¿CUÁL ES EL “DON DE

DIOS”?

 

 

Un Estudio sobre Efesios 2:8-9

 

 

 

“Porque por gracia sois salvos por medio de la fe;

y esto no de vosotros,

pues es DON DE DIOS;

no por obras, para que nadie se gloríe.”

(Efesios 2:8-9)

 

 

¿Cuál es “EL DON DE DIOS” al que se refieren estos versículos? Esta es una pregunta clave que debe ser respondida con cuidado. Hay muchos que enseñan que, en este pasaje, Pablo se estaba refiriendo a la FE como el DON DE DIOS. Ellos dicen que una persona no puede ser salva a menos que Dios le de al pecador el don de la fe salvadora. Muchos de estos maestros [usualmente instruidos en la Teología Reformada o Teología del Pacto] insisten que la regeneración precede a la fe (es decir, que una persona debe haber nacido de nuevo antes de que pueda creer). Este punto de vista es inconsistente con la clara enseñanza de la Biblia. Por ejemplo, Juan 1:12 no dice: “Mas cuantos fueron regenerados, a ellos ÉL dio poder para creer en Su Nombre, a los que fueron hechos hijos de Dios”. También Juan 20:31 dice, “para que creyendo, tengáis vida”. No dice, “para que teniendo vida, podáis creer” (que es lo que uno esperaría que dijera, si la regeneración precediera a la fe). Para un estudio más detallado sobre esto ver ¿La Regeneración precede a la Fe?

 

¿Qué es “el don de Dios” en Efesios 2:8-9? ¿Es la fe o es alguna otra cosa?

 

La clave para entender Efesios 2:8-9 es identificar correctamente el antecedente del  pronombre “esto” (touto). El pronombre “esto” (v.8), ¿se refiere a la fe o se refiere a la salvación? Hay quienes dicen que la “fe” es el don de Dios y hay otros que dicen que la “salvación” es el don de Dios. Consideraremos ahora estas dos maneras de interpretar este pasaje, como también otros dos puntos de vista que son una variación de los primeros dos:

 

#1 – La Fe es el Don de Dios

 

“Porque por gracia sois salvos por medio de la FE; y ESTA FE no es de vosotros, esta fe es don de Dios; esta fe no es por obras, para que nadie se gloríe” (en este caso el antecedente del pronombre se identifica como “fe”).

 

#2 – La Salvación es el Don de Dios

 

“Porque por gracia SOIS SALVOS por medio de la fe; y ESTA SALVACIÓN no es de vosotros, esta salvación es don de Dios; esta salvación no es por obras, para que nadie se gloríe” (en este caso el antecedente del pronombre es identificado como “salvación”, lo cual es la idea del verbo principal “sois salvos”).

La salvación es el don de Dios y este don es recibido por fe personal. El don es la salvación; y este don se recibe por fe.

 

Variación de la Postura #1

 

Hay una tercera postura que, al igual que la postura #1, dice que el don de Dios es la fe, pero que, al contrario del punto de vista #1, dice que la salvación, no la fe, “no es por obras”. Esta es la opinión de Charles Hodge y otros. Estos hombres comprenden que Pablo nunca diría que “la fe no es por obras” (por motivos que analizaremos más adelante) y por eso se ven obligados a colocar un paréntesis forzado y artificial en el medio de estos versículos. Esta opinión puede formularse como sigue:

 

“Porque por gracia sois salvos por medio de la fe (y esta fe no es de vosotros, esta fe es el don de Dios), no por obras (es decir, esta salvación no es por obras), para que nadie se gloríe”.

 

Si el pronombre se refiere realmente a la “fe”, entonces es mejor ser consistente con “fe” en todo el versículo. El motivo del paréntesis es que hombres como Hodge se dan cuenta que es difícil decir que la “fe no es por obras” y esta dificultad será analizada más adelante. Esta opinión de Charles Hodge y de otros es en realidad una variación del primer punto de vista mencionado, que dice que la “fe” es el antecedente del pronombre (“esto”). Ellos enseñan que la “fe” es el don de Dios. Ellos están en lo cierto al decir que la salvación no es por obras; ellos están equivocados cuando dicen que este pasaje enseña que la fe es el don de Dios.

 

Variación de la Postura #2

 

Hay una cuarta postura que dice que todo el proceso de salvación (incluyendo la fe) es el don de Dios: “él (el pecador que viene a Cristo) se da cuenta que todo el proceso de salvación es un don de Dios, incluso la gracia de Dios y su propia elección de creer (Efesios 2:8-9). Juan Calvino también era de esta opinión. Calvino no creía que ese pronombre se refiriera a la “fe”. El creía que se refería a la “salvación por gracia mediante la fe” (todo el proceso de salvación, incluida la fe). ¿Es la salvación el don de Dios? Esta postura diría que “sí”. ¿Es la fe el don de Dios? Esta postura diría nuevamente que “sí”, porque la fe es considerada parte de la totalidad del proceso de salvación. De modo que, según esta opinión, no solo la salvación, sino también la recepción de la salvación (“fe”), serían el don de Dios.

 

Este punto de vista confunde el don con la recepción del don. Esto conduce a un problema obvio. Pongámonos en el lugar del pecador. Si la fe en Cristo es el don de Dios, ¿cómo recibo esta fe? En lugar de preguntar, “¿Qué debo hacer para ser salvo?”, debo preguntar “¿Qué debo hacer para creer?” Si la fe es el don de Dios, ¿cómo obtengo este don? ¿Debo orar a Dios pidiendo el don de la fe? ¿O me siento y hago nada, con la esperanza de que sea uno de los escogidos a quienes será dado este don? ¿Cómo obtengo el don de la fe salvadora? Esto es muy confuso y nos impide poner nuestra mirada donde debemos ponerla, esto es en Jesucristo y ÉL crucificado.

 

Identificando el Antecedente

 

Algunos podrán argumentar que “fe” es el antecedente más próximo: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros” (Efesios 2:8). Es cierto que “fe” es el antecedente más próximo, pero puesto que hay numerosos casos en el Nuevo Testamento donde el antecedente más próximo no es el correcto, debemos ser cuidadosos al aplicar esta “regla”. Hay otras consideraciones más importantes.

 

Esta es la regla que la gramática griega exige seguir: Los pronombres están de acuerdo con sus antecedentes en género y número. Su caso está determinado por el propio artículo.

 

Esta regla es un fuerte argumento contra la afirmación de que el antecedente es “fe” porque “fe” no está de acuerdo con el género del pronombre. El pronombre “esto” (v.8) es NEUTRO, y la palabra “fe” (v.8) es FEMENINO. Si Pablo hubiese querido que sus lectores entendieran que el pronombre se refería a “fe”, entonces no hay razón para que no usara la forma femenina del pronombre. Si Pablo hubiese usado la forma femenina del pronombre, habría quedado claro y obvio que la FE es el don de Dios. Pablo no usó la forma femenina del pronombre.

 

¿Por qué usó Pablo el pronombre neutro? ¿Cuál es el antecedente? Si Pablo quería referirse a la idea contenida en el verbo principal (la idea de ser SALVO), habría sido perfectamente normal y apropiado usar el género neutro. Habría sido muy natural para Pablo decir, “Porque por gracias SOIS SALVOS por medio de la fe, y esta cosa de la cual estoy hablando, es decir, la salvación, no es de vosotros, es don de Dios…”  Si Pablo quería que el pronombre se refiriera a la idea contenida en el verbo, correspondía que usara la forma neutra.

 

Debemos ponderar con cuidado Efesios 2:8-9 para identificar correctamente el antecedente. Debemos preguntar, “¿De qué está hablando Pablo en Efesios 2:8-9? ¿Cuál es su punto principal?” Es obvio que Pablo está hablando de CÓMO UNA PERSONA ES SALVA. La idea principal de la frase se encuentra en el verbo “SOIS SALVOS”. ¿Cómo es salva una persona?

Efesios 2:8-9 responde esta pregunta clave. La salvación es por gracia. La salvación es mediante la fe. La salvación no es de vosotros. La salvación es el DON DE DIOS. La salvación no es por obras. Pablo no está dando una disertación sobre la fe, sino está dando una breve disertación sobre la salvación. Su tema principal es la SALVACIÓN. La fe es mencionada porque no puedes responder la pregunta “¿CÓMO ES SALVA UNA PERSONA?” sin mencionar la fe. Una persona es salva por creer en el Señor Jesucristo (Hechos 16:31). El don de Dios de la salvación tiene que ser recibido personalmente y es recibido por fe en el Señor Jesucristo.

 

EL DON DE DIOS – El Uso en el Nuevo Testamento

 

La Biblia se explica a sí misma. No necesitamos depender únicamente de Efesios 2:8 para descubrir qué es el don de Dios. Hay muchos otros pasajes en el Nuevo Testamento que nos dicen claramente cuál es el don de Dios. ¿Cómo se usa la expresión “don de Dios” en otras partes del Nuevo Testamento por Pablo y por otros?

 

Un estudio de otros lugares en que se usa la palabra “don” en el Nuevo Testamento indica lo siguiente:

 

dwron  un don, un presente (sustantivo neutro)

 

Esta palabra se usa en referencia al “don de Dios” una sola vez, y se encuentra en el pasaje que estamos considerando (Efesios 2:8). Sin embargo, hay otras palabras griegas relacionadas que se han traducido como “don” y son las siguientes:

 

dwrea  un don (sustantivo femenino)

 

Juan 4:10—el don de Dios es vida eterna (comparar v.14)

 

Hechos 2:38; 8:20, 10:45, 11:17—el don de Dios es el Espíritu Santo.

 

Romanos 5:15,17—estos versículos hablan del don de la justicia (justificación) y vida (comparar versículos 18, 21).

 

2 Corintios 9:15—este versículo habla del don inefable de Dios, que es Jesucristo.

Nótese que esta palabra nunca se usa para la fe.

dwrhma un don, un presente (sustantivo neutro)

 

Esta palabra nunca se usa para la FE, sino se usa para el don de Dios de la salvación o justificación (ver Romanos 5:16).

 

carisma un don dado gratuita y benignamente (sustantivo neutro)

 

Romanos 6:23—el don de Dios es vida eterna (comparar Romanos 5:15-16).

 

Esta palabra nunca se usa para FE (excepto en 1 Corintios 12:9, que habla del don transitorio del don de fe que obra milagros, pero no de la fe que salva).

 

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Por lo tanto, en ningún otro lugar del Nuevo Testamento la palabra “DON” se refiere a la fe que salva, aunque reconocemos que si no fuera por la misericordia de Dios y Su benevolente capacitación e iluminación, no podría ejercitarse la fe salvadora (Juan 6:44, 65; Romanos 9:16, Mateo 11:27; 16:16-17; Hechos 16:14; etc.).

 

Hemos visto entonces que en el Nuevo Testamento hay muchos pasajes que hablan de la  SALVACIÓN (o justificación o vida eterna) como siendo el don de Dios, especialmente en los escritos de Pablo. En vista de esto, es más seguro identificar “el don de Dios” en Efesios 2:8 con la SALVACIÓN, a menos que hubiera algunas razones obvias para hacer otra cosa. Si Efesios 2:8 se refiriera a que la fe es el don de Dios, este sería el único lugar en el Nuevo Testamento en el que Pablo dijera algo así.

 

Puesto que el pronombre está en género neutro (que no está de acuerdo con el género femenino de la palabra “fe”) y puesto que el Nuevo Testamento, en otras partes, dice que la salvación es el don de Dios, tenemos buenas razones para concluir que, en Efesios 2:8, el don de Dios es la salvación.

 

“No por obras” – el Uso en el Nuevo Testamento

 

“No por obras, para que nadie se gloríe” (Efesios 2:9). ¿Qué cosa no es por obras? ¿Pablo está diciendo que la fe no es por obras o está diciendo que la salvación no es por obras? Nuevamente es útil hacer un estudio del empleo que Pablo hace en el Nuevo Testamento:

 

 

En Romanos 3:20 Pablo dice que la justificación no es por obras.

 

En Romanos 3:27 Pablo dice que la justificación no es por obras.

 

En Romanos 3:28 Pablo dice que la justificación es sin obras.

 

En Romanos 4:2, 6 Pablo dice que la justificación no es por obras.

 

En Romanos 9:11 Pablo dice que la elección no es por obras.

 

En Romanos 9:32 Pablo dice que la justicia no es por obras.

 

En Romanos 11:6 Pablo dice que la elección no es por obras.

 

En Gálatas 2:16 Pablo dice que la justificación no es por obras.

 

En 2 Timoteo 1:9 Pablo dice que la salvación y el llamamiento de Dios no son conforme a nuestras obras.

 

En Tito 3:5 Pablo dice que la salvación no es por obras.

 

 

Si Efesios 2:9 significa que la SALVACIÓN NO ES POR OBRAS, eso estaría en armonía con todos los pasajes mencionados. Pablo repite muchas veces que la salvación no es por obras, pero en ningún otro lugar en el Nuevo Testamento dice Pablo que “la fe no es por obras”. Pablo dice una y otra vez que la salvación (justificación) no es por obras, pero él nunca dice que la fe no es por obras. Sería torpe decir algo así. Que la fe no es por obras es tan obvio, que no es necesario decirlo. Como ha dicho John Eadie, “tu puedes decir que la salvación no es por obras, pero no puedes decir con propiedad que la fe no es por obras.” Por esto es que hombres como Hodge se ven obligados a poner un paréntesis en este pasaje: “sois salvos mediante la fe (y esto no de vosotros, pues es don de Dios) no por obras.” Hodge quiere que este versículo diga que la fe es el don de Dios (porque esto está de acuerdo con su Teología Reformada). Sin embargo, Hodge sabe que Pablo nunca diría que “la fe no es por obras”.

 

La Biblia dice repetidas veces que no somos salvos por obras (ver los versículos citados arriba). La Biblia también dice repetidas veces que somos salvos o justificados por fe (Romanos 5:1; etc.). Si un hombre no es salvo por obras, sino por fe, entonces es obvio que la fe no es una obra: “mas al que no obra, sino cree…” (Romanos 4:5). La fe y las obras no van juntas. La fe no es una obra. La obra es algo por lo cual nos podemos atribuir méritos. La obra es algo por lo cual podemos recibir recompensa. Obra es algo de lo cual nos podemos jactar. La obra es meritoria. La fe no es meritoria. Una persona no puede “merecer reconocimientos” o “jactarse” de su fe, porque la fe no es meritoria (no merece recompensa u honor). La fe no es algo de lo cual una persona pueda ufanarse. La fe no puede atribuirse méritos. La fe da todos los méritos a Cristo. La fe reconoce que Cristo recibe todo el mérito y alabanza y honor, porque ÉL lo hizo todo. La fe no es algo “bueno” que hace el hombre, sino es simplemente un reconocimiento de parte del hombre de que “no puedo hacer nada bueno, y que, por lo tanto, necesito un Salvador”. Solamente alguien que ignora totalmente el evangelio y el significado de “la fe”, podría tratar de atribuirse méritos por su fe. El hecho de creer no tiene mérito alguno.

 

Decir que la fe es una obra, es totalmente contrario a lo que el Nuevo Testamento enseña sobre la salvación. La salvación “no es por obras” y es totalmente “sin obras” (Romanos 3:28; 4:6). Los que creen, son los que “NO OBRAN” (Romanos 4:5). ¿Qué es lo que hacen entonces? Ellos DESCANSAN simplemente en la obra acabada de Cristo, quien lo hizo todo y lo pagó todo.

 

Si Efesios 2:9 habla de que la fe “no es por obras”, entonces este es el único lugar en el Nuevo Testamento en que Pablo hace una afirmación de esta naturaleza. Por otra parte, si este versículo está diciendo que la salvación no es por obras, esto estaría de acuerdo con lo que Pablo enseña frecuentemente en otras partes y este sería uno de los muchos versículos del Nuevo Testamento que enseña esta verdad.

 

Como ejemplo práctico, piense en cómo compartimos el mensaje de salvación con los que están perdidos. Muchas veces les decimos que la salvación no es por obras. Todas las religiones falsas enseñan algún tipo de salvación por medio de algún sistema de obras. Cuando compartimos el evangelio le decimos claramente a la gente que la salvación no es por obras y que no hay nada que ellos pueden hacer para ganar su salvación o para ganarse el favor de Dios. Por otra parte, no le decimos al pecador: “Amigo, la fe no es por obras. No puedes hacer nada para creer.” No, la fe es algo que el pecador debe hacer. El pecador es responsable de tomar a Dios por Su Palabra y descansar sobre la EXCELENCIA (quien ÉL es), la OBRA (lo que ÉL ha hecho) y la PALABRA (lo que ÉL ha dicho) del Salvador. Aunque la fe no es una obra meritoria, es algo que el hombre tiene que hacer: “Entonces le dijeron: ¿Qué debemos hacer para poner en práctica las obras de Dios? Respondió Jesús y les dijo: Esta es la obra de Dios, que CREÁIS en el que él ha enviado” (Juan 6:28-29). Es algo que el hombre es responsable de hacer y si no lo hace, es condenado (Juan 8:24; 3:18).

 

La Fe Salvadora

 

En Efesios 2:8, la fe no es el don. La fe es como recibimos el don. La fe es la mano del corazón que se extiende y recibe lo que, en Su benevolencia, Dios da. La fe es la respuesta del hombre a la bondadosa provisión y promesa de Dios. Fe es tomar a Dios por Su Palabra y descansar totalmente en Jesucristo, en QUIÉN ES ÉL, EN LO QUE ÉL HA HECHO y EN LO QUE ÉL HA DICHO.

 

Algunos calvinistas extremos tienden a hablar de la fe como de algo que el hombre no puede hacer. Esto es el resultado de una comprensión equivocada de la incapacidad del hombre. La pregunta que hizo el carcelero de Filipo era esta: “¿Qué debo hacer para ser salvo?” (Hechos 16:30). Algunos contestarían de esta manera: “¡Nada! No puedes hacer nada. Estás muerto y eres absolutamente incapaz de responder a Dios hasta que seas regenerado. No tienes ninguna parte en la salvación. Dios tiene que hacerlo todo. No puedes ejercer una fe salvadora”. Esta respuesta puede estar de acuerdo con el sistema teológico que uno tenga,  pero tiene un problema. Esto no es como respondieron Pablo y Silas a la pregunta. Pablo y Silas dijeron al carcelero que había algo que él podía hacer y que él era responsable de hacer: “CREE en el Señor Jesucristo” (Hechos 16:31 y comparar como respondió Pedro a una pregunta similar en Hechos 2:37-38).

 

Sea cual sea el sistema teológico que uno tenga, Hechos 16:31 es muy claro. Dios tiene que salvar; el hombre tiene que creer. Salvar es algo que tiene que hacer Dios. Creer es algo que el pecador tiene que hacer. Dios no cree en lugar del hombre. Aún William Hendricksen (que es Reformado en su teología y que cree que la fe es el don de Dios en Efesios 2:8), dice, “tanto la responsabilidad de creer como su diligencia son nuestras, porque Dios no cree por nosotros”. Otra ilustración podría ser el relato de las serpientes mortíferas en el desierto en Números 21. ¿Deberíamos decir que los israelitas no tuvieron que hacer su parte para liberarse de las mortíferas serpientes? ¡Por cierto que no! Su parte era MIRAR; la parte de Dios era SANAR. Ellos miraron y Dios los sanó.

 

La fe es cuando el pecador reconoce humildemente su desesperada necesidad y se da cuenta de que Dios tiene que realizar toda la salvación. La salvación es totalmente obra de Dios; la fe es totalmente responsabilidad del hombre. El hombre no contribuye a su salvación. Es obra de Dios. Dios no contribuye a la incredulidad del hombre. Es obra del hombre. Solo Dios puede salvar; el hombre tiene que creer. Los que son salvos, sólo pueden dar gracias a Dios; los que se pierden, sólo pueden culparse a sí mismos. Dios recibe todo el mérito por la salvación del hombre; el incrédulo tiene que cargar con toda la culpa y la responsabilidad por su condenación eterna. La persona salva dice con gratitud, “Estoy en el cielo por causa de Dios”. La persona perdida tendrá que reconocer, “Estoy en el infierno por culpa mía”. Su condenación no se basa en que Dios lo rechazó a él, sino en que él rechazó a Dios (Marcos 16:16; 2 Tesalonicenses 2:10,12; Juan 5:40).

 

Jamás nadie estará en la presencia de Dios diciendo, “Estoy condenado porque Dios nunca me dio el don de la fe.” Tal excusa nunca será pronunciada. Todos los hombres son responsables de creer. A todos los hombres se les manda creer y arrepentirse (1 Juan 3:23 y Hechos 17:30). Dios dice, “Mirad a mí” (eso es fe), y sed salvos, todos los términos de la tierra” (Isaías 45:22). De acuerdo con 1 Timoteo 2:4, Dios quiere que TODOS LOS HOMBRES VENGAN a ÉL (y venir a Cristo es lo mismo que creer en ÉL –Juan 6:35). Los hombres son responsables de creer y de venir y de arrepentirse. Los hombres son condenados por toda la eternidad por no hacer esto (Juan 8:24; 3:18; etc.).

 

D. L. Moody dijo en una oportunidad, “Algunos dicen que la fe es el don de Dios. También lo es el aire, pero tú tienes que aspirarlo; también el pan, pero tú tienes que comerlo; también el agua, pero tú tienes que beberla. Algunos desean alguna especie de sentimientos milagrosos. Eso no es fe. ‘La fe es por el oír, y el oír, por la Palabra de Dios’. No se trata de que yo me siente a esperar que la fe me sobrevenga… soy yo quien debo tomar a Dios por Su Palabra”.

 

De acuerdo con el apóstol Pablo, fe es “estar plenamente convencido de que Dios es poderoso para hacer todo lo que ha prometido” (Romanos 4:20-21). Dios ha prometido salvar a todos los que se acercan a ÉL por medio de Cristo (Hebreos 7:25), y el hombre de fe está totalmente persuadido y convencido de que Dios hará esto. Nótese también que Romanos 4:3 y Romanos 4:5 hablan de “su fe” (la fe de Abraham), no la fe de Dios. Un estudio del verbo “creer” en el Nuevo Testamento revela que el sujeto del verbo es el hombre (siempre son hombres o personas los que creen) y el verbo se usa en su forma activa, lo que significa que son los hombres y las mujeres, niños y niñas, los que deben llevar a cabo la acción del verbo. Tales personas deben creer. Dios los responsabiliza por hacer o no hacer tal cosa.

 

¿Qué Diferencia Hace Todo Esto?

 

¿Por qué está mal decir que la FE es el don de Dios? ¿Hay realmente alguna diferencia? ¿Cuáles son las implicaciones prácticas de decir tal cosa?

 

Recomendaría un artículo escrito por Roy L. Aldrich titulado “El Don de Dios”. El autor demuestra convincentemente que la interpretación de Efesios 2:8 que dice que la FE es el DON DE DIOS lleva a la doctrina de la fe del hiper calvinismo, la que a su vez lleva a un plan de salvación que no es según las Escrituras. Shedd dice, “El calvinismo sostiene que la fe es totalmente de Dios, y que es uno de los resultados de la regeneración” (Dogmatic Theology, Vol. II, p.472). Esto tiene por resultado un plan de salvación extraño. Según Shedd, por cuanto el pecador no puede creer, él es instruido a realizar los siguientes deberes: 1) Leer y escuchar la Palabra divina; 2) Aplicar con seriedad su mente a la verdad; 3) Orar por el don del Espíritu Santo por convicción y regeneración (Dogmatic Theology, Vol.II, p.512-513). Arthur Pink está de acuerdo con Shedd diciendo que el creyente debe “pedir a Dios que le conceda el don del arrepentimiento y la fe” (“La Soberanía de Dios”). Aquí va el excelente comentario de Roy Aldrich: “La tragedia de esta posición es que pervierte el evangelio. El pecador es instruido equivocadamente a pedir a Dios lo que Dios ya le está exhortando que reciba. Se le está diciendo, en realidad, que la condición para la salvación es la oración en vez de la fe”.

 

Otra ilustración de esto viene del púlpito del Dr. John MacArthur, un maestro de la Biblia muy popular en América. El Dr. MacArthur cree y enseña que la fe es el don de Dios. Esta enseñanza tiene algunas implicancias prácticas y afectará la manera en que una persona presenta el evangelio.

 

Si la fe es el don de Dios, ¿CÓMO OBTENGO LA FE? ¿No hago nada con la esperanza de que Dios soberanamente me la otorgue? O, ¿clamo a Dios y le pido que me de el don de la fe salvadora? Aparentemente, el Dr. MacArthur mantiene esta segunda opción. Al final de uno de sus mensajes él dio una invitación para salvación y dijo lo siguiente: “La fe es un don de Dios…es permanente…la fe, que Dios da, engendra obediencia… Dios te la da y ÉL la sostiene…quiera Dios concederte la verdadera fe salvadora, un don permanente que comienza en humildad y quebrantamiento por el pecado y termina en obediencia para justicia. Esa es la verdadera fe y es un don que solamente Dios puede dar, y si la deseas, ora y pide que ÉL te la conceda”.

 

Nótese lo que MacArthur está haciendo. El no le está diciendo al pecador que crea en el Señor Jesucristo (Hechos 16:31), sino que ORE y PIDA A DIOS que le de el DON DE LA FE. Esto pervierte el evangelio de Cristo haciendo que la condición de la salvación sea la oración en lugar de la fe. A los pecadores se les manda que crean en Cristo. No se les manda que oren por el don de la fe.

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Efesios 2:8-9 no es complicado. Es uno de los primeros pasajes que memoricé como nuevo creyente. Siempre entendí que significaba que la salvación era el don gratuito de Dios, y que la fe era el medio por el cual yo recibía ese don. Solo cuando empecé a leer a ciertos teólogos, me di cuenta que había otra interpretación. Que Dios nos ayude a no complicar ni corromper el mensaje de salvación, un mensaje tan directo y sencillo, que hasta un niño lo puede entender.

 

George Zeller,  Marzo 2000.

 

 

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