ROMANOS
CAPÍTULO 12
Introducción
Con este 
    capítulo comienza la sección práctica del libro. Hasta aquí, en el libro de 
    Romanos, hemos encontrado muy pocos mandamientos (con la excepción de ciertos 
    mandamientos en el capítulo 6 – “saber”, “considerar”, “presentar”, etc.). 
    En los primeros capítulos, el énfasis no está en lo que nosotros debemos hacer, 
    sino en lo que Dios ha hecho. Un modelo similar se encuentra en el libro de 
    Efesios. Los primeros tres capítulos enfatizan lo que Dios ha hecho por GRACIA 
    y no se encuentran mandamientos. Los últimos tres capítulos son prácticos 
    y en ellos se encuentran varios mandamientos. Lo que Dios ha hecho por GRACIA 
    es siempre la base de toda conducta y comportamiento cristiano.
Romanos 12:1
“Así que”—esto apunta 
    a todo lo que Pablo ha expuesto en los primeros 11 capítulos (todo lo que 
    Dios ha hecho por pecadores impíos y culpables).
“Hermanos”—Pablo se 
    está dirigiendo a los creyentes de Roma. Presentar el cuerpo como una ofrenda 
    a Dios (Rom. 12:1) no es algo que se le dice a gente inconversa que haga (como 
    pueden implicar los defensores de la salvación por el Señorío de Cristo). 
    Sino es algo que las personas salvas deben hacer (lo hacemos porque somos 
    salvos, no para ser salvos).
“Os ruego”—Pablo estaba 
    implorando, suplicando (es la misma palabra como en Ef.4:1). La ley dice, 
    “te mando”, pero la gracia dice “te ruego”. La obediencia a la ley se basa 
    en el temor (la persona obedece 
    porque tiene miedo del castigo que tendrá que sufrir si no obedece); la obediencia 
    del evangelio se basa en el amor 
    (2 Co. 5:14—“el amor de Cristo nos constriñe”).
“Por las misericordias de Dios”—esta 
    no es la misma palabra por misericordia que se encuentra en Rom. 11:30-32, 
    pero la idea es similar. Significa “lástima, clemencia, compasión”. Recordar 
    cuán misericordioso y compasivo Dios ha sido con nosotros, debería ser un 
    gran incentivo para una vida cristiana piadosa. Si Dios ha sido tan compasivo 
    y clemente conmigo, ¿no debería yo dar mi vida y mi todo para servirle? Si 
    el Hijo de Dios murió por mí, ¿cómo puedo hacer menos que vivir para ÉL? Como 
    escribió Isaac Watts: “Amor tan asombroso y divino, DEMANDA MI ALMA, MI VIDA, 
    MI TODO”. 
“Presentéis vuestros cuerpos”—la 
    palabra “presentar” es la misma palabra que se encuentra en Romanos 6:13, 
    y una comparación de ambos versículos indica que “tu cuerpo” es equivalente 
    a “tú mismo”. Cuando das a Dios tu cuerpo, tú estás dándole todo lo que eres 
    y todo lo que tienes. El verbo “presentar” está en tiempo aoristo que significa 
    simplemente “¡HAZLO!” No es algo que se hace de continuo (o se habría usado 
    el tiempo presente). Sería ideal si todo creyente pudiese hacer ésto y dejarlo 
    establecido de una vez para siempre. En ocasiones futuras el creyente consagrado 
    puede recordar y considerar que ha sido hecho (“Señor, mi cuerpo ha sido ofrecido 
    y dado a Ti. He sido comprado por precio. Soy Tu siervo. Que nunca olvide 
    que mi cuerpo te pertenece”, compare 1 Co. 6:19-20). El tiempo aoristo no 
    significa (como muchos maestros bíblicos dicen) que es un acto que se hace 
    una vez y que nunca se vuelve a repetir. Hay momentos en que, como creyentes, 
    fallamos y caemos y necesitamos hacer lo que dice Romanos 12:1, “Señor, Tu 
    me has salvado por Tu maravillosa gracia y misericordia y aunque yo he pecado 
    y te he fallado, gustosamente te presento mi cuerpo, para Tu servicio. Me 
    dedico a mí mismo (todo lo que soy y todo lo que tengo) nuevamente a Ti. Toma 
    mi vida y que esté consagrada a Ti, Señor. Tómame y seré para siempre, total 
    y enteramente Tuyo”. 
“Sacrificio”—todo creyente del Nuevo Testamento 
    es un sacerdote y los sacerdotes ofrecen sacrificios. Un sacrificio pertenecía 
    totalmente a Dios—era de ÉL. Un creyente sacerdote ha de ofrecerse y darse 
    a sí mismo (su cuerpo) totalmente 
    a Dios para el uso de Dios. Un creyente, después de leer Romanos 12:1, fue 
    efectivamente a la ladera de una monte y construyó un tosco altar de piedras. 
    Luego se puso sobre el altar y dijo, “Señor, aquí estoy. Soy Tu sacrificio 
    vivo. Quiero que me uses como Tú quieras. Mi vida Te pertenece”. Dios no nos 
    dice que construyamos literalmente un altar de piedras, sino nos dice que 
    presentemos nuestros cuerpos como un sacrificio vivo.
“Vivo”—en contraste con los sacrificios 
    de animales del Antiguo Testamento que eran inmolados y terminaban muertos. James Ventilato ha agregado los 
    siguientes comentarios que son útiles para entender mejor por qué es un sacrificio 
    vivo:
“Debemos presentarnos a Dios como 
    vivos de entre los muertos (Rom. 6:13)”. Es decir, un sacrificio “vivo” 
    no es sólo un contraste con sacrificios inmolados, sino que es también  un sacrificio “vivo” desde el punto de vista, 
    fundamento o posición, de la VIDA RESUCITADA en Cristo Jesús, de modo que 
    se relaciona con la verdad de la identificación con Cristo de Romanos 6-8.
Esto muestra también lo absurdo de la posición del Señorío. Exhortar a 
    “pecadores” que se presenten, se rindan, se entreguen, se sometan a sí mismos 
    a Dios—antes de que se encuentren en el terreno de la resurrección en Cristo 
    Jesús, su Vida (y así muertos a la vieja vida adánica)—es inútil e inservible. 
    El “considerar” de Romanos 6 tiene 
    que venir antes que el “presentarnos” a nosotros mismos a Dios de Romanos 
    12. Y una persona que no es salva, que no está en Cristo Jesús, obviamente 
    no tiene base para considerarse así. “La crucifixión 
    viene antes que la consagración”.
Miles J. Stanford lo dice de esta manera: “Esto es el quid del asunto. 
    La pregunte es ésta: Cuál vida ha de ser consagrada a ÉL, ¿la vieja vida del 
    yo o la nueva vida de Cristo? Dios no puede aceptar absolutamente nada de 
    la vieja naturaleza (que fue condenada en la cruz) —ÉL ve y reconoce sólo 
    lo que está centrado en Su Hijo, Quien es nuestra vida. De aquí que Dios ha 
    puesto una condición para la consagración: “presentaos vosotros mismos a Dios 
    como vivos de entre los muertos” (Rom. 6:13). Este es nuestro único fundamento 
    y desde esta plataforma hemos de considerarnos muertos al pecado, al yo, a 
    la ley, al mundo y vivos para Dios en el Cristo resucitado—para andar en “novedad 
    de vida”, “vida resucitada” (Romanos 6:11, 4b)”.
“Presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos” (Rom.6:13). 
    Este es el verdadero lugar de consagración. Para creyentes, consagrarse a 
    sí mismos a Dios antes de que hayan aprendido acerca de su unión con Cristo 
    en Su muerte y resurrección (identificación) es solo presentar a Dios los 
    miembros del hombre natural (la vieja vida adánica que fue condenada a la 
    cruz), lo cual ÉL no puede aceptar. Solo aquellos “vivos de entre los muertos” 
    –es decir, los que se han apropiado de su semejanza con Su muerte) – son conminados 
    a presentar sus miembros como instrumentos a Dios”.
“Un atento estudio de todas las Epístolas de Pablo demostrará que fueron 
    escritas basadas en la Cruz expuesta en Romanos 6—el hecho de que Dios ha 
    entregado la vieja vida adánica caída a la cruz y que no tiene nada que decirle. 
    Dios trata con todos los creyentes sobre una base—“han muerto en Cristo” (Miles 
    Stanford).
“Santo”—apartado para la santa voluntad 
    y el servicio de Dios. El pueblo de Dios es “santo”, apartado para el servicio 
    del Rey de Reyes. ¿Te ves a ti mismo como un siervo santo del Dios Altísimo?
“Agradable”—aceptable (Dios se complace 
    en esos sacrificios). Dios no se agrada cuando los creyentes se niegan a darle 
    su todo. ¡Que nada se interponga entre nosotros y nuestro Salvador!
“Racional” – la palabra 
    “lógico” viene de esa palabra griega. 
    A la luz de lo que Cristo ha hecho por nosotros, darnos enteramente a ÉL mediante 
    un acto de total consagración, es la única cosa RACIONAL Y LÓGICA que podemos 
    hacer. Ninguna otra cosa tiene sentido para el verdadero creyente. Es hacer 
    lo que es lógico. Así es como los creyentes ADORAN A DIOS (es un “servicio”), 
    dándose a sí mismos enteramente a ÉL para Su servicio.
LA PARÁBOLA DE LA GALLINA 
    Y DEL CERDO: Un granjero se acercó 
    a una gallina y a un cerdo e hizo una pregunta de conciencia: “¿Quieren contribuir 
    para un desayuno con jamón y huevos?” Para uno, era solamente una contribución. 
    Para el otro significaba un sacrificio total. El creyente debe ponerse totalmente 
    en las manos de Dios, tal como lo hicieron los creyentes de Macedonia, “Y 
    no como lo esperábamos, sino que A SÍ MISMOS SE DIERON PRIMERAMENTE 
    AL SEÑOR” (2 Corintios 8:5). Podemos hacer esto cuando recordamos que 
    nuestro Salvador dio Su todo por nosotros.
Una palabra en cuanto a la dedicación: 
    Algunas iglesias insisten decididamente en que los creyentes caminen por el 
    pasillo o vengan hacia adelante para dedicar sus vidas al Señor Jesús. De 
    ninguna manera queremos minimizar la importancia de tal dedicación, pero debemos 
    ser cuidadosos en mantener el equilibrio bíblico. Los defensores de la salvación 
    Señorial parecen dar la impresión de que dedicar la vida al Señor o someterse 
    al Señorío de Cristo es un requisito para la salvación. Someterse al Señorío 
    de Cristo debería ser el fruto de la salvación y no una condición para ser 
    salvo. La salvación no se basa en lo que nosotros hacemos por Dios, sino en 
    lo que Dios ha hecho por nosotros.
Muchos enseñan 
    que la dedicación es algo que se hace después de la salvación, en algún momento 
    más adelante en la vida cristiana. Pueden decir algo como ésto: “Primero una 
    persona tiene que recibir a Cristo como Salvador. Luego, meses o quizás años 
    más tarde, la persona tiene que hacer a Cristo el Señor de su vida y dedicar 
    su vida al Salvador”. Aunque puede haber alguna verdad en esto, considere 
    los siguientes puntos:
1) La dedicación debería tener lugar al mismo tiempo de la salvación. Esto 
    fue ciertamente el caso en la vida del apóstol Pablo. Tan pronto como se hubo 
    convertido él dijo, “Señor, ¿qué quieres que haga?” El se rindió al Señorío 
    de Cristo desde un comienzo. Cuando recién somos salvos, estamos tan agradecidos 
    por todo lo que Cristo hizo por nosotros, que es nuestro deseo agradar a Aquel 
    que murió y resucitó por nosotros (2 Co. 5:14-15). Deseamos vivir para Aquel 
    que murió por nosotros y honrarle en todo lo que hacemos.
2) ¿Puede una persona hacer Señor 
    a Cristo? ¡No! Tú no lo haces Señor; ÉL es Señor. ÉL es precisamente Quien es. Tú no puedes hacerle Señor 
    de tu vida. ÉL es el Señor de tu vida, tanto si reconoces este hecho como 
    si no. Por cuanto ÉL es Señor, debo reconocerlo como tal. Por cuanto ÉL es 
    Señor, debo honrarlo como Señor, inclinarme ante SU autoridad, temblando ante 
    Su Palabra. Por cuanto ÉL es Señor, puedo presentarle mi cuerpo como un sacrificio 
    vivo (Rom.12:1-2). Ciertamente entendemos lo que la gente quiere decir cuando 
    dice, “Quiero hacer a Cristo Señor de mi vida”. Están indicando que quieren 
    entregarse a Su Señorío y someterse a Su autoridad. Sin embargo, hay una manera 
    mejor de decirlo: “Debo vivir mi vida considerando seriamente que Cristo es 
    mi Señor. Su Señorío encarece mi sumisión y obediencia y gustosa rendición 
    a Su perfecta voluntad para mi vida”.
3) Si somos honestos y enfrentamos la realidad, tenemos que admitir que 
    hay ocasiones en que todo verdadero creyente se rebela contra la autoridad de Cristo 
    y desobedece Su Palabra. Una total sumisión a Su Señorío requiere una 
    total obediencia a todos Sus mandamientos y en 
    ésto, todos hemos quedado cortos. Considere las siguientes afirmaciones del 
    creyente profesante A y del creyente profesante B:
Creyente profesante A: “He recibido a Cristo como a mi Salvador, pero me niego a someterme a 
    ÉL como a mi Señor. Rechazo Su autoridad sobre mi vida y me niego a obedecerle. 
    Me alegro que ÉL sea mi Salvador del infierno, pero que ÉL no venga a decirme 
    lo que tengo que hacer”.
Creyente profesante B: “Yo quiero obedecer a mi Señor, a Aquel que murió por mí, pero muchas 
    veces fallo. Mi corazón se entristece mucho cuando fallo en obedecerle y me 
    siento culpable y molesto y miserable. He deshonrado a mi Señor y he afrentado 
    Su Nombre”.
Creyente profesante A, por sus palabras y actitudes, no da mucha evidencia de tener una real 
    y personal relación salvadora con el Señor Jesucristo. Creyente profesante B, parece ser un verdadero poseedor de Cristo, 
    porque aunque él ha pecado y se ha rebelado contra su Señor, él está molesto 
    y angustiado por eso. El Espíritu de Dios que mora en el creyente que peca 
    está contristado y ÉL hace sentir Su presencia contristada. R. Gene Reynolds 
    ha escrito lo siguiente:
Una persona que está viviendo en pecado, que sabe que está viviendo en pecado, que disfruta vivir de esa manera, que tiene la intención de continuar viviendo esa vida de pecado—esa 
    persona no tiene al Espíritu Santo morando en ella. El hecho mismo de que 
    se sienta “confortable” con su pecado es prueba de que el Espíritu está ausente. 
    Sus signos vitales espirituales registran, “no hay vida”.
4) ¿Entiende un creyente nuevo todo 
    lo que el Señorío de Cristo implica? No, el nuevo creyente está recién 
    empezando a entender lo que significa el Señorío de Cristo y las obligaciones 
    que lo acompañan. El niño recién nacido en Cristo sabe muy poco acerca de 
    la sumisión y la rendición. El sabe que sus pecados han sido perdonados y 
    que él ha recibido a Cristo y que posee vida eterna. De modo que está lleno 
    de gratitud por esta salvación tan grande y desea agradar a Aquel que murió 
    por él. Pero cómo el Señorío de Cristo afectará a su matrimonio, su familia, 
    su trabajo, sus finanzas, su iglesia, la manera en que cuida su cuerpo, etc. 
    – todas estas cosas las aprenderá con el tiempo.
Un creyente nuevo tampoco entiende de una vez todo lo que implica la gracia 
    salvadora de Cristo. El está aprendiendo lo que significa ser salvo por gracia 
    y este aprendizaje dura toda una vida. Juan 3:16 debería significar más para 
    un creyente ahora, que hace un año y debería significar más para él dentro 
    de un año, de lo que significa ahora. Así es también con el discipulado y 
    con el Señorío. Hay involucrado un proceso de aprendizaje. El hecho del Señorío 
    de Cristo debe ser para mí ahora más precioso que hace un año. A medida que 
    crezco en Cristo (2 Pedro 3:18), entenderé gradualmente mejor lo que significa 
    someterme a Cristo como a mi Señor.
Que Romanos 
    12:1 sea un recordatorio constante para cada creyente de que no nos pertenecemos 
    a nosotros mismos, porque hemos sido comprados por precio (1 Corintios 6:19-20). 
    No tenemos el derecho de usar nuestro cuerpo como nos guste; como siervos 
    amantes de Jesucristo tenemos el deber de usar nuestro cuerpo como ÉL quiere. 
    Hemos sido comprados con sangre y estamos ligados por amor. Hemos de presentarnos 
    a nosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos (Rom. 6:13). A la 
    luz de la misericordia y de la gracia de Dios demostrada en el Calvario, ¿cómo 
    podríamos hacer menos?
Romanos 12:2
Nótese que 
    en este versículo hay dos mandamientos, el primero es negativo (lo que no 
    debemos hacer) y el segundo es positivo (lo que debemos hacer).
“Este mundo” = esta edad. En 2 Corintios 
    4:4 leemos que Satanás es el “dios de este siglo (edad)”. Cristo se dio a 
    Sí Mismo por nuestros pecados para librarnos del presente siglo (edad) malo 
    –Gálatas 1:4. Cuando no éramos salvos, éramos parte de este siglo (edad) malo 
    y satánico, pero Dios nos ha librado de él. Demas, que era considerado un 
    creyente leal en Colosenses 4:14, fue descrito más adelante por Pablo con 
    estas tristes palabras, “porque Demas me ha desamparado, amando este mundo” 
    (2 Tim. 4:10 – “este” indica que ahora está aquí, pero que no durará mucho; 
    es pasajero). Finalmente en Tito 2:12, los creyentes son enseñados por gracia 
    a vivir piadosamente en este siglo. Estamos en este mundo, pero no hemos de 
    vivir como los que son de “este mundo” y que forman parte de este sistema 
    mundial que está en oposición al verdadero Dios vivo.
“No os conforméis”—el verbo 
    significa “ser formado como, ser conformado a, ser modelado por, amoldar o 
    adaptar una cosa a otra”. Pablo está diciendo, “No permitas que el mundo te 
    presione dentro de su molde”. No seas moldeado por las poses, conversaciones, 
    expresiones,  estilos y hábitos de este 
    mundo. Kenneth Wuest ha parafraseado este versículo como sigue: “deja de adoptar 
    una expresión exterior que está moldeada por este mundo, una expresión que 
    no viene de y que no representa lo que tú eres en tu interior como un hijo 
    de Dios regenerado”.
“Sino”—indicando un fuerte contraste. 
    Después del mandamiento negativo, Dios prosigue con un rotundo mandamiento 
    positivo.
“Transformaos”—este verbo 
    significa ser cambiado, ser modificado. La palabra griega es metamorphosis 
    (pensemos en la notable transformación de una oruga en una mariposa). Esta 
    palabra se usa en Mateo 17:2 para la transformación de nuestro Señor (comúnmente 
    llamada la “transfiguración”). El Señor fue cambiado de tal manera, que Su 
    gloria interior llegó a ser visible en el exterior (comparar Juan 1:14). Aquí 
    y en 2 Corintios 3:18 la palabra se usa para el proceso  de transformación que tiene lugar en la vida 
    cristiana cuando el creyente es conformado más y más a la imagen de Cristo 
    (más como ÉL hoy, de lo yo que era ayer; más como ÉL mañana, de lo que soy 
    hoy). En 2 Corintios 3:18 la palabra se usa respecto al cambio producido por 
    el Espíritu Santo mientras el creyente contempla la gloria del Señor Jesús 
    a través de Su Palabra, siendo gradualmente (de una etapa de gloria a otra) 
    transformado a la imagen de Cristo. Ya hemos visto en el Libro de Romanos 
    que el propósito de Dios es conformarnos a la imagen de Cristo (Rom. 8:29). 
    El tiempo del verbo está en presente (en 2 Co. 3:18): hemos de ser constantemente 
    transformados. Todo esto no sucede en un día o en un mes o en un año. Es un 
    proceso que no terminará hasta que estemos con Cristo (1 Juan 3:2). El verbo 
    está en voz pasiva (en 2 Co.3:18), indicando que no somos nosotros mismos 
    los que hacemos el CAMBIO O LA TRANSFORMACIÓN. Nosotros SOMOS transformados. 
    Esto es algo que Dios hace en y por medio de nosotros. Debemos confiar en 
    ÉL y permitir que ÉL haga lo que solamente ÉL puede hacer.
¿Cómo se 
    lleva a cabo esta transformación? “Por 
    medio de la renovación de vuestro entendimiento”. 
    Es un proceso mental que Vine describe como “adaptar nuestro pensamiento 
    y nuestra visión  moral y espiritual 
    a la mente de Dios, lo cual tiene un efecto transformador sobre nuestras vidas”. 
    La mente del  creyente debe llegar a 
    estar saturada con la Palabra de Dios, de modo que pueda ver, pensar y sentir 
    cada vez más como Dios ve, piensa y siente. Para otros versículos en el Nuevo 
    Testamento acerca de renovación, ver Colosenses 3:10 y 2 Corintios 4:16. El 
    creyente que está siendo renovado está comprobando 
    (descubriendo y examinando)  constantemente 
    cual sea la buena voluntad de Dios agradable (grata, placentera) y perfecta. 
    El clamor del corazón del creyente: “Quiero querer lo que Dios quiere, nada 
    más y nada menos. No quiero nada sino lo mejor de Dios. No  se haga mi voluntad sino la Tuya”. 
|   
 EL DIABLO DIJO: DEFORMARÉ al hombre por medio del pecado. EL MUNDO DICE: CONFORMAREMOS al hombre a nuestra imagen. LA EDUCACIÓN DICE: INFORMAREMOS al hombre por 
            medio del conocimiento. LA SOCIEDAD DICE: REFORMAREMOS al hombre por 
            medio de la cultura. SÓLO CRISTO DICE: TRANSFORMARÉ al hombre por 
            medio de la gracia  | 
      
Romanos 12:3
En el versículo 
    dos leímos que debemos dejar que el Espíritu de Dios nos transforme a la imagen 
    y semejanza de Cristo (comparar 2 Corintios 3:18). Si hemos ser como Cristo, 
    entonces debemos ser HUMILDES (comparar Filipenses 2:5-8) y a ésto apunta 
    Pablo en el versículo 3. “Digo”—esta 
    es la manera de Pablo de dar una instrucción sencilla y sobria. “Por la gracia que me es dada”—Pablo había 
    recibido gracia (el inmerecido favor de Dios) para ser un apóstol (Rom. 1:5), 
    y como apóstol, está escribiendo ahora a estos creyentes romanos dándoles 
    con cordialidad y con cariño un mandamiento en cuanto a la humildad.
“No tenga más alto concepto de sí que el que debe tener” – tenemos que pensar con sobriedad en cuanto a nosotros 
    mismos y no inflarnos con una idea irreal y exagerada respecto a nuestra importancia 
    y superioridad. No debemos tener un concepto elevado, altivo, excelso de nosotros 
    mismos, sino que debemos vernos como Dios nos ve. “Cordura”—tener un juicio justo y acertado, 
    pensar sobria y sensatamente acerca de sí mismo, verse a sí mismo como Dios 
    nos ve.
Considere 
    Gálatas 6:3. Pensamos ser algo; Dios dice que somos nada. Pensamos ser algo 
    importante, pero sin Dios somos realmente igual a cero. Pero no debemos desanimarnos 
    por nuestra propia insignificancia y falta de importancia. La buena noticia 
    es que Dios en Su gracia, puede hacer algo de nada. Martín Lutero dijo, “Dios 
    creó el mundo de la nada (Génesis 1:1; Hebreos 11:3) y mientras seamos nada, 
    Dios puede hacer algo con nosotros”. Considera también la humillante verdad 
    de 1 Corintios 4:7-- ¿Qué tienes que no hayas recibido?
Ilustraciones: Aquí hay 
    algo para quien se considera un V.I.P. (Very Important People –Persona Muy 
    Importante):
Cuando te sientas muy importante, cuando tu ego se esté inflando, cuando 
    tomes por sentado de que eres el “cachorro” que ganará el premio, cuando sientas 
    que tu ausencia dejará un vacío difícil de llenar, sigue estas sencillas instrucciones 
    y mira como humilla tu alma. Toma un balde de agua y llénalo con agua, mete 
    tu mano hasta la muñeca. Saca luego rápidamente tu mano y el hueco que quede, 
    es la medida en que serás echado de menos. Puedes salpicar todo lo que quieras 
    al entrar y agitar mucho las aguas, pero cuando te detengas, verás que en 
    menos de un minuto el agua estará igual que antes.
Otro poema 
    representa la verdadera humildad:
Un pequeño árbol, chico pero presumido, echó una mirada alrededor del suelo 
    y luego alzó su cabeza y clamó, “Miren, que grande soy, cuán encima de la 
    tierra”. Y jactándose así, se balanceaba en desdeñosa hilaridad. El pino más 
    alto del bosque levantó su cabeza al cielo y suspiraba mientras lo contemplaba, 
    “Ved, cuán pequeño soy y cuán lejos estoy del cielo. Cuántos años de espacio 
    hay entre mi y las estrellas”. Nuestra grandeza depende con qué nos medimos—si 
    sobre la tierra, o debajo del cielo.
El hombre 
    humilde es el que ha divisado al Alto y Sublime (Isaías 6:1,5; 57:15). 
El creyente 
    que tiene un concepto muy elevado de sí mismo, se compara con otros y se exalta 
    por encima de otros, creyéndose más importante que otros. En Romanos 12:3 
    Pablo quiere que los Romanos entiendan que cada creyente tiene un lugar especial 
    en el cuerpo de Cristo y que tiene un don especial dado por Dios para el beneficio 
    de todo el cuerpo.
“Repartió” =partición, 
    entrega, distribuir. Dios es el gran Dador (Repartidor) de los dones, y en 
    Su sabiduría ÉL distribuye los dones de la manera correcta. “Cada uno”—cada creyente (nadie ha sido 
    excluido). No hay un creyente que no tenga algún don. Todo creyente ha sido 
    dotado. Esto sucedió en el momento de la salvación. No hay necesidad de BUSCAR 
    algún don. Un creyente sería necio si buscara y se esforzara por obtener algo 
    que ya le ha sido dado. Es necesario desarrollar y ejercitar los dones que 
    ya tenemos y esto se lleva a cabo siendo creyentes robustos, permaneciendo 
    en la Vid, que es nuestra Vida (Juan 15:1-5).
“La medida de la fe”—comparar 
    con el v.6.  Pablo no está hablando 
    aquí de la fe que salva (la fe por medio de la cual somos salvos—Ef.2:8), 
    sino está hablando de diversos y particulares dones que Dios ha dado a los 
    creyentes y de la fe necesaria para ejercer esos dones. Los dones no pueden 
    ejercerse apropiadamente sin fe y confianza en el Salvador.
Romanos 12:4-5
Tal como 
    es en el cuerpo humano, así es en el cuerpo de Cristo. Hay un cuerpo, pero 
    muchos miembros y los miembros tienen diferentes funciones, pero todos ellos 
    son miembros del mismo cuerpo y todos ellos tienen una función importante. 
    Todos tienen una función, todos son importantes, todos tienen una parte, pero 
    las funciones son diferentes. En un aspecto somos muchos (muchos miembros); 
    pero en otro aspecto somos uno (un cuerpo). Somos miembros del mismo cuerpo, 
    compartiendo la misma vida. La verdad de estos versículos se explica ampliamente 
    en 1 Corintios 12:12-31. Cuando el cuerpo local de creyentes es robusto, la 
    vida de Cristo se manifestará, los incrédulos serán convictos y Dios será 
    glorificado. 
Romanos 12:6
Pablo está 
    considerando ahora los dones espirituales (otros capítulos del Nuevo Testamento 
    que tratan con los dones espirituales son  
    1 Corintios 12-14, Efesios 4 y 1 Pedro 4). La palabra “don” es la palabra 
    griega “charisma” (de la cual derivamos 
    la palabra “carismático”, un término que ahora se usa para un movimiento religioso 
    moderno, que lamentablemente exagera los dones espirituales). “Charis” 
    es la palabra griega para GRACIA, 
    por lo cual estos son “dones de gracia”. Dios, en su bondad, ha dado estos 
    dones a Su cuerpo, de modo que ningún miembro del cuerpo carece de un don, 
    y los dones son para el beneficio de todo el cuerpo.
“Diferentes dones”—todos los 
    miembros tienen diferentes (no 
    los mismos) dones y diferentes habilidades que se complementan unos con otros. 
    Esto es ilustrado por los miembros del cuerpo humano que tienen diferentes 
    funciones (ver 1 Corintios capítulo 12). “A 
    la medida de la fe”- esta es una expresión interesante de la cual derivamos 
    el término teológico “analogía (similitud, 
    parecido, semejanza) de la fe” 
    (la cual a veces es referida como “analogía de la Escritura”). “Analogía de 
    la fe” significa que la Escritura debe interpretarse a la luz de la Escritura 
    y de acuerdo con la Escritura. La regla infalible para la interpretación de 
    la Escritura, es la Escritura misma. Todo versículo debe entenderse a la luz 
    de la enseñanza general de la Biblia y no puede contradecir lo que la Biblia 
    enseña claramente en otra parte. La Biblia no puede contradecirse a sí misma. 
    Ejemplo: A primera vista parece que Hebreos 10:26-30 enseñara que un verdadero 
    creyente puede perder su salvación, pero por analogía de la Escritura sabemos 
    que eso no puede ser (Juan 10:27-30; Juan 6:37-40; etc.). Este es un principio 
    fidedigno de interpretación de la Biblia, pero esto no es exactamente lo que 
    la expresión “medida de la fe” significa en este versículo. Los que tienen 
    el don de profecía deben profetizar en proporción a su fe. Todos los dones 
    espirituales deben ser ejercidos por fe, mirando a Dios, examinando Su Palabra, 
    buscando mantener una recta relación con Cristo. 
1) EL DON PROFECÍA—Es 
    muy importante entender lo que involucra el don de profecía. Algunas definiciones 
    incorrectas de este don son: “la habilidad de entender y exponer la Palabra 
    de Dios” (Billy Graham, El Espíritu 
    Santo). “El don de profecía era en verdad la habilidad de hablar ante 
    la gente, de proclamar la Palabra de Dios, a veces con un elemento de predicción” 
    (John MacArthur Jr., Los Carismáticos). 
    De acuerdo con estas definiciones, cualquier maestro o predicador dotado de 
    la Biblia tendría el don de profecía. Sin embargo, Romanos 12:6-7 hace una 
    clara distinción entre el don de profecía y el don de maestro.
Para una 
    definición bíblica de lo que es el don de profecía ver Éxodo 4:15-16; 7:1-2 
    y 2 Pedro 1:21 (un profeta era el vocero o portavoz de Dios, y lo que decía 
    como profeta era un discurso inspirado; era la Palabra de Dios). Los profetas 
    eran “hombres que hablaban bajo la directa influencia del Espíritu de Dios 
    y entregaban una comunicación divina respecto a verdades doctrinales, obligaciones 
    presentes, eventos futuros, como fuera el caso” (Hodge). En la iglesia primitiva 
    había una gran necesidad de profecía, porque la iglesia no tenía el Nuevo 
    Testamento completo (tomó algunas décadas para que estos libros fueran escritos). 
    ¿Cómo puede funcionar una iglesia sin la verdad del Nuevo Testamento? No puede. 
    Aunque la iglesia primitiva carecía de los libros del Nuevo Testamento, Dios 
    se aseguró de que no le faltara la verdad del Nuevo Testamento. ÉL proveyó 
    ésto a través de los profetas del Nuevo Testamento, que proporcionaron a las 
    iglesias la revelación necesaria (revelación respecto a la verdad sobre la 
    iglesia, respecto al divorcio, en cuanto a los líderes de la iglesia, en cuanto 
    a la disciplina en la iglesia, en cuanto a eventos proféticos y en cuanto 
    a varias otras materias importantes que ahora se tratan en los libros del 
    Nuevo Testamento, especialmente en las epístolas). Que el don de profecía 
    sería un don temporáneo se sugiere en Efesios 2:20 (un fundamento se coloca 
    una sola vez). Si hoy fuese entregada profecía, eso significaría que la Biblia 
    no estaría completa y que no es suficiente para la iglesia. Significaría que 
    necesitamos revelación adicional y que no es suficiente lo que tenemos en 
    nuestra Biblia. ¡Perezca ese pensamiento! La Palabra de Dios es totalmente 
    suficiente para la iglesia de hoy.
Romanos 12:7
2) EL DON DE SERVICIO 
    – este es el don de servir (servicio humilde). La palabra “diácono” viene 
    de esta palabra (la Biblia define a los diáconos como siervos humildes, aquellos 
    que alivian la carga de los ancianos y de los líderes espirituales para que 
    éstos puedan dedicarse a la oración y a la Palabra de Dios). El ejemplo de 
    nuestro Señor se encuentra en Marcos 10:45. Todos los creyentes deberían servir 
    de esta manera, pero hay algunos especialmente dotados en este aspecto. ¡Quiera 
    Dios dar a cada creyente un corazón de siervo!
3) EL DON DE ENSEÑANZA—esto 
    incluye el adoctrinamiento (impartir doctrina o la verdad de Dios al corazón 
    y a la mente del pueblo de Dios por medio del ministerio del Espíritu Santo 
    y por una clara exposición de las Escrituras).
El maestro 
    debe saturar al pueblo con la doctrina y 
Romanos 12:8
4) EL DON DE EXHORTACIÓN—este 
    es el don de consolar, animar y ayudar a otros (compare la palabra “Consolador”). 
    El pueblo de Dios necesita de palabras de consuelo y ánimo. Todos deberíamos 
    hacer ésto (ver Hebreos 3:13, 10:25), pero algunos están dotados especialmente 
    para esto. No queremos ser “consoladores molestos” (Job 16:2) como los amigos 
    de Job.
5) EL DON DE DAR 
    – la palabra significa “dar una parte de, repartir, contribuir, compartir, 
    contribuir a las necesidades de otros (en ayuda material o financiera)”. “Liberalidad”—generosamente, con desprendimiento. 
    Todos debemos ser DADORES (Ef. 4:28), pero algunos creyentes tienen un don 
    especial para ésto.
6) EL DON DE PRESIDIR—esta 
    palabra significa “estar delante”, es decir, “estar a la cabeza, gobernar, 
    dirigir”. Se refiere al liderazgo en la asamblea local. No todos están dotados 
    como líderes. Esta palabra se usa también para el liderazgo en una iglesia 
    local en 1 Tesalonicenses 5:12; 1 Timoteo 3:4-5; 5:17). “Solicitud” = Diligencia, con todo afán, haciendo todo esfuerzo para 
    que el liderazgo honre a Dios.
7) El DON DE MISERICORDIA—esto 
    se refiere a la compasión (ser un rayo de sol a un alma triste, afligida, 
    enferma, sumida en la confusión y la duda). “Alegría” – alegre (es la misma palabra como en 2 Corintios 9:7). 
    Alegre se refiere a quien puede disipar la tristeza y el desaliento, que puede 
    despertar esperanza y ánimo en el corazón de quien está abatido, alguien que 
    puede sosegar el corazón.
Pablo menciona 
    en estos tres versículos (6-8) siete distintos y diferentes dones. Esta es 
    sólo una muestra de los dones y la lista ciertamente no es exhaustiva. Uno 
    de estos dones, el de profecía, era un don temporáneo que ahora “ha acabado” 
    (1 Corintios 13:8), pero los demás dones aún son necesarios en las iglesias 
    locales hoy día.
Es de vital 
    importancia reconocer que las Escrituras enfatizan el mayor de todos los dones: 
    el don de la vida de Dios, que es la posesión presente de todo creyente (1 
    Juan 5:11-12: Rom. 6:23; Juan 6:47). Ningún creyente carece de este don. Es 
    nuestra primera y primordial responsabilidad procurar manifestar la vida resucitada 
    de nuestro Señor Jesucristo (2 Corintios 4:10-11; Gálatas 2:20; 4:19; 5:22-23) 
    por el poder del Espíritu Santo morador. Cada miembro del cuerpo de Cristo 
    necesita mantenerse en una vital y debida relación con el Señor Jesucristo, 
    permaneciendo en ÉL como la Vid Verdadera (Juan 15:1-5). ÉL es nuestra vida. 
    (Colosenses 3:4). Mientras nos mantenemos en una vital relación con Cristo, 
    Dios desarrollará nuestro don o dones para Su gloria y para el beneficio de 
    la asamblea local de la cual formamos parte.
Romanos 12:9
“Amor”—es lo que busca lo mejor y 
    lo supremo de Dios para la persona amada; incluye mi decisión y mi elección 
    de dar de mí mismo por el bienestar de la otra persona sin considerar el costo 
    o sacrificio personal. “Sin fingimiento” 
    = sin hipocresía, franco, un amor que es genuino y sincero. No pretendas que 
    amas, cuando no amas; no uses la máscara de amor. No pretendas que amas a 
    alguien, demuéstralo. Ejemplos de amor hipócrita se encuentran en Santiago 
    2:14-16 y 1 Juan 3:16-18. Algunas personas aman con palabras pero no con hechos 
    (1 Juan 3:18).
“Aborrecer” = odiar, 
    rehuir de algo con horror, tal como rehuirías la muerte misma (de una raíz 
    griega stug de la cual viene la 
    palabra griega Styx que era el río del Hades, el río de la muerte). Lo malo = vil, malvado. “Los que amáis 
    al Señor, ABORRECED EL MAL” (Salmo 97:10 y ver Proverbios 8:13; Amos 5:15). 
    Los cristianos deberían ser reconocidos por su amor (Juan 13:35) y también 
    deberían ser reconocidos por su odio. Debemos odiar las cosas que nuestro 
    Dios odia. “Seguid” = asirse (firmemente) a algo, 
    estar aferrado y dedicado a lo que es bueno, estar atado a lo que es bueno. 
    
Nota: La idea de un amor sincero 
    ocupa el resto del capítulo 12. En cierto sentido es otro “capítulo de amor” 
    como 1 Corintios capítulo 13. Ciertamente, el amor de Dios es un tema importante 
    en el capítulo 12 de Romanos.
Romanos 12:10
“Amaos los unos a los otros” 
    = tener afecto, ser leales unos con otros, amar con ternura. Se refiere al 
    amor y afecto que debería encontrarse en las relaciones familiares –afecto 
    familiar, lealtad y preocupación. Se refiere al amor de relaciones cercanas, 
    atados por lazos familiares. Los creyentes están unidos en la familia de Dios 
    y deberían tener ese afecto y ese amor los unos por los otros (1 Juan 3:14). 
    “Amor fraternal” = esta es la palabra griega 
    “Philadelphia” que significa “amor por los hermanos”. Se refiere a aquel amor 
    por nuestros hermanos y hermanas en Cristo. “En cuanto a honra” –debemos honrar y valorarnos unos a otros; debemos 
    ver el valor de la otra persona y debemos darle el debido honor y respeto. 
    No trates a la persona como si no valiera nada. Si Cristo mora en esa persona, 
    esa persona es valiosa.
“Prefiriéndoos los unos a los otros” 
    – con una disposición humilde debería considerar a los hermanos creyentes 
    como mejores que yo (ver Fil. 2:3). Otras versiones dicen: previniéndoos con 
    honra unos a otros (Reina Valera 1909); “dando preferencia los unos a los 
    otros” (Reina Valera 1977); “Dándose preferencia y respetándose mutuamente 
    (Dios Habla Hoy). Cuán enceguecida por el orgullo está la persona que siempre 
    se ve a sí misma como mejor y superior a los demás.
Romanos 12:11
“Perezosos” =indolente, 
    flojo, negligente (comparar Mateo 25:26). “En lo que requiere diligencia” 
    = esmero. La palabra significa afán, vehemencia, seriedad, celo, hacer todo 
    esfuerzo para agradar al Señor en las cosas que hacemos. 
“Ferviente en Espíritu”—la palabra “ferviente” 
    viene de un verbo que significa “hervir, burbujear”. Debemos estar espiritualmente 
    ardiendo por el Señor, inflamados, hirviendo, llameando, fulgurando. A veces 
    nos enfriamos y nos volvemos tibios (Ap. 3:16, 19). Dios quiere que estemos 
    calientes, que tengamos un devoto entusiasmo y pasión por las cosas del Señor. 
    Compare Tito 2:14— “celoso de buenas obras” (teniendo un ardiente celo por 
    hacer lo bueno). ¿Cómo está tu temperatura espiritual? ¿Estás con fiebre? 
    ¿Estás ferviente? Cuando se trata del entusiasmo por las cosas divinas, ¿estás 
    en el punto de ebullición? En Hechos 18:25 leemos de un hombre así. “Sirviendo 
    al Señor”—debemos estar constantemente sirviendo al Señor como siervos 
    amantes. ÉL es nuestro bendito Maestro. Dios no quiere siervos perezosos. 
    ÉL quiere creyentes que sean diligentes y fervorosos.
Romanos 12:12
Como creyentes 
    debemos regocijarnos constantemente en la esperanza que tenemos. La esperanza 
    se refiere a esa gloriosa futura expectativa que está garantizada porque Dios 
    lo dijo. Al mirar hacia el futuro, podemos hacerlo con confiada y gozosa expectativa. 
    El futuro es tan brillante como las promesas de Dios. La venida del Señor 
    Jesús es una cosa segura. Todo hijo de Dios tiene un futuro muy brillante 
    y esto debería traer gran regocijo a nuestros corazones. Romanos capítulo 
    8 tiene mucho que decirnos sobre nuestra expectativa futura.
“Sufridos en la tribulación”—la 
    palabra “sufrido” lleva la idea de 
    resistir con paciencia las vicisitudes de la vida, perseverando, soportando, 
    persistencia, continuar, no darse por vencido sino proseguir a pesar de todas 
    las dificultades y obstáculos y problemas y presiones. En 1 Tesalonicenses 
    1:3 leemos que la esperanza produce paciencia. Es por causa de la esperanza 
    que podemos soportar y continuar en medio de la tribulación y del apremio. 
    La esperanza mira más allá de las pruebas presentes y se aferra a las promesas 
    de Dios. “Constantes” = adhiriéndose, persistiendo 
    en. El creyente tiene que entregarse a la oración y afirmarse en ella. La 
    oración  requiere esfuerzo y persistencia. 
    No es fácil orar y no es fácil perseverar en ella (ver otros usos de este 
    verbo en Hechos 1:14; 2:42; 6:4; Col.4:2). 
Romanos 12:13
“Compartiendo” = comunicar, 
    participar, tomar parte, tener interés en, contribuir. “Necesidades” = carencia. Hay creyentes 
    que tienen verdaderas necesidades que yo puedo suplir. ¿Soy sensible a las 
    necesidades de otros creyentes? ¿Estoy dispuesto a darme a mí mismo, mi tiempo, 
    mi dinero, etc. para auxiliar esas carencias de una manera que honre a Cristo? 
    “Practicando la hospitalidad”= 
    esta es una expresión interesante y significa literalmente dedicarse o buscar 
    con afán la hospitalidad. Es la palabra griega traducida “perseguir”. Un perseguidor 
    es alguien que acosa y hostiga a alguien para herirlo. Un ejemplo bueno de 
    un hombre que buscaba ser hospitalario es Abraham en Génesis 18:1-6 (nótese 
    cómo corrió). “Hospitalidad” = 
    amor hacia los forasteros. En cuanto a hospitalidad cristiana, ver 1 Ti.3:2; 
    Tito 1:7-8; 1 Ti. 5:10; Hebreos 13:2 (una referencia a Génesis 18:1-6); 1 
    Pedro 4:9 y 3 Juan 5-8. 
Romanos 12:14
“Bendecir” =hablar 
    bien de (lo opuesto a “maldecir”, como vemos en este mismo versículo). “Persiguen” –es la misma palabra que se 
    encuentra en el v.13 (“seguir la 
    hospitalidad”). Aquí se refiere a quienes acosan y asedian a los creyentes 
    con el propósito hostil de dañar y herir. Pablo nos está instruyendo a no 
    pronunciar juicio sobre tales personas. No te desquites (él dirá más sobre 
    esto al final del capítulo). En verdad, Pablo está repitiendo aquí las enseñanzas 
    de Cristo Mismo (ver Mateo 5:44). “Maldecir”—ésta 
    es la reacción normal hacia nuestros enemigos, pero no es la reacción cristiana. 
    La última parte del capítulo 12 nos dirá cómo hemos de reaccionar y responder 
    cuando la gente nos maltrata.
Romanos 12:15
Somos miembros 
    de un mismo cuerpo. Dios nos ha unido unos con otros de una manera maravillosa. 
    “Los miembros deben tener la misma solicitud unos por otros. Si un miembro 
    sufre, todos los miembros sufren; si un miembro es honrado, todos los miembros 
    se regocijan con él” (1 Corintios 12:25-26). Debemos sentir los unos por los 
    otros, participar de sus alegrías y de sus penas. Por cuanto soy un miembro 
    del mismo cuerpo del cual también tú eres miembro, tus alegrías son mis alegrías 
    y tus lágrimas son mis lágrimas. No soy independiente, sino que más bien estoy 
    conectado con todos los demás miembros del cuerpo. Yo los necesito a ellos 
    y ellos me necesitan a mí. Nota: 
    a veces es más difícil regocijarse con una persona que llorar con ella. Esto 
    es así por causa de orgullo, celos, envidia, etc.
Romanos 12:16
“Unánimes entre vosotros” = pensar 
    lo mismo, estar de acuerdo, vivir en armonía, ser armonioso. No debemos estar 
    fuera de armonía con el cuerpo (piensa en el cuerpo humano y cómo sería si 
    un pie quisiera ir al norte y el otro pie quisiera ir al sur, si un ojo quisiera 
    mirar a la izquierda y el otro hacia la derecha). Comparar Filipenses 4:2 
    y 2 Cor. 13:11. Los creyentes deben estar de acuerdo unos con otros, abrigar 
    las mismas opiniones, ser UNÁNIMES. No debe haber desacuerdos o desavenencias. 
    “¿Quién está a favor de glorificar a Dios?”  
    Todos están de acuerdo y dicen “¡AMÉN!” “¿Quién piensa que agradar 
    a Cristo es una prioridad?” Todos están unánimes y dicen, “¡AMÉN!” “¿Quién 
    quiere seguir a Cristo y pelear la buena batalla de la fe?” Todos dan un paso 
    al frente y dicen “¡Yo!” “¿Quién odia el pecado y el error?” Todos responden, 
    “¡Todos nosotros!” Esta es la clase de acuerdo que debe haber entre los creyentes. 
    No debemos tener ambiciones y metas  diferentes. 
    Esto no significa que nunca pueda haber desacuerdos serenos y honestos acerca 
    de algunos puntos de la doctrina a medida que crecemos en el Señor, y nos 
    debatimos con la verdad de Dios. Ninguno de nosotros entiende la verdad de 
    Dios como debiera y ninguno de nosotros tiene un correcto concepto de todo. 
    Dios lo tiene, pero no nosotros. La clave se encuentra en Filipenses 2:5—mientras 
    más sentimos como Jesús, tanto más estaremos de acuerdo los unos con los otros. 
    Cuando hay desacuerdo respecto a la verdad, entonces una de las partes (o 
    ambas) no están de acuerdo con Cristo (están intencionalmente o por ignorancia 
    fuera de armonía con el Dios de la verdad y con la verdad de Dios en este 
    asunto particular). Cuando tenemos la misma visión que tiene Dios, estaremos 
    de acuerdo los unos con los otros.
“NO ALTIVOS”—no ambicionen 
    cosas demasiado altas. Esta es una advertencia contra la  ambición orgullosa (buscar cosas elevadas como 
    honores y riquezas y posición y poder, no afanosos). No aspirar cosas elevadas 
    (ver Salmo 131:1). “Con los humildes”—gramaticalmente 
    esto puede significar dos cosas: 1) hombres humildes (masculino); 2) cosas 
    humildes (neutro). “Asociándoos” – ser llevados con, ser acompañados por. El masculino 
    significaría esto: asóciate con las personas humildes, no consideres a esas 
    personas por debajo de ti (tenemos el ejemplo de Cristo que tenía amigos entre 
    los publicanos y pecadores y marginados y pobres, etc.). El neutro significaría 
    esto: acomódate a un modo sencillo, cede o sométete a cosas, condiciones y 
    empleos modestos, en contraste con las cosas elevadas mencionadas.
“Sabios en vuestra propia opinión”—esta 
    es una advertencia contra el ser presumido (tener una opinión muy elevada 
    de ti mismo). No te creas sabio (no te estimes ser sabio—ver Prov. 3:7 e Isaías 
    5:21). 
Romanos 12:17
“Mal por mal” = devolver 
    mal por mal. “Paguéis” = recompensar, 
    retornar, pagar, retribuir a alguien el mal que ha hecho (alguien te da un 
    puñetazo en la nariz y tu le devuelves el mismo trato). Esta actitud se expresa 
    de esta manera: “Te pagaré con la misma moneda. ¡Me desquitaré! ¡Me la pagarás! 
    ¡No te saldrás con la tuya!” En vez de la regla de oro, tenemos una regla 
    sucia: ¡HAZ 
    A OTROS COMO TE HAN HECHO A TI O AÚN PEOR! Para otros pasajes del 
    Nuevo Testamento que enseñan el mismo asunto ver 1 Tes. 5:15 y 1 Pedro 3:9. 
    No des a la persona lo que se merece. Cuán agradecidos debemos estar de que 
    Dios no nos da lo que merecemos (Salmo 103:10; Sal. 130:3-4).
¿Qué de la 
    enseñanza del Antiguo Testamento de “ojo por ojo, diente por diente” (Éxodo 
    21:24)? Esto significa que el castigo debe ser equivalente al crimen, y esto 
    es un principio de justicia válido y verdadero. Una persona debe recibir exactamente 
    lo que merece. Ver por ejemplo Génesis 9:6 (vida por vida). ¿Es cierto que 
    el Antiguo Testamento enseña una doctrina de retribución en tanto que el Nuevo 
    Testamento enseña la doctrina de no-retribución? Proverbios 20:22 y Proverbios 
    25:21-22 pertenecen al Antiguo Testamento y ambos enseñan la no-retribución. 
    Romanos 13:1-4 pertenece al Nuevo Testamento y este pasaje enseña claramente 
    que los malhechores deben ser castigados y que Dios hace ésto por medio de 
    los gobiernos, etc. En Romanos 12, Pablo no está diciendo que los malos hombres 
    no deben ser castigados. Su punto principal, como veremos, es que el creyente 
    debe dejar que Dios, el Juez Perfecto, se haga cargo del mal y de las injusticias 
    a Su manera y en Su tiempo (ver v.19 por ejemplo).
“Procurad” –esta palabra 
    se usa en 1 Timoteo 5:8 (proveer para su propia casa). La palabra aquí significa 
    “pensar en, tomar en consideración”. “Lo bueno” = honesto, moral, bueno y bello, noble, loable. Este versículo 
    es una cita de Proverbios 3:4 en la Septuaginta y comparar con 2 Corintios 
    8:21. “Sean diligentes en hacer lo que es bueno y recto a la vista de todos”. 
    Tenemos un testimonio. La gente está mirando y observando. Ellos saben cómo 
    debería actuar un cristiano. Ellos observarán y verán acaso nosotros retribuimos 
    como lo hace el mundo, acaso nos desquitaremos o no. Un versículo importante 
    que da mucha luz sobre Romanos 12:17 es 1 Tesalonicenses 5:15.
Hoy estamos 
    viviendo en una sociedad hinchada de pleitos cuyo lema parece ser “DEMANDAR 
    O SER DEMANDADO”. El énfasis está sobre cuánto puedo obtener de la otra persona 
    para mi beneficio personal. Esto es lo contrario del principio del amor como 
    se expone en este capítulo. El amor siempre pregunta, “¿Cuánto puedo dar a esta persona aunque me signifique 
    pérdida y sacrificio personal?” En una sociedad tan confundida, los creyentes, 
    cuyos corazones están llenos del amor de Cristo, deberían alumbrar brillantemente. 
    No es nuestra tarea usar y abusar de otros para nuestra ganancia personal.
Romanos 12:18
“Si es posible”—estas palabras 
    implican claramente que no siempre es posible. “En cuanto dependa de vosotros” 
    = si está a vuestro alcance. La paz es una avenida en ambos sentidos. Debemos 
    poner de nuestra parte para vivir pacíficamente, pero no tenemos control sobre 
    la conducta de otros. Yo puedo tener una bola de nieve y la otra persona tiene 
    una. Yo puedo escoger no lanzarle la mía, pero no puedo controlar lo que él 
    hará con la suya. El punto de Pablo es éste: la alteración de la paz nunca 
    debería ser iniciada por el cristiano. El cristiano nunca debería ser el que 
    quiebra la paz. “Estad en paz” 
    significa vivir en paz, vivir pacíficamente”.
Hay cuatro 
    pasajes en el Nuevo Testamento que indican al creyente que SIGA LA PAZ (la 
    persiga, ir tras la paz): Romanos 14:19; 2 Timoteo 2:22; Hebreos 12:14 y 1 
    Pedro 3:11.
Romanos 12:19
“Vengar” =tomar revancha, desquitarse (exigir 
    satisfacción por el mal, castigando al malhechor). ¡No te desquites! “Dejad lugar a la ira” – da oportunidad 
    para que la ira de Dios logre su propósito. Hazte a un lado y deja el asunto 
    a Dios y deja el asunto con Dios. Cede y entrega a la persona a la ira de 
    Dios quien cuidará de ello en el tiempo preciso y de la manera precisa.  Comparar Efesios 4:27—no deis lugar ni oportunidad 
    al diablo para ejercer su influencia, no le den una ocasión. Dios quiere una 
    oportunidad para tomar a Su cuidado los males hechos a Sus hijos y es Su derecho 
    hacerlo así. Dios es el vengador de ira. Dios está mucho más airado con el 
    pecado que nosotros. ÉL también es mucho más paciente que nosotros. Dios enderezará 
    las cosas. Los malos no se saldrán con la suya. Yo no necesito desquitarme, 
    Dios lo hará. 
“MÍA ES LA VENGANZA (castigo)”. Como dice 
    en hebreo y en griego literal (ver Deuteronomio 32:35 y Hebreos 10:30), “¡MÍA 
    ES LA VENGANZA!” “Pagaré” = devolver, 
    retornar, retribuir con castigo o venganza. Los liberales y modernistas han 
    dicho a menudo algo como ésto: “EL DIOS DEL ANTIGUO TESTAMENTO ES UN DIOS 
    DE JUICIO E IRA, CRUEL, DESPIADADO, VENGATIVO, PERO EL DIOS DEL NUEVO TESTAMENTO 
    ES UN PADRE CELESTIAL DE AMOR Y MISERICORDIA”. Pero aquí en Romanos 12 se 
    nos presenta un DIOS DE VENGANZA. Y en el Salmo 103:13 Dios es comparado con 
    un Padre compasivo. Ver también Salmo 130:10, que implica que quienes no 
    temen a Dios serán tratados según sus pecados y recompensados conforme a sus 
    iniquidades. Ver también Salmo 103:17 que implica que la ira de Dios es desde 
    la eternidad y hasta la eternidad sobre los que no temen a Dios. Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo 
    (y, por lo demás, este versículo se encuentra en el Nuevo Testamento—Hebreos 
    10:31).
Romanos 12:20
Aquí tenemos 
    reseñado el amor a nuestro enemigo en forma práctica (comparar Mateo 5:44). 
    Ver Prov. 25:21,22. El verdadero amor hacia el enemigo implica escoger DAR 
    a esa persona lo que necesita a pesar de lo que sintamos hacia esa persona. 
    Por naturaleza, una persona no tiene ganas de amar a su enemigo. Siente deseos 
    de pegarle en la nariz o perforar los neumáticos de su automóvil, etc., pero 
    no siente deseos de alimentarlo y darle de beber. Amamos a nuestros enemigos, 
    porque Dios nos lo ha mandado (Mateo 5:44), no porque deseamos hacerlo. Si 
    vas a esperar a tener ganas de hacerlo, nunca sucederá. Ver 2 Reyes 6:20-23 
    como un ejemplo de cómo Eliseo trató a sus enemigos. 
“Ascuas de fuego” = brasas 
    ardientes, carbón, tizón ardiendo. “Amontonar”-poner una sobre otra. Al alimentar 
    y dar de beber a tu enemigo estarás amontonando carbones ardiendo sobre su 
    cabeza. Obviamente, esto no ha de entenderse literalmente. “Cuando el sentido 
    llano tiene sentido, no busques otro sentido, pues terminará en un sin sentido”, 
    pero aquí, el sentido literal y llano no tiene un buen sentido. Sin embargo, 
    para ilustrar lo que este versículo está diciendo, tomemos esta frase literalmente. 
    Supongamos que estuvieras en una comida campestre y alguien te lanzara con 
    intención y a quemarropa la pelota para que te pegara fuerte en la cabeza 
    y luego te echara tierra en la cara y te escupiera. Tú podrías tomar algunos 
    carbones encendidos al rojo y, mientras él no estuviera mirando, amontonárselos 
    en la cabeza. ¿Crees que esto le gustaría? Por supuesto que no. Ese sería 
    el peor trato que podrías darle a una persona. ¿Qué podría ser peor que eso? 
    Eso sería insufrible. Eso dolería realmente. Dios está diciendo ésto: si quieres 
    devolvérsela a tu enemigo, hazle bien. Eso sería un trato insufrible. Esa 
    sería la cosa más efectiva que podrías hacer. Sería eliminar a la gente con 
    amabilidad; vengarse con rectitud, destrozarlos con obras de amor y perseguirlos 
    con paz. Considera a Esteban. Sus enemigos habrían preferido que él les arrojara 
    piedras en vez de orar por ellos. Esto tiene que haber sido penoso para ellos. 
    La próxima vez que te ofendan, procura de dar a tus enemigos el “tratamiento 
    de amor” y confía que Dios lo use para obrar en sus corazones. (Nota: Hendriksen 
    dice, “Los carbones de fuego simbolizan las quemantes punzadas de la vergüenza 
    y contrición que resultan de la inesperada amabilidad recibida. La magnánima 
    conducta de la persona ofendida, que devuelve bien por mal, tiene su efecto”—Romanos 
    9-16. Albert Barnes dice, “Carbones ardientes amontonados sobre la cabeza 
    de un hombre, expresarían intensa agonía. De modo que el apóstol está diciendo 
    que el efecto de hacerle bien a un enemigo sería 
    causar dolor. Pero el dolor sería ocasionado por la vergüenza y el remordimiento 
    de su conciencia, por una convicción de lo malo de su conducta, y por la comprensión 
    del disgusto divino, que puede llevar al arrepentimiento” –Barnes, Apuntes, Hechos-Romanos).
Romanos 12:21
Aquí tenemos 
    la forma activa y pasiva del mismo verbo. “No seas vencido” =pasivo; “vence” 
    = activo. No permitas que el mal te conquiste (que tenga victoria sobre ti), 
    sino vence el mal con el bien. Ahoga el mal en el bien. Yo conozco a un creyente 
    dedicado, Paul McMillan, era mi compañero de estudios en el seminario. Era 
    su deseo dar su vida como misionero a la misma gente que había asesinado a 
    su padre en el campo misionero hacía muchos años. Este es un hermoso ejemplo 
    de vencer el mal con el bien: desear entregar el evangelio de Cristo a las 
    mismas personas que habían asesinado a su padre. En el corazón de este hombre 
    no hubo lugar para la venganza, pero hubo lugar para el amor de Cristo. El 
    resultado fue que Paul fue guiado por el Señor a otro campo misionero. Dios 
    escogió no enviarlo al mismo lugar donde su padre había trabajado, pero Paul 
    había estado dispuesto ir allí o dondequiera que el Señor quisiera enviarlo. 
    
Esto concluye 
    nuestro estudio de Romanos capítulo 12. Hay una conexión entre el capítulo 
    12 y el capítulo 13. Hemos aprendido que no es tarea del creyente castigar 
    a los malhechores. Esta es tarea de Dios. ÉL es el vengador de ira. La venganza 
    pertenece a ÉL. ÉL pagará a Su modo y en Su tiempo. El capítulo 13 nos habla 
    de que una de las maneras en que Dios castiga a los malhechores es por medio 
    del gobierno humano que ÉL ha ordenado y establecido (comparar 13:4).
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