitos de maneras que no podemos entender ahora? Si los procesos naturales de nuestro mundo actual sirven como última guía para lo que puede o no puede suceder en las edades venideras, no sólo borraremos mucho de la escatología bíblica, sino también terminaremos negando hasta las obras milagrosas de Cristo. Esto es simplemente pagar un precio demasiado alto para mantener la visión idealista de las profecías de Ezequiel.

 

Este artículo fue tomado, con el permiso del Dr. Whitcomb, del The Diligent Workman Journal (Volume 2, Sigue 1), Mayo 1994.

 

 

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